La guerra duraba ya cuatro años; los acuerdos de Arusha habían sido firmados por el gobierno y el FPR en 1993, pero su aplicación fue muy difícil. La noche del 6 de abril de 1994, un atentado costó la vida a dos Jefes de Estado y a sus acompañantes. Los días que siguieron fueron tremendos y comenzó la inestabilidad de toda la región de los Grandes Lagos. 20 años más tarde, la memoria permanece viva. Pero, ¿de qué memoria se habla y como ha sido trasmitida? La reconciliación, la justicia, el futuro y el rol de la juventud en su construcción… son los desafíos sobre los que JamboNews ha querido charlar con en recientemente elegido Presidente de Jambo ASBL (Asociación sin ánimo de lucro), Brave Bahibigwi.
JamboNews: Gracias por conceder a JamboNews su primera entrevista. Ha sido usted elegido al frente de Jambo, háblenos de esta organización.
Brave Bahibigwi: Jambo ASBL, fundada en 2008, se fijó como objetivo contribuir a la instauración y a la durabilidad de un estado, de una situación de derecho en la región de los Grandes Lagos de África. Contribuimos a ello por medio de la movilización de los recursos necesarios y llevando a cabo proyecto que creen las condiciones favorables a la emergencia de semejante estado. Lo hacemos con proyectos en el terreno del respeto a la identidad sociocultural, a la paz, a la justicia, a la cohabitación y al desarrollo duradero en la región y en la diáspora. En definitiva, nuestro ideal es el de permitir a las poblaciones de la región y de la diáspora ser dueños de sus destinos.
JN: ¿Qué piensa impulsar durante sus dos años de mandato?
B.B.: El objetivo de este mandato es reforzar nuestra implantación en la comunidad y aumentar nuestra visibilidad internacional. Evidentemente, nuestras acciones tendrán que ver con la sensibilización y concienciación de las comunidades originarias de la región de los G.L., pero también de la comunidad internacional sobre los problemas de esta región. Los derechos humanos son pisoteados: masacres, violaciones y otras atrocidades siguen siendo impuestos a las poblaciones, por lo que debemos seguir hablado de ello. No queremos ser sólo denunciadores sino formar parte enteramente de la construcción y desarrollo de esta región. Los que me han precedido han sentado las bases sólidas y ahora es el momento de desplegarlas y de contribuir a poner fin al calvario en el que viven las poblaciones desde hace más de 20 años. Hasta ahora, las masacres no han cesado y las violaciones masivas, torturas, asesinatos, encarcelamientos arbitrarios prosiguen.
JN: No podemos ignorar este año el vigésimo aniversario del genocidio en Ruanda. ¿Qué mirada arroja sobre estos últimos veinte años Jambo?
B.B.: Es evidente que nos acercamos al 20 aniversario del genocidio en Ruanda. El año 1994 fue el colmo del horror con cerca de un millón de personas masacradas en tres meses. Este aniversario será una ocasión para recordar hasta dónde pueden conducir las luchas por el poder y la dominación. Será también la ocasión de recordar a las víctimas olvidadas, las de las masacres masivas y otros crímenes de guerra que comenzaron en 1990 con la guerra desencadenada por el FPR. Esta guerra y sus crímenes continuaron incluso después de 1994, concretamente en 1996-1998 con el ataque a la RDC y el exterminio de los refugiados ruandeses y posteriormente con el exterminio de poblaciones del este de la RDC, violaciones masivas, etc. Lamentamos que los responsables de estas atrocidades no se vean inquietados por la Justicia.
Así pues, la primera mirada de Jambo es que el genocidio de 1994 no ha enseñado nada a la Humanidad ya que las mismas masacres han seguido repitiéndose, siendo el más reciente episodio la guerra del M23 que ha terminado hace menos de seis meses. La otra mirada que Jambo lanza sobre estos 20 años es que existen muchas víctimas olvidadas o ignoradas y que la impunidad reina como regla de oro. Peor todavía, vemos que algunos criminales son enviados por la ONU a misiones de mantenimiento de la Paz como en Sur-Sudán y Mali.
