Guinea Ecuatorial: Estado de excepción, indulto, Golpe de Estado, por Josep Anglada Bigordá

14/06/2011 | Bitácora africana

En una conferencia en el CCCB el 10 de noviembre de 2005 titulada “El estado de excepción como norma”(1), Giorgio Agamben proponía la excéntrica tesis de considerar el estado de excepción como «una forma pura del acto de gobierno llevada al extremo”. Buceando en antiguas polémicas teológicas, el italiano define el origen y la estructura de gobernar como la conciliación entre lo general y lo particular. En otras palabras: gobernar suspendiendo leyes y derechos sería el paradigma mismo de la gobernabilidad moderna al administrar las libertades concretas de los individuos en pro de un ente abstracto que podemos llamar Estado.

Aunque en su texto sólo lo reconoce a medias, está claro que Agamben se inspira para sus análisis en las lecciones del Collège de France que Michel Foucault dictó en el curso 1977-1978 bajo el título genérico de Seguridad, territorio, población (2), donde indaga en los orígenes de la política moderna refiriéndolos al momento clave del paso del Pastoreo cristiano en el gobierno de las almas a la aparición de la racionalidad política de los Estados en el gobierno de las poblaciones.
Según Foucault el giro definitivo se da con la aparición del concepto “razón de Estado”, donde ya no se gobierna según la legalidad sino en función de la necesidad. “La necesidad acalla las leyes” llegando a legitimar incluso la violencia. Y aún más lejos y no menos paradójico que en Agamben: “cuando la necesidad lo exige, la razón de Estado se convierte en golpe de Estado y en ese momento es violenta”.
Golpe de Estado aquí es, por tanto, la forma que tiene el Estado de perpetuarse. La estrategia máxima de cambiar algo para que todo siga igual.

Todo esto viene a cuento pensando en Guinea Ecuatorial. Este estado de excepción permanente en que viven sus pobladores desde la independencia de 1968, con todas las libertades básicas suspendidas, de reunión, de opinión, de prensa, de asociación, de movimiento, etc. Con el control férreo de la población y el territorio a través del ejército, la policía y el partido único. Las barreras militares, la represión y el miedo generalizado.
El primer golpe de Macías, asesinando a todos sus colaboradores, apenas unos meses después de ser proclamado presidente; el golpe de Estado de 1979 para que todo siguiera igual y el golpe de Estado que se está preparando para asegurar la continuidad con Teodorín. La corrupción y la violencia como estrategia de gobierno generalizada.
Pero llega junio y el dictador decreta un indulto aprovechando su cumpleaños y nos dice que es por motivos humanitarios, para hacer llegar la felicidad a los hogares.

Agamben afirma que una de las consecuencias ineludibles del estado de excepción son los efectos colaterales. Lo que en términos religiosos serviría para explicar la aparición del mal en el mundo como efecto colateral de hacer el bien más generalizado, en política se traduciría en los desajustes indeseados de aplicar la ciega razón de Estado –y aquí es irónica la coincidencia de que uno de los lemas del PDGE, partido único de Guinea, sea precisamente “Hacer el Bien, evitar el Mal”.
Atendiendo solo a este pasado mes de mayo de 2011, los efectos colaterales del estado de excepción en Guinea han sido muchos y variados. Desde la suspensión de las clases en las escuelas antes de tiempo hasta la detención de militantes y simpatizantes de partidos de la oposición; del aumento de la policía y el ejército en las calles a las macroredadas de jóvenes e inmigrantes que en el momento de redactar este texto siguen –sin atender, claro, a la lógica de legales o ilegales, de papeles o sin papeles.
La cercanía de acontecimientos internacionales en suelo guineano ha agudizado la máquina represora, y a las detenciones arbitrarias y torturas se ha sumado un estado de ansiedad permanente en la maquinaria de seguridad del Estado que hace imprevisible el alcance y magnitud de los efectos colaterales futuros.

