Según algunas agencias, el viernes 21 de junio, antes de represaliar a Irán por el derribo de un dron norteamericano (la operación fue cancelada cuando ya los aviones habían despegado), el presidente Trump habría advertido a las autoridades iraníes por medio de las del sultanato de Omán. En la base aérea de Al-Seeb, a unos 45km de Muskat, su capital, hay unos 2.000 militares norteamericanos destinados principalmente a operaciones de mantenimiento. Los conflictos regionales han hecho que aumente la importancia estratégica de Omán, situado en la costa oriental de la península arábiga, abierto hacia el Océano Indico, y con una pequeña parte de su territorio, el exclave de Musandam, guardián del estrecho de Ormuz.
Omán ha sido siempre interesante por dos motivos: su importancia en la historia de África del Este, y su Islam ibadí, practicado también en la isla de Yerba (Túnez), y en las ciudades del Mozab, en Argelia. Una tradición cuenta que a finales del siglo VII dos jefes árabes de Omán se establecieron en la isla de Pate, cerca de Lamu, la famosa ciudad swahili en la costa de Kenia. Otras tradiciones hablan de emigrantes llegados entre los siglos VIII y X de Shiraz, Persia, que se habrían instalado en Mombasa, y en las islas de Kilwa y Pemba en Tanzania. Freeman-Grenville, en su “The East African Coast. Selected Documents” publicado en 1962, incluye un interesante texto escrito en 953 por un viajero y geógrafo persa, Buzurg Ibn Shahriyar (Los investigadores atribuyen hoy ese texto al sabio egipcio del siglo X Abu ‘Imran ibn Rabah Al-Awsi al-Sirafi). El texto cuenta cómo un rey de la costa ayudó a unos náufragos persas a proseguir su viaje hacia Omán. Los náufragos convencieron al rey para que los acompañara, y luego, habiéndolo hecho prisionero, lo vendieron en Omán como esclavo. Tras múltiples aventuras, el rey volvió a su reino en la costa. Y también los antiguos náufragos aparecieron un día en la corte, sorprendidos y aterrorizados al encontrarlo. El rey sin embargo les perdonó, porque gracias a ellos había podido convertirse al Islam durante su estancia en Omán.
Oman reapareció en las costas orientales de África en el siglo XVIII. Tras conquistar Kilwa, el más poderoso reino costero del siglo XIV, los portugueses controlaron esas costas, incluyendo el estratégico puerto comercial de Muscat. Las tribus omanís lo liberaron a mediados del siglo XVII, y al mando de Salif bin Sultan conquistaron Mombasa en 1696. Durante siglo y medio los omanís dominaron de Cabo Delgado al norte de Mozambique, hasta Bahrein en el Golfo Pérsico y Gwadar en el Paquistán actual. A la muerte de Said bin Sultan, su imperio de dividió en dos sultanatos: el de Muscat y Oman, gobernado por Thuwaini bin Said, y el sultanato africano de Zanzíbar, bajo Majid bin Said. Protectorado británico desde 1890 e independiente en 1963, se convirtió en 1964 en provincia autónoma de la antigua Tanganica, que cambió entonces su nombre por el de Tanzania. Zanzíbar se prepara ya para las próximas elecciones (octubre 2020). El mayor partido de la oposición en Zanzíbar, el CUF (Frente Cívico Unido), sostiene que el CCM (Chama cha Mapinduzi) que gobierna en Tanzania desde la independencia, ha manipulado siempre las elecciones. Y dada la deriva dictatorial del actual presidente John Magufuli, se teme que también lo haga esta vez.
El Islam practicado mayoritariamente en Omán debe su nombre a Abdullah ibn Ibad, responsable en 657 de la ruptura con el movimiento jariyita, que él consideraba excesivo en su puritanismo, durante las luchas ideológicas y de sucesión que siguieron a la muerte de Mohammed (632). De estas surgieron las dos grandes ramas actuales del Islam, Sunni y Shia, mientras que, desaparecido el movimiento jariyita (su igualitarismo sigue inspirando hoy a numerosos musulmanes), su sucesor, el Islam Ibadí ha sido mayoritario sólo en Omán, y con algunas comunidades en Túnez (Yerba), Argelia (Mozab), Tanzania (Zanzibar) y Libia. Jurídicamente cercano al Sunismo, el Islam Ibadí rechaza el radicalismo y la violencia. Fiel a sus orígenes igualitarios, predica la hermandad de todos los musulmanes, cualquiera que sea su rama, y la convivencia pacífica con las otras religiones. Lo cual explica en buena parte las buenas relaciones que Omán mantiene hoy tanto con Qatar como con el resto de los países del Consejo de Cooperación del Golfo que le boicotean. Se explica así también la mediación de Omán entre Irán y Estados Unidos. O que tanto chinos como americanos quieran invertir, por separado naturalmente, en el desarrollo de Duqm, a 535km al sur de Muscat, futuro puerto polivalente alejado del peligroso estrecho de Ormuz, posible salida marítima para el petróleo de la zona y cercano a las rutas internacionales que unen Asia con África.
Con un PIB per cápita de $17.280, Omán es el “pobre” entre los exportadores de petróleo de la península arábiga. En 1970 Kaboos bin Said, destronó a su padre Said bin Taimur e inició la modernización del país, al que dio una constitución en 1996. Pero no sólo de política vive el hombre. Durante la última década Omán se abrió al turismo, que ha creado 160.000 empleos y representa hoy el 3,4% de la actividad económica. Se inició también el colosal proyecto de Duqm, proyectado al mismo tiempo como centro turístico, puerto marítimo internacional (con astilleros y diques para reparar buques), aeropuerto (en funciones desde 2014), y una refinería capaz de tratar 230.000 barriles de bruto. El gobierno de Omán ya ha invertido €1.510 millones, y quiere dejar el resto en manos de los inversores. Y ahí entran chinos y americanos. Estos últimos firmaron el 31 de marzo de este año un acuerdo para mejorar el acceso de la flota americana al puerto de Duqm. Por su parte China, que planea invertir $10.700 millones, ha recibido en arriendo por 25 años 11km2 en el futuro centro económico de Duqm, en donde proyecta construir fábricas (automóviles, metanol, materiales de construcción…) y una refinería.
De momento, los pequeños pescadores de Duqm se muestran recelosos ante los enormes cambios que se avecinan, y los beduinos de la zona han rechazado las casas modernas que el gobierno les ha construido. Con tanto tumulto social y económico ¿conservará el Ibadismo omaní la paz y el equilibrio que le han caracterizado hasta ahora?
Ramón Echeverría
[Fundación Sur]
Artículos relacionados:
– Los musulmanes en África (Revista Encuentro. nº 68. 1977)
– Islam en áfrica Subsahariana (Cuadernos de la Fundación Sur. V XXII. nº2. 2009)
– El Islam en Níger: Sociedad, cultura e historia al sur del Sahara