Huelga de funcionarios en el Chad. Los olvidados del maná petrolífero

12/11/2012 | Opinión

La administración pública chadiana está deprimida. Desde hace un año, atraviesa una grave crisis, hecha de huelgas que se repiten sin parar. Desde el lunes, día 5 de noviembre, está de nuevo paralizada, nuevamente por una consigna de huelga de 72 horas, sin servicios mínimos. La fractura se mantiene por tanto abierta entre el gobierno y los sindicatos alrededor de la cuestión de los sueldos. Los representantes de los trabajadores no han hecho encaje de bolillos al solicitar un aumento del 115% de los sueldos. ¿Habrán puesto el listón demasiado alto? Lo cierto es que sus reivindicaciones no han sido satisfechas, lo que explica este nuevo pulso.

Los funcionarios africanos, en general, son los padres pobres del mundo laboral, por causa de los limitados recursos de los Estados. Pero en el caso del Chad, la situación es otra. El país ha entrado desde hace un tiempo en el círculo tan envidiado de los productores de petróleo y ha visto por tanto cómo se multiplica su renta. Con lo cual, todo el mundo aspira a aprovecharse de este maná. Pero si los que detentan el poder gozan abundantemente de los frutos del oro negro, no parece ser lo mismo en el caso de los funcionarios y probablemente del resto de la población, que continúan pudriéndose en la pobreza. Al inicio de la explotación del petróleo, el presidente Idriss Déby Itno tenía circunstancias atenuantes. El Chad seguía siendo la presa de los ataques de rebeldes, aunque fueran residuales. En nombre del esfuerzo para la guerra, los chadianos podían cerrar los ojos sobre el uso de la renta petrolífera. Incluso aceptaron la supresión de la línea presupuestaria reservada a generaciones futuras.

Hoy día, y es loable, Chad vive en paz. Nada puede seguir justificando un uso opaco y arriesgada de la principal riqueza del país. Los chadianos quieren de ahora en adelante comprender los mecanismos de explotación y de gestión del petróleo. Pero sobretodo, quieren aprovecharse más aún de este bien que pertenece a todos. La huelga de funcionarios, más allá del carácter puramente salarial, traduce una sed de transparencia en la gobernabilidad económica. Como capa social mejor iluminada, en comparación con la masa campesina, tienen una visión más mordaz de los problemas del país. Se trata por tanto de una interpelación, no solamente por una redistribución justa de los bienes nacionales, sino también por una mejor gestión del país.

En tanto que la opacidad reine en los sectores económicos, el pueblo sólo podrá dudar de la buena fe de sus dirigentes. Ya que la antífona según la cual el país tiene numerosas prioridades o que los recursos del Estado son limitados, empieza a conocer sus propios límites. Las poblaciones chadianas, como la de otros países africanos, están cansadas de esperar una felicidad siempre prometida pero que nunca llega. Y mientras tanto, los dirigentes no se privan de llevar un gran tren de vida. Esta paradoja donde las poblaciones mueren de hambre mientras los dirigentes están saciados, es indignante. Chad no escapa, desgraciadamente, a este mal profundamente africano.

Mahorou KANAZOE

Publicado en Le Pays, Burkina Faso, 06-11-12.

Traducido para Fundación Sur por Juan Ramos Peris.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster