Guerra de palabras en Ruanda: el caso de Yvonne Idamange

1/03/2021 | Opinión

idamange_yvonne_iryamugwiza-2.jpgEn un artículo reciente nos preguntábamos si el Frente Patriótico Ruandés (FPR) se había decidido por fin a hacer política. Parece que ahora la cuestión ya ni se plantea. El FPR, en efecto, ya no tiene otra opción que aceptar el debate, ya que la palabra se ha liberado y el monopolio por parte del FPR del debate público es ya cada vez más insostenible. Esta nueva forma de contestación del orden establecido no es el hecho de viejos responsables políticos nostálgicos del antiguo régimen. Viene del interior mismo del sistema de la mano de la generación de los que tienen entre 25 y 45 años; generación presta a tomar las riendas del país y que no está dispuesta a contentarse con seguir ciegamente la línea marcada por el partido.

Hemos visto aparecer estos últimos meses a varias personalidades que comentan y analizan la actualidad sociopolítica del país con una mirada más bien crítica, muy diferente de lo que habitualmente oímos en los medios públicos o cercanos al poder. Esas voces críticas se expresan en general en redes YouTube basadas en Ruanda, en el extranjero o en radios locales. Es una feliz consecuencia del desarrollo del acceso a nuevas tecnologías de la información en Ruanda; ello permite a los ruandeses poder expresar sus puntos de vista sobre diversos asuntos sociales y políticos y denunciar las desigualdades y las injusticias cotidianas.

Lo más interesante es que, contrariamente a los opositores habituales, acusados de ser nostálgicos del antiguo régimen, los nuevos críticos son producto del sistema actual. La mayoría tiene menos de 45 años y han sido formados en el Ruanda posgenocidio. Algunos son hijos de antiguos refugiados que habían huido tras la revolución de 1959 y que regresaron después de la guerra de 1990-1994; otros son supervivientes del genocidio contra los tutsi.

En general, los críticos son sistemáticamente acusados de ser enemigos del país, genocidas, terroristas, ladrones, propagadores de la ideología del genocidio, negadores o minimizadores del genocidio contra los tutsi. La nueva disidencia no escapa a este tipo de acusaciones. Tom Ndahiro, que se presenta como un investigador especialista del genocidio, es uno de los que sobresalen en este tipo de ataques y calificativos. Está entre los defensores más acérrimos del régimen en las redes sociales y es el que ha cargado en Twitter contra las voces más críticas y populares del momento, acusándolas nada menos que de ser “Interahamwe”: “Yvonne Idamange es la recién llegada entre los que propagan las ideas de los Interahamwe, al decir que el genocidio es instrumentalizado. Es como Aimable Karasira, Umubavu TV, Victoire Ingabire Umuhoza, Mutabazi, Gatanazi y otros que vendrán si el gobierno no actúa severamente contra los que minimizan el genocidio y llaman a la insurrección”.

Yvonne Idamange se ha convertido en unas semanas en la nueva bestia negra del régimen. Sus vídeos, en los que acusa al gobierno de instrumentalizar el genocidio, de nepotismo y de corrupción, han conmocionado a la comunidad ruandesa. Alabada por la oposición por haberse atrevido a hablar públicamente, es vilipendiada por los prorégimen. La Comisión Nacional de Lucha contra el Genocidio (CNLG), las asociaciones de supervivientes y otros fans del régimen, se han levantado como un solo hombre para acusarla de minimizar el genocidio; algunos incluso han llegado a acusarla de ser una “falsa superviviente” y decir que no era de verdad una tutsi.

Sin embargo, lejos de intimidarla, esas acusaciones han impulsado a Idamange a ir más lejos en su crítica. En su último vídeo publicado el 15 de febrero, lanzó un auténtico bombazo: Acusa al gobierno de instrumentalizar con fines políticos y económicos la memoria y los cuerpos de las víctimas del genocidio contra los tutsi. Señala con el dedo la falta de apoyo moral a los jóvenes supervivientes, así como la ayuda financiera insuficiente, mientras que los fondos destinados a los supervivientes son desviados para asegurar el lujoso tren de vida de los dignatarios del régimen. Se muestra igualmente crítica con la gestión de los memoriales, en los que son expuestos los restos de las víctimas. Para Idamange, el horror del genocidio habría podido ser mostrado sin mostrar necesariamente los cuerpos de las víctimas, exponiendo, por ejemplo los instrumentos utilizados para el genocidio o las fotos de las víctimas, con textos explicativos, como así se ha hecho en los memoriales de la Shoha.

Acusa al régimen de ser responsable de una larga serie de desapariciones forzosas, de asesinatos y muertes sospechosas en estos últimos años, sin que se haya permitido realizar investigación alguna sobre los desaparecidos o sobre los culpables. Acusa al gobierno de haber intentado acallarla enviando a su casa a Bamporiki Edouard, secretario de Estado de Cultura, para “comprar” su silencio y que la habría amenazado de muerte cuando rechazó su ofrecimiento. Sorprendentemente, el secretario de Estado ha confirmado esta visita y la ha justificado afirmando haber ido como abogado y amigo de la familia para ”recordarle los crímenes y las penas en las que incurría según la ley”.

Para coronarlo todo, Idamange ha vuelto a cargar sobre la ausencia de liderazgo en la cima del Estado. Lanza un llamamiento a la población para que salga a la calle y vaya pacíficamente, con biblias, hasta los locales de la Presidencia, para exigir que cese la mascarada que “consiste en ocultar la muerte del presidente Kagame, a fin de que el país deje de ser gobernado por un cadáver”.

