Grandes partes de Goma están ahora bajo control del M23 y de sus aliados de las Fuerzas Ruandesas de Defensa (RDF). Este ataque será considerado probablemente dentro de 20 años como un punto de inflexión importante en la historia del conflicto congoleño. Es la quinta vez que la ciudad está en manos de una rebelión apoyada por Ruanda. Las dos primeras veces, en 1996 y 1998, tuvieron lugar en las Grandes Guerras del Congo, cuando Ruanda había penetrado oficialmente en territorio vecino. En aquella época, se beneficiaba de la simpatía de numerosos miembros de la comunidad internacional, ya que afirmaba que su único objetivo era defenderse de las milicias que habían perpetrado el genocidio en 1994.
Desde el fin de esas guerras en 2003, Ruanda jamás intervino oficialmente, contentándose con apoyar clandestinamente a grupos armados. En octubre de 2008, el CNPD, dirigido igualmente por tutsi congoleño, se batió hasta las puertas de Goma, haciendo huir al ejército. En noviembre de 2012, el Movimiento del 23 de marzo (M23), surgido de los restos del Congreso nacional por la defensa del pueblo (CNDP), con el apoyo ruandés, tomó y controló Goma durante una semana.
Desde entonces, el mundo ha cambiado. Esos dos ataques contra Goma marcaron el comienzo del fin de las rebeliones apoyadas por Ruanda, ya que los donantes de fondos presionaron sobre Ruanda para que desactivara la máquina de guerra. Hoy, las potencias occidentales parecen menos dispuestas a utilizar su considerable influencia sobre Ruanda para forzar un compromiso. Ruanda se beneficiaba entonces de la simpatía de los dirigentes occidentales; hoy es capaz es capaz de responder a los intereses financieros y estratégicos de esos países, así como al de países africanos, y ha utilizado su peso diplomático considerable para trabar relaciones en el mundo entero.
Todo ello sugiere que en ausencia de un cambio rápido y radical de la presión de los donantes sobre Ruanda, el M23 y su apoyo ruandeses están en Goma para quedarse y que su ocupación podría durar meses, incluso años. ¿Cómo hemos llegado a ello?
Ruanda se hace útil
Contrariamente a los ciclos de escalada precedentes, la intervención de Ruanda no ha suscitado reacciones negativas de los donantes, al menos hasta el presente.
Si bien la dependencia de Ruanda de los donantes ha disminuido estos últimos años, las subvenciones extranjeras siguen representando el 13% de su presupuesto; el Banco mundial estima que la ayuda total estos últimos años representaba el equivalente del 25 al 40% de sus ingresos (una parte importante de esta ayuda no transita el presupuesto nacional, de ahí la diferencia). Actualmente, recibe en torno a 1,3 mil millones de dólares de ayuda; su presupuesto total es ligeramente superior a 4 mil millones de dólares.
Más importante todavía, Ruanda depende enormemente de su reputación de país estable y pacífico: el turismo debería aportarle 660 millones de dólares en 2024 y el país se ha colocado como un importante centro de conferencias, acogiendo a más de 150 acontecimientos en 2023, que le han aportado 91 millones de dólares. Las actividades deportivas también han estimulado los ingresos: la National Basketball Association americana (NBA) se ha asociado con Ruanda en el marco de la Basketball Africa Leage (BAL); Kigali acoge este año una prestigiosa prueba ciclista mundial y ha depositado su candidatura para una carrera de Fórmula 1 (candidatura que ha quedado, al parecer, a la vista del ataque a Goma, en suspenso).
En el pasado, los donantes de fondos utilizaron el efecto palanca. En 2012, los EEUU, Alemania, Suecia, Reino Unido, la Unión europea, los Países Bajos e incluso el Banco mundial, típicamente apolítico, suspendieron 240 millones de dólares de ayuda. La mayoría de esas suspensiones tuvieron lugar en los meses que siguieron a la creación del M23, mucho antes de que tomara Goma en noviembre de 2012.
Esta vez, sin embargo, los donantes se han mostrado reticentes a utilizar esta palanca, incluso cuando el apoyo de Ruanda al M23 es mucho más importante que en 2012 – seis informes diferentes del grupo de expertos de la ONU entre 2022 y 2024 detallan este apoyo: más de 4.000 soldados, vehículos blindados, drones, misiles suelo-aire, equipamiento. Y, sin embargo, ningún país ha suspendido su ayuda esta vez. En 2022, las subvenciones de ayuda presupuestaria a Ruanda aumentaron un 48% con relación al año anterior. En 2023, la Unión europea anunció 900 millones de euros (39 millones de dólares) de inversiones en Ruanda por medio de Global Gateway, que se considera basarse en valores democráticos, de buena gobernanza y de seguridad, entre otros. El punto más controvertido es quizás que en medio del apoyo de las fuerzas ruandesas (RDF) al M23 – y mientras los EEUU habían suspendido su ayuda militar a Ruanda a causa del M23 – la UE acordó dos subvenciones de un montante de 43 millones de dólares a las fuerzas de defensa ruandesas por sus operaciones en Mozambique. Una parte de ese dinero estaba pensado para financiar la compra de equipamientos para las RDF; no se sabe si hubo tentativas para impedir que esta subvención ayudara indirectamente a las operaciones en RDC.
