Inseguridad y mala gobernanza en Burkina Faso

El 7 de abril, Koumbri, una comuna en Burkina Faso, ocupada por terroristas, fue liberada por el ejército nacional. El ejército del aire participó en la operación afirmando que allí se ha neutralizado un número impresionante de terroristas. Es una noticia que tranquiliza y que nos permite creer que el miedo pronto cambiará de bando. Porque, en los últimos días, muchos burkineses, en vista de los avances y los recurrentes ataques terroristas en el norte y este del país, se preguntaban sobre la capacidad del gobierno para acabar con ellos.

Cabe preguntarse entonces, ¿por qué el ejército no incrementa este tipo de operaciones? ¿Por qué no adopta una postura ofensiva en su lucha contra el terrorismo? Y, ¿por qué esperamos tanto para actuar por vía aérea? Al terrorismo no hay que darle tiempo para establecerse en una localidad y dejar crecer sus tentáculos allí. Sin embargo, esto es exactamente lo que está sucediendo ante nuestros ojos. El ejército tiene que asegurar las localidades liberadas a fin de evitar cualquier posible regreso de los terroristas. Pero esta liberación no es suficiente para convencer a los desplazados internos de regresar a sus pueblos.

Lo más eficaz para acabar con los terroristas es una buena gobernanza, el patriotismo y la integridad. Opino que el comportamiento de Roch Marc Christian Kaboré, presidente de Burkina Faso, apunta a que el bienestar del país es la menor de sus preocupaciones. Ya no se ponen límites en materia de malversación de fondos públicos, deudas desmesuradas e ilícitas riquezas.

Burkina Faso necesita urgentemente una terapia de choque

Bajo el dictador Blaise Compaoré hubo un mal gobierno. Bajo el sol de Roch, el núcleo del mal gobierno de Blaise permanece. Sólo ha sufrido dos cambios. El primero, está ligado al hecho de que son exclusivamente los familiares y amigos del presidente los que están autorizados a disfrutar de los bienes de la República. Son los privilegiados. El segundo cambio aportado por Roch, es que estos depredadores han desarrollado el arte de quedar inmunes. Y como si quisieran insultar la inteligencia de los burkineses, muy a menudo muestran la apariencia de modelos de virtud. Olvidan que estamos en un país donde todo se conoce y se ve. Y, aún peor, en 2025, el presidente que saldrá de las urnas, puede ser del grupo de Roch. En estas condiciones, es difícil, si no imposible, ganar la guerra contra el terrorismo.

Hoy, muchos burkineses hacen la observación de que «nada volverá a ser como antes«. Es la carrera por el enriquecimiento ilícito en el mismo momento en que el ciudadano medio se ve obligado a apretarse el cinturón. Lo que está en juego aquí es el presente y el futuro de Burkina Faso.

Fuente: Le Pays

[Traducción y Edición, Isabel Garrido Celada]

[Fundación Sur]

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