Desde el momento mismo de la publicación de este explosivo vídeo comenzaron a circular rumores sobre la suerte de Idamange. La policía, muy habituada a sustituir a los psiquiatras, en un comunicado en el que se afirmaba que ella presentaba signos de locura, anunció su arresto al final del día. La detención fue denunciada por la oposición como un nuevo ataque a la libertad de expresión y comenzaron a organizarse manifestaciones de apoyo a Idamange ante las embajadas de diferentes ciudades europeas.

El 22 de febrero de 2021, la policía judicial ruandesa (Rwanda Investigation Bureau) anunció haber terminado su investigación y haber enviado el dossier Idamange a la fiscalía. Los cargos contra ella son: incitación a la sublevación popular, golpes y heridas, publicación de rumores y demolición o profanación de memoriales o de lugares de inhumación de víctimas del genocidio.

El caso Idamange ha impactado fuertemente porque coincidía además con el primer aniversario de la muerte del cantante popular Kizito Mihigo; muerte anunciada el 17 de febrero de 2020 por la policía que lo tenía detenido en comisaría y que provocó una oleada de emoción sin precedentes en el seno de la comunidad ruandesa.

En esto 20 últimos años, el régimen del FPR había logrado ahogar todo debate político en Ruanda. Con el pretexto de impedir la resurgencia de la “ideología genocida”, cualquier simple opinión divergente de la línea oficial eran reprimidas severamente. El ciudadano no poseía ningún medio para expresar su opinión o sus críticas sobre la gobernanza del país.

Pero, el viento parece haber girado. La generación de los 25-45 años, más desacomplejada con relación al pasado, ya no soporta esta capa de plomo que ha ahogado desde hace tiempo al país. La contestación, que hasta hace poco se hacía de manera anónima por medio de llamadas telefónicas en emisiones de radios locales o en comentarios de prensa online, se presenta actualmente a cara descubierta, de manera cada vez más precisa y seleccionada. Hasta hace poco, un ataque similar al lanzado por Tom Ndahiro, habría bastado para acallar cualquier crítica; hoy, este tipo de ataques extravagantes son ridiculizados o se vuelven contra el autor, acusado de dividir a los ruandeses.

Lo más característico de estos nuevos “disidentes” es que, en su mayoría, provienen de medios considerados normalmente como incondicionales del FPR. Aimable Karasira es un superviviente del genocidio contra los tutsi “del interior”, tal y como le gusta a él precisar. Antiguo profesor de la Universidad Nacional de Ruanda, ha sido expulsado de su puesto por sus posiciones muy críticas. Umubavu TV es uno de los medios del interior de Ruanda que ha dado la palabra a opositores internos como Victoire Ingabire o Bernard Ntaganda. Esta cadena es conocida también por dar la palabra a simples ciudadanos para denunciar las injusticias de las que son víctima. Victoire Ingabire es la presidenta del partido Desarrollo y Libertad para Todos (DALFA)-Umurinzi, encarcelada durante ocho años tras optar como candidata a la elección presidencial de 2010. Es regularmente objeto de los ataques de Tom Ndahiro que le acusa de negacionismo y terrorismo.

Mutabazi es un pastor evangélico que dirige una iglesia llamada Wisdom City-Kingdom Diplomats, cuya enseñanza es cercana a la teología de la prosperidad. “El apóstol” Mutabazi se presenta por otra parte como conferenciante, consultor en liderazgos, emprendedor y autor de libros sobre el cristianismo, desarrollo personal, liderazgo, economía y política. Su estilo mordiente, desacomplejado, sus análisis y comentarios agudos sobre la gestión política y, recientemente, su acerba crítica a las medidas contra la covid-19, le han valido una popularidad creciente en los medios alternativos ruandeses.

Gatanazi Etienne es un periodista independiente que comenzó su carrera en la televisión nacional. Luego trabajó como corresponsal de varios medios extranjeros, como la cadena china CGTN o la radio internacional alemana Deutsche Welle. En febrero de 2020 lanzó Real Talk Channel, una cadena YouTube con la ambición de que se convierta en el lugar donde se debata la vida política, dando la palabra a todo el espectro político ruandés, invitando a políticos y comentaristas de todos los horizontes. Etienne Gatanazi se ha ganado la ferocidad contra él de todos los incondicionales del FPR, nada acostumbrados a oír voces disonantes. Cuando Tom Ndahiro le ataca como “negacionista”, él le responde con una salida agradeciéndole que le haga propaganda, pero le recuerda también que su propia familia que se quedó en el país quedó afectada por ese genocidio que hoy se le acusa de minimizar.

A fuerza de utilizarlas a diestro y siniestro, ya no impresionan a nadie las acusaciones de negación o minimización del genocidio. Ahora, son Tom Ndahiro y la CNLG los que son acusados de divisionismo y ridiculizados.

Lo que sobresale más allá del episodio de Idamange es que el régimen, que aparentemente domina totalmente el país, se encuentra totalmente desprovisto de fuerza en el instante en que el ciudadano se lanza a hablar, a tomar la palabra. Si una sencilla ama de casa, madre de cuatro hijos, sola con su Biblia, es capaz de generar semejante conmoción en el país por el simple hecho de tomar la palabra y decir lo que lleva en el corazón, el mensaje a todos los que se preguntan qué hacer para propiciar el cambio en Ruanda es claro y sencillo: ¡Atreveos, tomad la palabra y expresaros!

Luc Rugamba

Fuente: Jambonews

[Traducción, Juan Luis Iribarren]

[Fundación Sur]


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