A mediados de julio en la capital etíope, Addis Abeba, se erigió una plataforma con vistas al desarrollo sostenible inclusivo de todos los países para los próximos tres lustros.
Las decisiones del foro sobre financiación al desarrollo, efectuado en Addis Abeba, determinarán el curso de las medidas destinadas a erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos.
También contribuirán a proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático a nivel mundial.
En la agenda aprobada destaca la ratificación del compromiso de los países ricos con la Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD).
Esa meta consiste en aportar un 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) a los países del Sur y que los pequeños Estados insulares reciban por su vulnerabilidad del 0,15 al 0,20 por ciento, al igual que los que carecen de litoral.
No obstante, esos acuerdos deberán refrendarse en septiembre próximo en Nueva York, para lo cual están convocados los Jefes de Estados y de Gobierno de los 193 miembros que integran la ONU.
La letra de agenda aprobada en Etiopía promueve la cooperación, el intercambio de recursos, tecnologías y conocimientos entre las naciones del Sur-Sur y así alcanzar las metas de desarrollo a través de esfuerzos concertados.
En Addis Abeba se esbozó el instrumento de estímulo al progreso tecnológico, infraestructura, protección social, salud, pequeñas y medianas empresas, manejo de impuestos y enfrentamiento al cambio climático.
Allí los países del Sur criticaron el incumplimiento de la AOD, y reprobaron los intentos de sustituir la cooperación Norte-Sur por la Sur-Sur, la deficiente transferencia de tecnología y las cruzadas para minimizar el papel del Estado en materia de desarrollo.
Dinamarca, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega y Suecia son las naciones del llamado Primer Mundo que cumplieron el objetivo trazado de la AOD; el resto de los desarrollados mantienen hasta el presente su ayuda en torno al 0,3 por ciento de sus deberes.
Es el caso de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, principales incumplidores de esos aportes con la entrega del 0,21 por ciento de sus compromisos, como promedio. Debido al marcado déficit, el Grupo de los 77 más China instó a los países incumplidores a que con sus respectivos aportes muestren liderazgo y respeto por los compromisos de la AOD.
El bloque que integran 134 de los 193 miembros de la ONU, también convocó a la colaboración y a recordar el principio de las responsabilidades compartidas, pero diferenciadas, que Estados Unidos y la Unión Europea pretenden desconocer 23 años después de acordado.
Ese intercambio debe incluir contribuciones a la protección del clima de las economías emergentes como China, India y Brasil, según se acordara en 1992 durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo que sesionó en Río de Janeiro.
Tales exigencias son lógicas porque de acuerdo al principio de «quien contamina debe pagar», ninguna gran nación puede evadir su responsabilidad histórica por el deterioro climático y la destrucción del medio ambiente.
Washington, por solo citar un ejemplo, sería responsable de pagar los costos de prevención, reparación y compensación de daños ambientales, entre otros.
En Etiopía los países más pobres exigieron a las naciones del Primer Mundo el cese de las medidas coercitivas unilaterales que lastran el progreso de los pueblos, del proteccionismo y de la imposición de condicionamientos y cargas para entregar asistencia.
Por su parte la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) demandó acciones concretas y medibles que permitan garantizar el financiamiento al desarrollo, sin olvidar las necesidades particulares de los países, sobre todo los más vulnerables.
Ecuador, representante regional de los 33 países que forman la Celac, defendió el establecimiento de mecanismos que permitan seguir los objetivos trazados en el evento y calificó de urgente que las naciones industrializadas cumplan sus compromisos de AOD.
En este contexto Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, opinó que el problema financiero mundial no es la falta de liquidez, sino que ésta no se canaliza hacia la inversión y dio su espaldarazo a un acuerdo global liderado por la ONU.
Puso como ejemplo a la región latinoamericana de donde el año precedente salieron flujos financieros superiores a los 150 mil millones de dólares, según la organización Global Financial Integrity.
Para el desarrollo sostenible inclusivo en 2030, las naciones del Sur pidieron a la comunidad mundial tener en cuenta las necesidades y condiciones de millones de seres humanos que esperan igualmente con ansiedad la erradicación de la pobreza, el hambre y los conflictos armados, entre otros males.
En ese foro las partes convergieron en que el cumplimiento de todas las exigencias de Addis Abeba pasan, inexorablemente, por la voluntad política de las naciones del llamado Primer Mundo.
Septiembre venidero planteará otro escenario para enlazar a las naciones y emprender las vías adecuadas para los próximos tres lustros, en lo se refiere a tratar de mejorar de la calidad de vida de las personas en todo el mundo.
De tal hilo cuelgan las demandas de las voces del Sur para materializar el horizonte de desarrollo sostenible inclusivo para 2030.