El otro gran apoyo, al menos hasta la llegada al poder del gobierno laborista en julio de 2024, fue el Reino Unido. Le ayudó a organizar la cumbre de la Commonwealth en Kigali en junio de 2022 y se abstuvo de mencionar el apoyo ruandés al M23. Si bien existen desde hace tiempo relaciones entre los partidos laborista y conservador con el gobierno ruandés, su relación eran especialmente estrecha a causa de una política anunciada en abril de 2022 con el objetivo de enviar a demandantes de asilo británico a Ruanda para que fueran tratados y si sus solicitudes fuera aceptadas, para que fueran realojados de manera permanente. En el marco de este acuerdo – que finalmente fue puesto en cuestión – el gobierno británico entregó 290 millones de libras (360 millones de dólares) a los Fondos de transformación e integración económica de Ruanda (ETIF), conocido por apoyar el crecimiento económico en Ruanda, entre 2022 y 2024.
Algunas críticas limitadas fueron formuladas. Los EEUU, en particular, denunciaron claramente el apoyo de Ruanda al M23 a partir de mayo de 2022. Otros gobiernos le siguieron tanto los EEUU (general Abdrew Nyamvumba) como la UE (capitán Jean-Pierre Niragiro) sancionaron a oficiales del ejército ruandés, si bien la UE no expresó ninguna inquietud sobre Alex Kagame, que dirigía las operaciones de las RDF en Mozambique, a pesar de los informes de la ONU según los cuales había supervisado el apoyo al M23 en el Congo. De todo ello, nada tuvo consecuencias materiales para Ruanda. La NBA, la Unión ciclista internacional (UCI) la Fondation Mastercard, todas anunciaron nuevas iniciativas importantes para Ruanda en el transcurso de este periodo y el turismo siguió prosperando. Entre las celebridades que en este periodo viajaron a Ruanda y que se fotografiaron con el presidente Kagame, citemos a Kevin Hart, Udris Elba, David Luiz, Naomi Campbellm Maria Shaparova, Ellen DeGeneres, Danai Gurira, Didier Drogba, el príncipe Cahrles (que se convirtió luego en rey), Sauti Sol, Patoranking y Youssou Ndour.
¿Por qué los donantes han sido tan reticentes a hacer presión sobre Ruanda?
En dos palabras, Ruanda ha sabido sacar partido de su ejército y de sus proezas diplomáticas para hacerse útil. Las fuerzas de defensa ruandesas son hoy el segundo mayor contribuyente a las misiones de paz de las Naciones Unidas, con 5.879 miembros de la policía y del ejército desplegados. Ello aporta divisas – la ONU ha pagado 150 millones de dólares en 2024 para esos despliegues, casi el equivalente del presupuesto militar del país – así como un efecto palanca. Es chocante constatar que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, así como su representante especial en RDC, casi nunca han mencionado explícitamente que Ruanda apoyaba al M23 (la declaración hecha tras el ataque de Goma, en el que 17 soldados de la Monusco y SAMIDRI murieron, ha sido una excepción).
Ruanda ha desplegado igualmente en el marco de misiones bilaterales en República Centroafricana (RCA) y en Mozambique, donde dispone en torno a 6.000 hombres. En RCA, los EEUU y Francia consideraron esas tropas como un bienvenido contrapeso a las tropas Wagner (hoy llamadas Africa Corps) desplegadas sobre el terreno. En Mozambique, los soldados ruandeses han sido muy eficaces para rechazar a los militares islamistas en l PROVINCIA DE Cabo Delgado, donde TotalEnergies (la mayor empresa francesa en cifra de negocio) tiene un proyecto gasístico de 20 mil millones de dólares.
A pesar de su pequeño tamaño, Ruanda se distingue igualmente en el ámbito diplomático como lo expresa el acuerdo concluido con el Reino Unido en el tema de los solicitantes de asilo. Ruandeses están hoy a la cabeza de la Organización internacional de la Francofonía. En la dirección ejecutiva de las Comisión económica de las Naciones Unidas para África, en ña presidencia adjunta de la Comisión de la Unión Africana, a la cabeza de la misión por la paz de Naciones Unidas en República Centroafricana y en la vice-presidencia del Fondo internacional de desarrollo agrícola, por no citar más que algunos organismos. Son activos y bien organizados en el Consejo de seguridad de la OLNU, así como en la Unión Africana. Por ejemplo, durante mucho tiempo lograron influir lo que se llama el A3+, esto es, los tres países africanos miembros del Consejo de Seguridad , a saber, Sierra Leona, Argelia, Somalia y la Guatana, para que se opusieran a toda mención explícita a Ruanda en las declaraciones y resoluciones. La declaración de la Unión Africana sobre el ataque a Goma no menciona tampoco a Ruanda y las posiciones sostenidas por la Comunidad de África de este van a menudo en el mismo sentido.