En fin, estos 20 años de crímenes en la región han estado marcados por la explotación del genocidio para fines políticos. Es notoria en la cabeza jefe del régimen ruandés la estrategia de eliminación de opositores políticos acusándoles de negacionismo, divisionismo, con castigos gracias a leyes que pretenden prevenir la repetición del drama de 1994.
JN.: Jambo ASBL inicia la conmemoración de este año bajo el título MPORE20. ¿De qué se trata? ¿Qué acciones va a llevar a cabo?
B.B.: Efectivamente, Jambo ha lanzado una campaña de sensibilización y concienciación sobre las tragedias de los Grandes Lagos desde 1990. Esta campaña tiene como objetivo también el decir a las víctimas que existe en Jambo un marco de escucha, de intercambio y trabajo de memoria para todas las víctimas de los exterminios perpetrados en la región. Esta campaña se desarrolla desde el 1 de marzo e irá hasta finales de mayo. A lo largo de la misma nos esforzaremos en informar al público sobre crímenes y violencias, sobre las dificultades de las víctimas a rehacerse debido a la falta de una justicia equitativa y de un verdadero programa de reconciliación. El 26 de abril se organizará una conmemoración, precedida de una conferencia sobre el balance de los 20 últimos años en materia de justicia y memoria. La campaña, llamada Mpore, Memoria y Justicia tiene como objetivo promover la Paz, la Justicia y la Memoria para las víctimas de la región de los Grandes Lagos de África.
JN.: La fecha de su conmemoración especial difiere de la de Ruanda ¿Por qué el 26 de abril?
B.B.: Como usted sabe, la particularidad de la historia de Ruanda conduce siempre hacia la polarización, hacia la confrontación de memorias y hacia la monopolización del sufrimiento. Las fechas 6 y 7 de abril han sido muy politizadas, lo que ha conducido a aumentar finalmente una polarización de las memorias y ha colocado el recogimiento en un segundo plano. Con el objetivo de poner la memoria y el recogimiento en primer plano, hemos elegido una fecha distinta a la de esos dos días.
¿Sabe usted? Las víctimas no necesitan encontrarse en medio de esas polémicas; lo que desean es sencillamente realizar un trabajo de memoria y sobre todo reconstruirse en las mejores condiciones posibles. Por otra parte, la confrontación de las memorias no es beneficiosa para las víctimas, antes al contrario, las hunde todavía más en la desolación, en la frustración y cólera, en el odio y, finalmente. Inhibe el trabajo necesario para su reconstrucción. La fecha del 26 de abril ha sido elegida por los motivos que he citado pero también porque se encuentra en el mes que ha marcado la tragedia ruandesa.
JN.: Hay otra campaña, patrocinada por Ruanda, bajo la temática Kwibuka20. Algunos opinan que se trata de una “confrontación” de memorias. ¿Por qué este troceamiento de la memoria ruandesa?
B.B.: En Ruanda, es sabido, las luchas por el poder y por la dominación han creado, mantenido y utilizado las divisiones hutu-tutsi, Norte-Sur, pueblo superior-inferior, etc., y ello incluso en el trabajo de memoria. Hoy se está produciendo la misma fórmula; el FPR, para mantenerse en el poder, alimenta la división étnica. Se asiste hoy a una justicia en sentido único pilotada por un gobierno que se mantiene en pie dividiendo al pueblo ruandés. Con programas como « Ndi umunyarwanda », que llaman a los niños hutu a que pidan perdón a los tutsi por crímenes presuntamente cometidos en nombre de su etnia, no se puede sino asistir a un reforzamiento de las frustraciones, de los odios y de la cólera entre los dos principales grupos que componen el pueblo ruandés.
