Huevos cibernéticos y hospitales de campaña

15/09/2016 | Opinión

En todas partes cuecen habas. O, como dicen los italianos, “tutto il mondo è paese”. “Todas las religiones pecan de lo mismo”, fue lo primero que pensé hace unos días al leer una noticia cómica y al mismo tiempo desalentadora que nos llegaba de la India. Pero ¿cómo corregirlo?

El miércoles 8 de septiembre, citando The Indian Express, de New Delhi, Europa Press nos informaba que con un “PIL” (Public Interest Litigation, Litigio de Orden Público), dirigido al gobierno del estado y al gobierno central, así como a Niantic, la compañía de San Francisco que ha desarrollado el juego, el Tribunal Supremo del estado indio de Gujarat había fallado el miércoles 7 que Pokemon Go era «blasfemo» y recomendaba su prohibición ya que «dañaba los sentimientos religiosos de los hindúes y varias otras religiones». El PIL criticaba específicamente que el juego colocaba “huevos” en el interior de templos y en lugares de culto en los que está prohibida la entrada de comida. Gujarat, fronterizo con Pakistán, es uno de los estados más industrializados de la India. El 89% de sus sesenta millones de habitantes se declara de religión hindú. Y es también, con Maharashtra y Rajasthan, uno de los tres estados en donde residen la mayor parte de los casi cinco millones de jainitas con que cuenta la India. Si la mayoría de los hindúes es vegetariana, los miembros de la comunidad jainista suelen mantener una dieta vegana todavía más estricta. De ahí la reacción del tribunal de Gujarat. Un comentario en las redes sociales resumía bien lo ocurrido: “Huevos cibernéticos contra valores hindúes”.

mickey_mouse_and_minnie_mouse.jpg“Mickey Mouse contra la Sharia” bien pudiera ser el resumen de algo curioso acaecido esta vez en el mundo del Islam. Estos últimos años se han puesto de moda las “fatwas”, opiniones jurídicas sobre el comportamiento que debería tener un buen musulmán. Responden por una parte al deseo legítimo de que la vivencia religiosa impregne todos los aspectos de la vida cotidiana. Y por otra a la multiplicidad y a la diversidad de situaciones nuevas que el mundo contemporáneo está generando. Dominio tradicional de los “ulemas”, sabios eruditos, la popularización de la educación ha hecho que aumente casi exponencialmente tanto el número de musulmanes de a pie que se creen capacitados para opinar jurídicamente, como el número y contenido de las fatwas. Muhammad Saalih Al-Munajjid no es sin embargo un musulmán corriente. Conocido y, según Al Jazeera, admirado erudito saudí, es el fundador de “IslamQA.info”, uno de los más populares sitwebs de tendencia salafista. Ya el 23 de febrero del año 2000, habiendo respondido a una pregunta sobre la matanza de ratas y ratones, Al-Munajjid añadía: “Ahora que sabemos el Islam llama a ratones y ratas “fuwaysiqah” (bicho nocivo) y nos permite matarlos incluso en la Meca, y que son medios que Satanás intentó utilizar para quemar la casa del Profeta (paz y bendiciones de Allah sean con él), y que sabemos que son una de las principales causas de daños en alimentos y del propagarse de la plaga , nos resulta muy extraño que en el Oeste la gente desquiciada busque que sus niños se hagan como ratones, propagando el personaje de Mickey Mouse en juegos, comics y parques de atracciones. ¡Vaya figura!”. Y según el periódico canadiense La Presse, que el 26 de septiembre de 2008 citaba a France-Presse, “El Jeque Mohammed al-Mounajjid, eclesiástico y antiguo diplomático que aparece a menudo en la televisión saudí ha declarado la semana pasada que los ratones eran «agentes de Satanás´´ y que había que exterminarlos. La Sharia exige que sean exterminados todos los ratones, incluidos los roedores y el célebre ratón animado [aludiendo al inconfundible personaje creado por Walt Disney]”.

“Misa sin vino”. También en la iglesia Católica hilamos a menudo excesivamente fino. En un artículo publicado en 2006 por la revista francesa “Prêtres Diocésains”, “Maladie alcoholique et Eucharistie”, Anne Bamberg documenta cómo la Santa Sede se había posicionado sobre el problema de la misa de los sacerdotes que no toleraban el alcohol. El 29 de octubre de 1982 la Congregación para la Doctrina de la Fe había indicado que el obispo podía permitir que el celebrante comulgara por intinción [mojando la hostia en el vino consagrado], con tal de que uno de los asistentes a la misa terminara el resto del cáliz. La respuesta de la Congregación no satisfizo. Cierto que la cantidad de vino que el sacerdote ingeriría sería mínima, pero en algunos casos suficiente para ser nociva. De ahí la solución autorizada por el Cardenal Ratzinger en una carta fechada el 19 de junio de 1995. En ella se permitía al obispo autorizar para la misa la utilización de zumo de uva fresca a los sacerdotes que el alcoholismo u otra enfermedad impedían la absorción de todo alcohol, por mínima que fuera la cantidad. Se requería para ello un certificado médico. A la autorización se añadían varias condiciones. El sacerdote en cuestión no podía presidir si se trataba de una misa concelebrada. Y sólo él podía utilizar y beber el zumo de uva. Los demás asistentes a la misa tenían que servirse en otro cáliz del vino habitual.

“Hospitales de campaña”. Hindúes, musulmanes, católicos… Pero si todas las religiones pecan de lo mismo, ¿cómo corregirlo? El papa Francisco bien podría encarnar, al menos en cuanto a nuestra iglesia católica se refiere, un necesario correctivo. Este 9 de septiembre el papa Benedicto publicó “Letzte Gespräche mit Peter Seewald”. Aunque en esas conversaciones hay pocas alusiones al papa Francisco, algunas son significativas. Muy acertadamente Ratzinger dice del papa Francisco que «Es el hombre de la reforma práctica». Y eso que ha sido una constante en la vida de Jorge Mario Bergoglio (aconsejo a los lectores “El Gran Reformador. Francisco, retrato de un papa radical”, de Austen Ivereigh), el papa Francisco lo manifiesta muy gráficamente en la entrevista con el jesuita de la Civiltà Cattolica Antonio Spadaro, publicada en septiembre 2013 simultáneamente en 12 revistas jesuitas de todo el mundo. “Veo la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil preguntarle a un herido si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental. La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: “¡Jesucristo te ha salvado!” Y los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia… A las personas hay que acompañarlas, las heridas necesitan curación.”

Ramón Echeverría

* Ramón Echeverría es misionero de África, conocidos por Padres Blancos, y colaborador de la Fundación Sur.

[Fundación Sur]

Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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