El día 26 de noviembre la ciudad de Bata estaba parcialmente paralizada. Los policías habían cortado numerosas calles a causa de un acto que tenía lugar en el palacio de congresos de Ngolo, una zona en el este de Bata desde donde arranca la vía que se adentra hacia el interior de Rio Muni, la región continental.
El acto era uno de tantos que el dictador organiza aquí cada cierto tiempo, cuando se siente ávido de reconocimiento, cosa que ocurre últimamente con frecuencia.
En esta ocasión se trataba de la entrega de un hipotético título de Doctora Honoris Causa a Constancia, la mujer del dictador Obiang Nguema.
En lugar de ir a recibir el título en la universidad que lo otorga, como se hace siempre en situaciones normales, han venido a dárselo y no en los locales de la Universidad Nacional, sino en el palacio donde el dictador organiza sus actos teatrales.
Tres organizaciones extranjeras desconocidas son las que han otorgado el falso título de Doctora Honoris Causa en ciencias sociales. La payasada, según se comenta, ha costado cinco millones de dólares, que se han pagado a las personas involucradas en la estafa.
El dictador nunca ha gastado esa cantidad de dinero en educación, lo cual da fe de su estado mental: desprecia la educación de los jóvenes guineanos pero paga enormes sumas de nuestro dinero para montar actos teatrales donde se vista públicamente de cierta honorabilidad a su mujer, careciendo como carecen los dos del honor verdadero de las buenas personas.
Dicen que Constancia se ha hecho multimillonaria de dólares, pero no se la conoce oficio ni salario, no es miembro del gobierno pero recibe a ministros y se permite el lujo de usar de forma abusiva los recursos del Estado como un jet privado y el avión B777 de la compañía nacional CEIBA. No hace seis meses se desplazó a Nueva York a recibir un insulso premio otorgado a unas mujeres africanas, que luego se supo había sido financiado por ella.
Constancia también se está contagiando de las locuras de su marido. El poder sin freno modifica negativamente las zonas del cerebro encargadas del buen juicio. El padre, el hijo y la madre hace tiempo que hacen cosas incomprensibles para los humanos, hace tiempo que han perdido el sentido del ridículo y la vergüenza.
Dicen que la suegra, Okomo, está también contaminada por este mal, el síndrome de la Moncloa. Cada día es más estrafalaria, sale con jóvenes de la edad de sus nietos y se autoasigna terrenos que no le pertenecen, en su afán por acumular propiedades que le han hecho ser la primera en Bata dueña de fincas rústicas y urbanas. Ahora solo le falta un título de doctora honoris causa en ciencias extravagantes, pero por suerte no podría leer su discurso de investidura. Esto nos ha salvado, por ahora, de pasar otra vergüenza ajena.
Nvo Zang Okenve Mituy
Celestino Nvo Okenve Ndo
Original en : Radio Macuto
