El pasado mes de agosto el presidente Obama ordenó la confección de un informe secreto sobre el mundo árabe. Este concluyó, que sin una regeneración reformista y los consecuentes cambios políticos, países como Bahrein o Yemen caerían en una revuelta popular. Obama concretó en detectar los posibles puntos de tensión; solicitando a su administración como bogar por cambios políticos en países gobernados por regímenes autocráticos; pero que a la vez son importantes aliados de los EE.UU. Las 18 páginas del informe relatan el sin vivir que para la Casablanca han representado las revueltas egipcias; y como manejar los intereses norteamericanos en contraposición a las demandas democráticas de los revolucionarios. El informe relata el apoyo de Obama a los manifestantes; a pesar de correr el riesgo de que los cambios no hubiesen llegado a buen puerto. El análisis cita la importancia de Egipto para Obama; tanto por la incertidumbre creada en torno a la sucesión de Mubarak, como por la importancia y su papel de ancla estabilizadora de la región. De igual forma, se recoge la intención de Mubarak en catalizar la figura de su hijo como sucesor de su persona. Las supuestas elecciones del pasado mes de noviembre se redujeron a un fraude electoral; donde la policía egipcia se dedicó a detener alborotadores, y encarcelar bloggeros y topos de Internet, que incitaban a la población a sublevarse por medio de la red. Respecto a Yemen, se advirtió a Obama, que la intensa campaña para frenar el crecimiento del integrismo islámico en la zona, estaba ocultando un creciente mal estar social contra el granítico gobierno del presidente Ali Saleh. La inteligencia, comentó al inquilino de la Casablanca, que el cóctel conformado por una población muy joven; un sistema educativo obsoleto; una economía estancada; y las nuevas tecnologías como Facebook o Twitter, pueden dar rápidamente una percepción global y real del problema a la sociedad. A excepción de Egipto, se rehusó el entrar en detalles. El informe selecciona cuatro puntos de vital interés. El primero, al parecer cita un movimiento genérico hacia un cambio; un segundo hace referencia a los factores que se oponen a tal cambio [estructuras estatales]; finalmente los otros dos se alzan como agentes especialmente ligados a la estrategia de los EE.UU. en el mundo árabe, y los factores religiosos. Una serie de premisas que señalaban a Bahrein, Egipto, Jordania, y Yemen. El examen enfatiza la contraposición entre los tópicos empleados por Obama respecto a la diplomacia, las relaciones comerciales, y las ayudas militares al mundo árabe; aludiendo a la importancia capital de los intereses estratégicos sobre cualquier otra discusión acerca de las reformas sociales; igualmente se presentaron algunas cuestiones relativas a cerca de quien dirigiría los supuestos cambios; ¿si se apoyarían en los militares; o si realmente el ejercito tiene interés en tales cambios?. Obama hizo hincapié en estudiar posibles situaciones similares en Latinoamérica, Europa del Este, o el sudeste asiático; con el objeto de determinar cuales triunfarían, y cuales no. La Casa Blanca celebra reuniones semanales con expertos del Departamento de Estado, la CIA, y otras agencias de seguridad. El informe fue dirigido por Dennis B. Ross, consejero para Oriente Medio, y Samantha Power, directora de la Agencia de Seguridad Nacional para los derechos humanos. Por temor a que los aliados árabes pidan explicaciones a Washington, la administración Obama mantiene dicho informe bajo secreto de estado. Situación que ya ocurrió [en forma de incomodas preguntas] días después de la explosión de protestas que desembocó con el derrocamiento de Mubarak. ¿Era conocedora la inteligencia norteamericana de lo que se cocía en el horno árabe antes de que este explotara?.
Secret Report Ordered by Obama Identified Potential Uprisings.
The New York Times, Mark Lander.
Traducción parcial de Rafael Muñoz Abad,
Centro de Estudios Africanos de la Universidad de La Laguna.