Hallazgo de enormes reservas de agua subterránea en Kenia, por Antonio Molina

3/10/2013 | Bitácora africana

En estos últimos meses hemos hablado varias veces de Kenia, porque es un país ‘locomotora’ en el conjunto del África Oriental: Ese trío formado por Uganda, Tanzania y Kenia, que en la era colonial los ingleses llamaban su “B.E.A.” < British East Africa>
El domingo, 22 de septiembre, los medios en general, nos trajeron la noticia del asalto de un bando de forajidos terroristas de Al-Qaida a un importante centro comercial de Nairobi, con decenas de muertos y centenas de heridos, como represalia a la presencia de las tropas kenianas en Somalia, para luchar contra las milicias de El Sahbabb. Nuestro propósito hoy no es comentar este hecho lamentable de consecuencias imprevisibles para el Este del continente. Nuestro programa, “La Otra Cara de África”, pretende mostrar la CARA ALEGRE, la cara risueña, la cara llena de esperanza de los africanos para vivir en un mundo más humano

UNA CLASE MEDIA DINÁMICA

En el país se ha ido formando, ya desde la independencia, una clase media dinámica, cultural y económicamente floreciente. Buena prueba de ello es la existencia de grupos sociales como los “góticos kenianos”, que como en el resto del mundo, visten de negro, se distinguen por sus “percings” y la abundancia de sus tatuajes… Esto es un índice de una clase social que vive con desahogo económico y puede pagarse esos caprichos.

En otro orden de cosas, comentábamos en uno de los programas pasados, como los agricultores, por causa de la escasez de agua en varias regiones, estaban cambiando el cultivo del maíz, planta gran consumidora de agua, por la mandioca, que aguanta mucho mejor la sequía. Cuando los campesinos, tan conservadores y tradicionales, cambian, quiere decir que el dinamismo evolutivo del desarrollo va ganando las mentalidades.

Por si faltaba algo en este panorama esperanzador, nos anuncian el descubrimiento de los mayores acuíferos de África Oriental, en la región semidesértica del lago Turkana, al norte del país, donde el 37% de la población sufre de desnutrición.

QUÉ SABEMOS POR AHORA DE ESTOS ACUÍFEROS

El lago Turkana está ubicado en la frontera de Kenia con Etiopía, aunque la mayor parte de este lago de aguas salinas está en Kenia. Los acuíferos están relativamente cerca. El mayor de ellos, según los cálculos de un equipo de la Unesco, que trabaja en los sondeos, tendría más de 200.000 millones de m3 y otro acuífero menor alcanzaría sólo los 10.000 millones. Los técnicos esperan poder determinar el volumen de otros 3 pozos, que sospechan sean menores. Otro acuífero situado en Lotipiki, está a caballo en la frontera de Kenia con Sudán del Sur, pero casi todo en Kenia, aunque relativamente próximo de la frontera con Uganda.

GRANDES ESPEANZAS

Debemos recordar que casi la mitad de los 17 millones de habitantes de kenianos convive con la escasez de agua potable. La ministra del Medio Ambiente, Judi Wakhungu declaró en su cuenta de “twitter” que los acuíferos traían “gran esperanza al país para el alivio de la sequía endémica de las zonas rurales del norte de Kenia.” El agua va a cambiar la vida de la población, abriendo estas zonas a la posibilidad de desarrollar la creación de granjas e infraestructuras, que desenclaven el norte del país. Bien miradas las cosas, para la población local ha sido mejor descubrir agua que petróleo.

El ingeniero jefe de las prospecciones, el francés Alain Gachet, va más lejos, afirmando que “estas reservas hídricas supondrán un cambio radical de la región de Turkana en el próximo decenio y el fin de las muertes por hambre y sed.”

Richard Leakey, jefe del Instituto de la Cuenca del Lago Turkana, confirma la opinión generalizada de que se trata de “un antiguo lago, cuya agua se infiltró por algún fenómeno natural hasta enormes cavernas del subsuelo.”

COMO SE PRESENTA HOY EL LAGO TURKANA

Es el mayor lago permanente en medio de un desierto y justamente el encontrarse en una región poco accesible ha favorecido a su preservación. Existe una Asociación de Amigos del Lago Turkana, que luchan para preservar una de las regiones más salvajes y vírgenes de Kenia con una variada biodiversdad, tanto en la fauna como en las especies vegetales y la flora.

En la actualidad sólo unas 700.000 personas viven en pequeñas aldeas, sobreviviendo de la pesca y la ganadería. Esta sufre de falta de agua en los pastizales. La pesca es consumida por la población local, por falta de infraestructuras para su comercialización.

ESTE PROYECTO PARACE QUE TIENE FUTURO

La misión de la Unesco ha contado con la colaboración del gobierno keniano y la financiación de la agencia japonesa de cooperación al desarrollo. Estos apoyos han permitido mapear la zona por medio de tecnologías de exploración por satélite, como se practica hoy día para localizar “bolsas de hidrocarburos”.

Los científicos aseguran que estos acuíferos no están a gran profundidad, por lo que esperan que su explotación será rápida y no muy cara. Aún queda por determinar si se trata de aguas fósiles antiguas, que no se renuevan o si los acuíferos son alimentados por corrientes hídricas subterráneas o filtraciones de lluvias. Dada la escasez pluviométrica regional esta hipótesis parece menos probable.
Antes de esclarecer estas características, no se puede “vaciar el acuífero”, lo que podría ser causa de terremotos y cataclismos subterráneos, al quedar vacíos los espacios ahora rellenos por las aguas y que mantienen el equilibrio de los terrenos.

CONCLUSIÓN

Esperemos que, para que estos descubrimientos sean una bendición y no una catástrofe, la administración de los recursos naturales y los Amigos del Lago Turkana sabrán poner en práctica una gestión racional de todas esas aguas, para que su abundancia no conduzca al despilfarro.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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