¿Hacia nuevas soluciones para la financiación de las PYME en África?

13/02/2012 | Crónicas y reportajes

Numerosos proyectos florecen en África, un continente que ofrece el más amplio mercado emergente de consumidores (con excepción de China y la India), y necesitan disponibilidad de capital para desarrollarse y seguir siendo competitivos en sectores de futuro tales como las finanzas, la vivienda, la infraestructura urbana, la energía solar, el agua, las industrias agrícolas, la agricultura de alta tecnología, la extracción de oro, la telefonía móvil y la publicidad. Sin embargo, las compañías startup locales [negocio con una historia de funcionamiento limitada, pero con grandes posibilidades de crecimiento] tienen gran dificultad para convencer a los inversores particulares y a los bancos para financiar su crecimiento, a pesar de su gran potencial. Únicamente las grandes estructuras que han alcanzado el grado de madurez obtienen los favores de los fondos de inversión anglosajones, chinos y de países del Golfo.

Un nuevo modo de incentivar la financiación, con reglas de funcionamiento extremadamente flexibles, podría dinamizar el crecimiento de las empresas en África. En proveniencia directa de Estados Unidos, el “Crowdfunding” (que significa literalmente “financiación mediante la muchedumbre” o “financiación colectiva”) permite financiar proyectos que potencialmente habrían tenido dificultades para financiarse de forma tradicional (bancos, inversores, etc.), invitando a una gran cantidad de personas corrientes (internautas, redes sociales, amigos, etc.) a que cada una aporte pequeñas cantidades que una vez acumuladas constituyan el capital necesario para realizar el proyecto, a cambio de una contrapartida variable o como donativo. Las plataformas de crowdfunding facilitan la relación directa entre los creadores, que describen su proyecto en una página web, y el público.

Para los promotores, la ventaja consiste en comenzar nuevamente las recaudaciones de fondos que fracasaron, modificando, si fuese necesario, ciertos detalles con el fin de satisfacer las expectativas u observaciones del público. Por otra parte, los proyectos rara vez se someten a una preselección y no son rechazados por estas plataformas, contrariamente a las estructuras tradicionales como los bancos u otros inversores acreditados. Finalmente, no hay ningún interés en pagar o poner otros gastos a cargo de los empresarios. Los suscriptores se hallan en situación de influir en la estrategia de los proyectos, de ponerse en contacto directamente con el creador y de beneficiarse de la transparencia de las informaciones sobre los proyectos plebiscitados por el peritaje del público. El crowdfunding no pretende reemplazar completamente a los bancos o a los “business angels” [individuo próspero que provee capital para un startup, usualmente a cambio de participación accionaria]. Se trata más bien de un complemento. Es muy recomendable que los promotores consulten estructuras de acompañamiento para la puesta en marcha o el desarrollo de una actividad. Una de las vocaciones del crowdfunding es también dar satisfacción a una gran variedad de necesidades: artistas que buscan el apoyo de productores de cine independiente, ayuda a los siniestrados, periodismo ciudadano, campañas políticas (la última cibercampaña presidencial de Obama utilizando el crowdfunding es un bello ejemplo), etc… El sitio precursor Kickstarter, que ha contribuido al éxito de numerosos proyectos que solicitaron diversas cantidades por valor de millones de dólares desde su lanzamiento en Agosto de 2.009, ha podido demostrar la viabilidad del concepto en Estados Unidos. Consciente del enorme potencial de crecimiento en este sector de actividad, el sitio www.McKenson-Invest.com está actualmente realizando profundos cambios para transformarse en breve en una auténtica plataforma de crowdfunding que incluya a África en su perímetro de intervención.

