Guinea Conakry: la segunda vuelta de las presidenciales urge más que la justicia por las masacre de hace un año

28/09/2010 | Opinión

El 28 de septiembre de 2010 hace ya un año que el 28 de septiembre de 2009, 157 personas fueron asesinadas a sangre fría en el estadio de Conakry, capital de Guinea. Una tragedia recordada por los familiares de las víctimas como si fuera ayer. Todos ellos siguen teniendo en la memoria el estigma, aunque las cicatrices del cuerpo se hayan ido curando. Al igual que las numerosas mujeres que fueron violadas y que sufrieron heridas en sus genitales con objetos contundentes.

Su estado no es el de los líderes políticos, como Cellou Dalein Diallo, Sidta Touré o Jean Marie Doré, que no pueden mostrar en sus cuerpos las cicatrices del maltrato de los soldados.

Que quede claro: los sicarios de esta masacre a puerta cerrada deben ser llevados ante la justicia. Ese lunes macabro no puede ni debe quedar impune, eso sería un insulto a la memoria de todas las personas que han caído, y más, al pueblo guineano.

Por tanto, es legítima la cólera de estas viudas, viudos y huérfanos que todavía esperan, desde hace un año, que los asesinos respondan de sus actos. SE comprende, aún más cuando muchos nombres han sido lanzados al aire, y ciertas personas citadas estaban efectivamente presentes en el estadio el día de la masacre.

El caso del enigmático Toumba Diakhité, ex ayudante del capitán Moussa Dadis Camara. El mismo que intentó cometer el regicidio del día 3 de diciembre de 2009, y muchas otras personas que están en la lista negra, elaborada tras los asesinatos, una lista prácticamente avalada por la juez Fatou Ben Soudan, enviada por el Tribunal Penal Internacional hace unos meses, a Conakry, para tal efecto.

El mismo ex jefe de la Junta Militar estaría dispuesto a responder ante un tribunal si fuera convocado. Eso es lo que dio a entender el pasado 26 de agosto, ante Blaise Compaore y Sekoubá Konaté, que le visitó en Uagadugú.

Sin embargo, esto sería como soltar el pájaro en mano, a cambio de los ciento volando, porque en un momento en el que los guineanos están buscando una hipotética fecha para la segunda ronda de votaciones presidenciales, si focalizasen su atención sobre estos crímenes, relegarían a un segundo plano su retorno a la normalidad.

Las presidenciales son hoy un imperativo categórico para los guineanos. De este gran escrutinio depende cualquier otra perspectiva. Felix Houphouët- Boigny solía decir, cuando se tenía que enfrentar a la policía marfileña, que entre la injusticia y el desorden, él prefería, con mucho, la injusticia. Actualmente, los guineanos deben elegir entre sus eternas exigencias principales que son la justicia, el fin de la impunidad y la llegada de un nuevo amanecer, el retorno al estado de derecho.
Y precisamente, los defensores de los derechos humanos harían bien si, por el momento, no se desviasen del camino principal y dejasen que el país logre terminar este proceso capital.

Activar ahora una eventual justicia para estos crímenes, parece inoportuno. De todos modos, está claro que en tanto que Guinea Conakry no se libre de esto que parece una trampa sin fin, es decir que no vea la llegada de una vida política serena, toda acción legítima es imposible, incluso para las jurisdicciones supranacionales.

Los crímenes del 28 de septiembre no prescriben, y el nacimiento de un estado de derecho en Guinea no puede sino apoyarse en la justicia, la piedra angular de toda democracia, para arrojar luz sobre estos crímenes. Nada impedirá entonces al pueblo de Guinea, con todas sus instituciones republicanas, como tendrá después de las elecciones, hacer justicia.

Será libre, por ejemplo, para crear una verdadera Comisión de la Verdad, Justicia y Reconciliación. Que permitiría por otra parte, mirar por el espejo retrovisor de los últimos 50 años. Porque no hay duda de la masacre del estadio de Conakry, del 28 de septiembre, pero antes estaba el campo de Boiro, de siniestros recuerdos, y el de Koundera, en menor medida.

Zowenmanogo Dieudonné Zoungrana

(L’Observateur Paalga, Burkina Faso, 28-09-10)

Traducido por Rosa Moro.

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