En el mismo orden de ideas, se puede también citar los tribunales tradicionales “Gacaca” que han llevado a las cárceles a los acusados sin que tuvieran derecho a la defensa. Pero todavía es más grave en este trabajo de memoria y Justicia el olvido de las víctimas sobre la base de su etnia y de la de sus verdugos. Las víctimas twa y hutu no son conmemoradas, aunque este año está previsto hacerlo con las víctimas hutu a manos de los interahamwe según el programa del régimen ruandés. Es un avance, pero estamos muy lejos de una conmemoración en la que todas las víctimas se reencuentren. Concretamente las masacradas por el ejército patriótico ruandés (APR), brazo armado del FPR, en el poder desde hace 20 años. El trabajo de memoria comienza por acciones sobre lo que viven las víctimas día a día. Si todo cuanto se hace es para acentuar la división, es evidente que el resultado es una fragmentación de las comunidades, de la historia e igualmente de las memorias.
No obstante, en Jambo, somos conscientes de que la fractura entre las dos comunidades en grande y hemos puesto en pie un marco que permite que todas las víctimas, sin distinción, puedan reconstruirse en una atmósfera propicia al diálogo y a la transmisión de las memorias, para, sobre todo, poder hablar del futuro y de la convivencia juntos. A mi juicio, ahí están los factores desencadenantes y catalizadores de una real reconciliación.
JN.: ¿Es posible lograr una reconciliación? ¿Falta para lograrla?
B.B.: ¡Todo es posible con voluntad y ganas! Pero, el camino es verdaderamente largo y sembrado de trampas. Sobre todo cuando el diálogo entre los políticos, que en principio deben marcar el camino a los ciudadanos, parece imposible. Pero, para nosotros la Justicia es una cuestión previa a la reconciliación.
JN.: Así pues, según usted la justicia es algo central. Es algo que ha hecho correr mucha tinta y será el caso en próximas semanas. ¿Qué comentarios puede usted hacer al respecto?
B.B.: Durante 20 años, se ha organizado la Justicia en 4 tipos de jurisdicciones. La justicia clásica ruandesa, la popular, llamada “Gacaca”, jurisdicciones nacionales en países extranjeros y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, el TPIR.
El balance es altamente negativo, comenzando por la Justicia ruandesa, dominada por la corrupción y controlada por el partido en el poder, el FPR. Partido que, hay que subrayarlo, ha tomado parte muy activa en las masacres de ruandeses. Las jurisdicciones nacionales extranjeras, como la belga, canadiense y francesa, han contribuido a su nivel a la Justicia, pero muy tímidamente, al dejarse manipular a veces por el sistema de los falsos testigos, concebido por los servicios de información del régimen ruandés. La contribución del TPIR es más escandalosa. Este tribunal, financiado a golpe de millones de dólares mensuales, no ha hecho más que un trabajo parcial y de parte.
El Consejo de seguridad de la ONU adoptó el 8.11.1994 la resolución 955 que reconocía que las masacres de poblaciones civiles en Ruanda constituían violaciones flagrantes del derecho internacional, calificadas de genocidio, de crímenes de guerra y contra la humanidad. En este marco se puso en pie el TPIR con el objetivo de contribuir al proceso de reconciliación y de restauración de la paz en Ruanda. Esta institución era la encargada de juzgar a todos los autores de los crímenes cometidos entre el 1 de enero de 1994 y el 31 de diciembre de 1994. El mandato del TPIR no menciona en ninguna parte que hubiera que perseguir exclusivamente a los criminales del antiguo gobierno sin inquietar a los criminales del FPR antes y después del genocidio de 1994. Pero han sido perseguidas y juzgadas exclusivamente personas pertenecientes al ámbito del gobierno de la época. Sin embargo, muchos crímenes contra la humanidad cometidos por militares del FPR durante el periodo cubierto por el mandato del TPIR han sido documentados ampliamente por ONG y por expertos de la ONU. El TPIR ha cedido en varias ocasiones a las presiones del FPR, incluso hasta modificando decisiones de los jueces. Además, la influencia manifiesta del FPR ha llevado al TPIR a contribuir en la eliminación de opositores políticos al régimen ruandés, en base a dossier muy dudosos y a testigos obligados a la mentira por el mismo régimen. Es preciso que se sepa que casi todos los absueltos siguen estando confinados en la ciudad de Arusha, donde no tienen ningún derecho. Reclaman ser prisioneros políticos de la ONU.