En Estados Unidos, una nueva iniciativa de la administración Obama, que suscita numerosos debates en el seno de la esfera empresarial y financiera, podría interesar enormemente al mundo económico en África. A la espera de un debate en el Senado, la Cámara de representantes ha aprobado un proyecto de ley para favorecer la inversión en las pequeñas empresas, tras un acuerdo entre demócratas y republicanos. El objetivo del “Empresario Access to capital Act” [acceso del empresario a la ley del capital] es atraer a particulares que estén dispuestos a invertir pequeñas cantidades (con límite de un millón de dólares) en los startup gracias a los crowdfunding. Los donadores de Internet se transformarían de ese modo en auténticos inversores al participar en el capital de la (futura) empresa. La operación se realizará sin que la sociedad tenga la obligación de registrarse en el “gendarme” de la Bolsa americana, la SEC (Securities and Exchange Commission) que equivale a la Autoridad de los Mercados Financieros (AMF). Donaciones desinteresadas dedicadas a los proyectos de estas plataformas ya han permitido a numerosos empresarios iniciar o desarrollar su actividad. Anteriormente, tan sólo los inversores cualificados que dispusieran de las competencias y medios necesarios para afrontar los riesgos financieros podían efectuar operaciones de crowdfunding. Pronto, esta nueva disposición dará el derecho de demandar fondos a inversores distintos de las casas de crédito, compañías financieras, empresas de inversión, mutuas de seguros y de capitalización, ONGs u otras organizaciones sin fines lucrativos… Las plataformas de crowdfunding, prácticamente desconocidas en África, serían unos instrumentos fundamentales para la financiación del desarrollo económico, sobre todo para las empresas muy pequeñas y las PYME. Las autoridades reguladoras y legislativas deberían inspirarse fuertemente en el proyecto de ley iniciado por la administración Obama para promover y fomentar el desarrollo de ese sector.

La Bolsa regional de valores mobiliarios (común para Senegal, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Mali, Níger, Burkina Faso, Benín y Togo), la Bolsa de valores mobiliarios de África central (que agrupa al Congo, Gabón, República Centroafricana, Guinea Ecuatorial y el Chad), la Duala stock Exchange (Camerún) y la Ruanda stock Exchange, también ambicionan conseguir financiación para las empresas, sea mediante emisión de acciones a cambio de fondos de los ahorradores o mediante préstamos proponiendo obligaciones a los inversores. Desde su inauguración, esos cuatros mercados financieros francófonos, poco animados, cuentan con un pequeño número de sociedades en cotización, tienen capitalizaciones bajas y no atraen realmente a los inversores extranjeros. Las Bolsas de valores anglófonas (Suráfrica, Kenia, Ghana, Botsuana…), las de Isla Mauricio, Marruecos y Egipto que son la referencia del continente, tienen serias dificultades para rivalizar con los mercados financieros occidentales (Nueva York, Londres, Frankfurt, Paris…). El creciente interés de los fondos árabes y japoneses por la Bolsa de Kigali y la probable fusión entre el mercado financiero de Duala y la Bolsa de valores mobiliarios de África central (BVMAC) no deberían cambiar el reparto establecido.

El entramado económico está conformado en una amplia mayoría por empresas muy pequeñas y PYME en numerosos países de la África francófona (Costa de Marfil, Camerún…) y es casi inexistente en otros (República Centroafricana, Chad…). Desgraciadamente, la mayoría de estas empresas no cumplen de ninguna manera las drásticas condiciones requeridas en el caso de entrar en bolsa. Las Bolsas de valores situadas en África siguen siendo organismos indispensables y deberán coexistir con estructuras de crowdfunding. Aún así, deberán construirse paso a paso y recorrer un largo camino antes de alcanzar un tamaño comparable al de los grandes mercados financieros internacionales. Su desarrollo y su crecimiento – exceptuando la Johannesburgo stock Exchange (JSE) – están condicionados por la existencia de un denso entramado empresarial, la mejora de la bancarización, una campaña de sensibilización de los jefes de empresa para la entrada en bolsa, una desmitificación de la cultura bursátil para los particulares, una tasa elevada de ahorro en los hogares, una democratización de las sociedades mediadoras y la implementación de una autonomía de gestión que les ampare de la injerencia de las instancias políticas. Hay que apuntar que la JSE, la bolsa más importante de África, detenta más de las tres cuartas partes de las capitalizaciones del continente, y ha labrado con éxito su camino que se remonta al periodo del descubrimiento y explotación del oro en Suráfrica, es decir, ¡a 1887!

Harley McKenson-Kenguéléwa

Fundador del sitio www.McKenson-Invest.com

“Marchés tropicaux & Méditerranéens”, 30 de enero de 2012

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster