Guinea Conakry: ¡Todos fraudulentos, todos inocentes!

1/07/2010 | Opinión

Normalmente, cuando una multitud grita al ladrón, es que efectivamente hay un ladrón que está señalado y que intenta huir. Pero, cuando se hace saltar la alarma y uno no sabe ni ve al ladrón en cuestión, entran en juego la vergüenza y las preguntas. Esto es lo que está pasando en Guinea Conakry. País donde, después de haber tenido un escrutinio alabado por todas las trompetas del mundo entero, los candidatos han denunciado fraude. Pero, ¿fraude organizado por quién y para qué? Ya que ninguno de los candidatos está en el poder. En este caso, hay que examinar varias hipótesis. La primera es que es posible que los candidatos denunciantes estén tejiendo un escudo que los protegerá de las burlas y la vergüenza cuando la CENI los declare perdedores. Una segunda posibilidad es que, por no parecer el potencial candidato al que acusan de este supuesto fraude, todo el mundo se pone la flauta en la boca, nadie quiere permanecer en silencio porque pudiera parecer el acusado. Una última hipótesis sugiere que esto puede ser una manera para ellos de decir a la CENI que ellos van al grano y que todo lo que haga va a ser examinado al máximo por su lupa. De ahí pues este guirigay que no permite hacer distinciones entre acusador y acusado, entre fraudulento e inocente. Todos son a la vez lo uno o lo otro. ¡Bendita Guinea!

Pero, fuera cual fuese la hipótesis, parece que este enfoque es inoportuno. En efecto, los candidatos han violado también el compromiso adquirido por ellos mismos de reglar cualquier contencioso mediante los recursos legales. Además, estas declaraciones de fraudes ventiladas a los cuatro vientos en Guinea son verdaderos explosivos. Los militantes de las bases son por lo general exaltados. Y en este caso en particular, estando tan sedientos como se está después de una larga travesía por el desierto, son capaces de cualquier extremismo. Esto nos lleva a sugerir que se debería legislar sobre el acto de denuncia de fraude, con el fin de hacer pesar sobre aquel que lance la acusación, una sanción penal en caso de ausencia de pruebas verificables. El general Sékouyba Konaté ha mostrado a los actores políticos sus responsabilidades: los militares han cumplido su parte de la tarea, ahora es el turno de los civiles. Si ellos fracasan, no tendrán nadie a quien culpar, más que a sí mismos. Y si sucediera que los militares prolonguen su estancia en el poder, o decidan instalarse en él definitivamente, los partidos políticos serán los únicos responsables. Mientras tanto, Sékouba Konaté y sus hombres asisten a este carnaval como observadores. Todavía hay tiempo para que los líderes de Guinea tomen las riendas de su impetuosidad. Es necesario que vigilen el espíritu de la democracia que acaba de nacer en Guinea. Es como todo recién nacido, sus primeros pasos son torpes. Pero los unos y los otros deben ser tolerantes y no mirar más que a lo esencial.

Abdou ZOURE

(Le Pays, Burkina Faso, 01-07-10)

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