Así pues, el balance de esta institución, que sin embargo había encendido una lucecita de esperanza para las víctimas, constituye un fracaso lamentable en su misión de Justicia y de contribución al proceso de reconciliación. En el momento en que cierra sus puertas, deja en estado de desolación a una gran parte del pueblo ruandés. Sus resultados y procedimientos han contribuido a reforzar las frustraciones y a empeorar el odio. En definitiva, la hora de la Justicia no ha sonado todavía para muchas víctimas.
JN.: ¿Cómo calcula usted que va a ser el futuro de convivencia entre ruandeses? Sin olvidar que los vecinos congoleños han estado y siguen estando afectados por cuanto afecta al país de las mil colinas.
B.B.: Sepa usted que me gusta decir que “el camino es todavía largo, pero cada distancia tiene un fin”. Es verdad que será complicado llegar a una cohabitación efectiva y duradera, pero, los ruandeses deben comprender que se quiera o no este país está compuesto por tres etnias (hutu, tutsi y twa) y que están condenados a vivir juntos; que deben respetarse mutuamente más allá de la pertenencia étnica.
Ello es también válido en las relaciones con los vecinos; usted ha citado a los congoleños, pero también es válido para con los otros vecinos. Puede uno focalizar la cuestión en la RDC ya que desde hace años el FPR comete en el Congo atrocidades de todo tipo. La buena vecindad no será más que beneficiosa para nuestras dos poblaciones. Por lo tanto, es primordial que el FPR cese las violencias que impone a la población de esta región, ya que ello acarreará consecuencias desastrosas para las futuras generaciones.
JN.: ¿Qué lugar reserva Jambo a la juventud?
B.B.: Los jóvenes son el futuro y es primordial que se impliquen en la búsqueda de soluciones efectivas y duraderas en la región. En este sentido, nuestra asociación lleva a cabo acciones y proyectos para sensibilizar a los jóvenes y hacerles tomar conciencia de que el futuro sólo depende se la implicación de cada uno. La juventud es una baza para el futuro y Jambo es consciente de ello por lo que ha puesto en pie una estructura que permite poner en valor el potencial de la juventud, a la vez que el apego a su país, a su etnia y a su comunidad. Trabajamos diariamente para ofrecer a las generaciones jóvenes originarias de la región de los Grandes Lagos un marco que les permita ser dueños de su destino.
JN.: ¿Cuáles son sus deseos para los 20 próximos años?
B.B.: Esta región conoce desde 1990 guerras repetidas para alcanzar el poder que han concluido en limpiezas étnicas. No olvido los millones muertos congoleños, un tremendo tributo pagado en estas crisis. A corto plazo, deseo que los pueblos de estas regiones puedan tomar conciencia de que sólo de ellos mismo dependen que se desprendan de dictadores y criminales; que deben empezar a tomar las cosas entre sus manos, ya que la libertad no se da, se arranca.
Que la comunidad internacional comprenda que ayudas y apoyos otorgados a algunas dictaduras no ayudarán a nadie en el futuro, sino que, al contrario, seguirán contribuyendo al aniquilamiento de los pueblos y a que la sangre de las víctimas siga derramándose. Que las víctimas puedan tener justicia y reparación, ya que sin ello el camino de la reconciliación será sinuoso. Lo que cuenta no es el origen étnico ni la orientación política, sino la injusticia que han sufrido y que algunas siguen sufriendo.
Por encima de todo, deseo un futuro radiante en la región de los Grandes Lagos, donde cada uno sea dueño de su destino
Declaraciones recogidas por Pacifique Habimana
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