La prensa internacional sigue destapando y denunciando corruptelas, abusos y lujuria de la familia Obiang. (3)
Por otra parte, desde que Guinea Ecuatorial accedió a la Presidencia de turno de la Unión Africana, no ha cesado la presión internacional hacia la gestión de Teodoro Obiang, no sólo ya por los asuntos internos sino, además, por la poca habilidad, por no decir torpeza, con que ha gestionado los asuntos de la propia UA en los conflictos de Costa de Marfil y las revoluciones del norte de África, llevando la cosa al ridículo en su postura de apoyo a Gadafi, mientras que otros países de la UA, por su cuenta, intentan mediar de una manera más acorde con el sentir generalizado.
Además, las grandes potencias empiezan a hacer gestos de serias advertencias al régimen guineano. La visita reciente de la subsecretaria de Estado norteamericana, y la exclusión a última hora como invitado del G-8 en Dauville, así como el claro desmarque de Rusia de las posturas nguemistas con respecto a Libia, muestran a un Obiang cada vez menos respaldado por Occidente y por tanto más debilitado no sólo en la escena internacional sino incluso frente a sus vecinos africanos.

En este contexto de gran presión, sólo cabe ver el indulto del 5 de junio no como una medida de gracia como ha querido hacer creer el presidente guineano, sino como una razón de Estado más, ante la deriva de los acontecimientos internos y externos. La idea del golpe de Estado en favor de Teodorín es el horizonte de este final de ciclo de su padre, pero los escollos para llegar a este objetivo son cada vez mayores con lo que el régimen actual debe adaptarse a las circunstancias, pero incluso eso también lo hace mal.
La reciente divulgación de los contratos de asesoría con distintas empresas americanas (4) revelan vergonzosamente como los planes de reformas que ha iniciado el régimen son un auténtico bluff, una estrategia indigna para intentar engañar a sus ciudadanos y a la opinión pública internacional. Unos acuerdos cuyo único objetivo es quedar bien y crear opinión en los Estados Unidos, para seguir con los negocios e intentar capear mejor los problemas judiciales que pudieran prosperar no sólo en suelo americano, sino también francés, español, etc.

Si como dice Agamben, el origen de la política tiene un aspecto teológico en la tensión y conciliación entre Padre e Hijo, que se traducirá luego en la tensión y conciliación entre orden y ley, entonces cabe esperar que para Guinea Ecuatorial la deriva política no se quede en el estadio religioso del traspaso de poderes o del golpe de Estado en beneficio del hijo, sino que traspase hacia los fundamentos de la democracia y se empiecen a articular en serio las relaciones entre soberanía, gobierno, economía y derecho.

Notas

1. AGAMBEN, Giorgio, Estado de excepción y genealogía del poder, col. Breus, CCCB, Barcelona, 2011 (en prensa).

2. FOUCAULT, Michel, Seguridad, territorio, población, Akal, Madrid, 2008

3.The New York Times: http://www.nytimes.com/2011/05/31/world/africa/31guinea.html

The Wall Street Journal: http://online.wsj.com/article/SB10001424052702304474804576371434279332602.html?mod=googlenews_wsj

The Gardian:[ http://www.guardian.co.uk/world/2011/jun/07/equatorial-guinea-luxury-resort-sipopo
-> http://www.guardian.co.uk/world/2011/jun/07/equatorial-guinea-luxury-resort-sipopo ]

Slate Magazine: http://www.slateafrique.com/2409/afrique-top-10-accros-au-pouvoir

Global Voices: http://globalvoicesonline.org/2011/06/07/equatorial-guinea-a-language-that-ignores-human-rights/

Europapress: http://www.europapress.es/internacional/noticia-guinea-ec-cpds-asegura-regimen-obiang-extremado-represion-rebeliones-norte-africa-20110606141214.html

Le Monde: http://www.lemonde.fr/afrique/article/2011/06/09/les-biens-mal-acquis-africains-genent-la-france_1533874_3212.html

4. http://thinkprogress.org/security/2011/06/01/233321/oil-companies-lobby-equatorial-guinea/

Autor

  • Anglada Bigordá , Josep

    Licenciado en Filosofía , interesado en la política y el pensamiento africano, y particularmente en la literatura de Guinea Ecuatorial. pertenece al grupo de Barcelona de Apoyo a Juan Tomás Ávila Laurel.

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