“Represión: La pendiente resbaladiza del apoyo de los donantes” (Repression: The slippery slope of donor support), del periodista ugandés Emmanuel Mutaizibwa, apareció primero en enero de este año en la revista de la ZAM-net Foundation (la plataforma con sede en Ámsterdam que ayuda a periodistas africanos de investigación) y en The Monitor, el periódico ugandés en el que Mutaizibwa escribe regularmente. ZAM publicó en febrero una versión más breve y más centrada en la responsabilidad de los donantes, “África acoge la ayuda occidental. Pero los donantes deben preguntarse a dónde va esa ayuda”. En esta versión participó también Ngina Kirori, la escritora keniata mencionada en “Matones contra ilusiones” (CIDAF-UCM, 5 de mayo 2023).
No es la primera vez que The Monitor y Mutaizibwa se implican y se mojan. Tras derrocar a Idi Amin y a Milton Obote (a éste último con la ayuda de Tanzania), Yoweri Kaguta Museveni subió al poder en enero de 1986. Un cambio en la constitución le permitió seguir presentándose a las presidenciales, que ha ido venciendo con amplísimas mayorías. En mayo de 2013, la sede del Monitor en Kampala fue ocupada durante diez días por la policía ugandesa, después de que el periódico publicara una carta supuestamente escrita por el general del ejército David Sejusa, en la que amenazaba a quienes se opusieran a la posible candidatura a la presidencia del hijo de Museveni, el general Muhoozi Kainerugaba, famoso por sus declaraciones intempestivas. The Monitor, fundado en 1992, propiedad del Grupo de Medios de comunicación “Nation”, con base en Nairobi (Kenia), se precia de que ser de propiedad privada garantiza su independencia y la de sus periodistas.
Esa independencia, así como su capacidad investigadora, Emmanuel Mutaizibwa las exhibe regularmente. Tal vez algunos lectores recuerden la “Operación Entebbe” (Operation Thundebolt). El 4 de julio de 1976, comandos israelíes al mando de Jonathan Netanyahu (hermano de Benjamín Netanyahu), liberaron en el aeropuerto ugandés a un grupo de rehenes. De lo que casi nadie hace memoria es que, durante el caótico mandato de Idi Amín (1971-1979), fueron expulsados en marzo de 1972 todos los judíos que, desde finales de los años 1950, colaboraban en diversos campos en el desarrollo del joven país. Mutaizibwa lo recordó en “Primero vinieron a por los judíos” (“First, they came for the Jews”), (Monitor, 29 de noviembre de 2022), escrito con ocasión del 50 aniversario de la expulsión de Uganda de los ciudadanos de origen asiático (agosto de 1972). En su artículo, Mutaizibwa no solo investigaba y recordaba la expulsión de los judíos. También la colocó en el contexto de los crímenes de Idi Amín y de su policía secreta, el “State Reserch Centre” (SRC), que había sido montado con ayuda israelita. Tras las expulsiones de 1972, el SRC se convirtió en el “State Research Bureau” (SRB), reorganizado esta vez con ayuda del KGB soviético. Mutaizibwa no da puntada sin hilo, y no fue difícil para sus lectores comparar la época de Idi Amín con lo que ahora viven bajo la presidencia de Museveni. «El regreso de Uganda a los oscuros días de Idi Amín» (“Uganda’s return to de the dark days of Idi Amin”), así titularon los periodistas ugandeses Andrew Arinaitwe y Eric Mwine-Mugaju un artículo publicado el 28 de marzo de 2021 en el periódico sudafricano Mail&Guardian:
“Cientos de partidarios de la oposición han desaparecido en los últimos meses, presuntamente a manos de las fuerzas de seguridad de Uganda, cada vez más despiadadas e irresponsables. Algunos se presentan ante los tribunales; algunos aparecen torturados o muertos; otros no han aparecido en absoluto. Para los ugandeses que vivieron la dictadura de Idi Amin, estas escenas son demasiado familiares”.
El pasado 5 de marzo, Arinaitwe fue detenido por la policía mientras visitaba un colegio internado en el distrito central de Wakiso. Estaba investigando acusaciones de abuso sexual en algunos internados ugandeses e intentaba hablar con el director, al que no había podido contactar por teléfono. La policía lo acusó formalmente de “invasión criminal con la intención de robar”. Más recientemente, el pasado 25 de febrero, y siempre en Monitor, Mutaizibwa dedicó un artículo, “Cómo algunos activistas usan la poesía para combatir la opresión» («How activists used poetry to fight oppression”), a Stella Nyanzi, académica, poeta y activista, encarcelada en 2018 y condenada por acoso cibernético en agosto de 2019.
En “Represión: La pendiente resbaladiza del apoyo de los donantes”, Mutaizibwa evoca el mensaje que el 12 de noviembre de 2022 twitteó un asistente a la presentación, en el Royal Carré Theatre de Amsterdam, de un documental, “The People’s President”, sobre la frustrada candidatura presidencial del líder de la oposición ugandesa y estrella de Afrobeat Robert Kyagulanyi, alias Bobi Wine: “¿Cómo se elimina desde Ámsterdam a un dictador?”. En el documental se observaba la brutal represión de manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad. Y en algunos de los vehículos de la policía se leía la inscripción “con apoyo financiero del Reino de los Países Bajos”. Israel no es Occidente (¿O sí, a veces?), pero Mutaizibwa nos recuerda en su artículo cómo en diciembre de 2021, diplomáticos de la embajada estadounidense de Kampala descubrieron que sus teléfonos habían sido pinchados con el notorio software de piratería Pegasus, que había sido vendido al estado ugandés por el fabricante de armas israelí NSO. Ocho meses después, en agosto de 2022, el diario israelí Haaretz informó que otra compañía israelí, Cellebrite, había vendido a la policía ugandesa tecnología que les permitiría hackear teléfonos celulares. No es pues de extrañar que la segunda versión del artículo de Mutaizibua se titulara “África acoge la ayuda occidental. Pero los donantes deben preguntarse a dónde va esa ayuda”.
Ramón Echeverría
[CIDAF-UCM]