La exposición en el Grand Palais de Bamako, Malí, de Seydou Keita, es la oportunidad para revisar el trabajo de un fotógrafo que ha sido y sigue siendo una gran fuente de inspiración para muchos fotógrafos en el continente y más allá. Este pionero de la fotografía africana nació en 1921 en lo que entonces era el Sudán francés (actual Malí). Su extraordinario sentido de la puesta en escena y su dominio de la luz le convirtieron en el fotógrafo oficial de este joven estado.
Un autodidacta brillante
La historia de Seydou Keita es, principalmente, la de un autodidacta brillante. Comenzó a la edad de 12 años, con una Kodak Bronwie Flash. Aprendió lo básico aquí y allá, en un momento en el que la fotografía era algo inusual. Esta es probablemente la razón, por la que primero se convirtió en carpintero para ganarse la vida. No deja la fotografía y en 1948 abre un estudio fotográfico que genera rápidamente un gran entusiasmo y todo Bamako pasa para posar en él. Dicen que recibía hasta 40 clientes al día. Apreciado por la calidad de sus fotos, tenía en su estudio numerosos accesorios (trajes, gafas, radios, joyas e incluso una Vespa) que utilizaba para embellecer a sus modelos. Este recurso aporta a los retratos un brillo moderno.
Un aspecto moderno
La carrera de Seydou Keita se extiende de 1948 hasta 1977. Esta fue la época de las grandes aspiraciones, de los sueños de independencia, de progreso y de modernidad. El trabajo de Keita es la imagen de la sociedad maliense de esa época. El artista no se limita a “disparar”, sino que trata de sacar lo mejor de cada modelo. Con él todo está calculado. Se trata de un «testimonio activo», que a través de una precisa puesta en escena captura el espíritu de la época. El ejemplo más llamativo de esto es el retrato de «l’homme à la fleur» (el hombre de la flor). Se trata del retrato de un hombre de unos veinte años, vestido con un traje blanco con una corbata a rayas, flores en la mano, una pluma en el bolsillo y una perfecta apariencia. Esto representa un marcado contraste con las fotografías coloniales tomadas de frente y con un único propósito: el etnográfico. Es la afirmación de un renovado orgullo y una modernidad que pasa la página de la época colonial cuestionando las costumbres de la sociedad maliense. Más allá de la modernidad, el toque de Keita queda claramente reflejado en la elección de los fondos (a menudo tejidos). Son también estos fondos los que marcan la singularidad de su obra.
Una inmensa obra
La exposición en el Grand Palais cuenta con 300 copias (formato 50 x 60 cm y 120 x 180 cm). Todas estas fotos se tomaron entre 1948 y 1962. En 1962, se convirtió en el fotógrafo oficial del estado de Mali. De esta época, no se tiene ningún rastro. Tal vez estas fotos resurjan un día u otro. Sin duda, hay todavía muchas cosas por descubrir, incluso en el trabajo de Seydou Keita. Mientras tanto, se puede admirar la obra de este gran fotógrafo en el Grand Palais hasta el 11 de julio.
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