En fin, el mundo ha cambiado desde 2012. La guerra de Ucrania, el Covid, el conflicto de Gaza y el avance del populismo de derecha han conducido al colapso del multilateralismo; numerosos países se repliegan sobre sí mismos o se concentran en crímenes que consideran importantes. Para países como Francia. Que está retirando de África sus despliegues militares, es útil tener aliados como Ruanda sobre el que contar: los EEUU tampoco son diferentes. Entre tanto, otros actores se desarrollan en África: los Emiratos árabes unidos, Turquía, Qatar y Arabia Saudí. La diplomacia y la presión parecen tener poco impacto en otras crisis similares: Sudán Myanmar, Gaza y Ucrania – en parte por faltade voluntad, en parte porque la diplomacia de la paz parece más difícil en un mundo multipolar y que se repliega en su interior.
La RDC: jugar con fuego
El gobierno ruandés ha declarado que la causa primera del problema del M23 era la persistencia de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR) en el este de la RDC y discriminación de los tutsi congoleños. Tal y como nosotros señalábamos en otro escrito, apenas existen pruebas de una amenaza inminente de las FDLR para Ruanda antes de la reaparición del M23 en noviembre de 2021. Si bien los discursos de odio y violencia contra la comunidad tutsi congoleña no datan de ayer, esas tendencias no han aumentado antes de la rebelión del M23 y no se ve cómo una rebelión violenta podría resolver las tensiones comunitarias; en el pasado esas tendencias se han exacerbado simplemente a causa del resurgimiento de la rebelión.
Pero el gobierno de la RDC ha cometido errores y dado dos falsos pasos en la gestión de la crisis. Tras la derrota del M23 en 2.013 frente al ejército congoleño y la Monusco el M23 huyó y se albergó principalmente en los campos militares en Uganda y Ruanda. En diciembre de 2013, la RDC firmó una declaración acordando al M23 una amnistía por los actos de guerra e insurrección y se comprometió a facilitar el regreso de unos 80.000 refugiados tutsi de Ruanda – una de las principales reivindicaciones de M23 – donde un buen número de ellos habían pasado más de una década. Esta promesa jamás fue cumplida.
Posteriormente, después de que un pequeño grupo del M23 se hubiera instalado en los flancos de un volcán en el parque nacional de los Virunga en 2017, el gobierno inició – muy lentamente – conversaciones con el gobierno ruandés. En octubre de 2019, las dos partes acordaron una hoja de ruta que levantaría los mandatos de detención contra los dirigentes del M23, liberaría sus miembros detenidos por insurrección y reintegraría las personas elegibles en las FARDC y en el servicio de los parques nacionales. Ahí, de nuevo, el acuerdo jamás fue llevado a la práctica. Una delegación del M23 se dirigió a Kinshasa en 2020, pero esperó meses. Por fin, en febrero de 2021m el ministro del Interior a petición pidió fondos para acompañar el proceso de desmovilización. Ahí también, parece que no hubo seguimiento.
Luego, cuando comenzaron los combates, el ejército congoleño sufrió derrota tras derrota, Durante décadas, el ejército congoleño ha sufrido una falta de formación, de equipamiento y de infraestructura. Por otra parte, el gobierno siempre ha fragmentado saboteado sus propios servicios de seguridad para controlarlos mejor e impedir un golpe de estado. Mobutu creó facciones que cabalgaban unas sobre otras y se hacían la competencia se enfrentaban una contra las otras, a la vez que se permitía a los oficiales enriquecerse gracias a la extorsión y al desvío de fondos. Tras el derrocamiento de Mobutu y la guerra posterior (1996-2003), el gobierno de Joseph Kabila (2001-2018) repitió la lógica de gobernanza de Mobutu. Kabila era perfectamente consciente de la amenaza que representaba el ejército para él; su padre había sido asesinado por su propio guardaespaldas. Además, tuvo que hacer frente a la integración de sus antiguos enemigos en un nuevo ejército nacional en el transcurso del proceso de paz 2003-2006. Para preservarse contra un golpe de estado, lo más simple era enviar el grueso de las tropas al rebelde este, enfrentar entre sí a los mandos, a la vez que permitir que se enriquezcan.
Tshisekedi, sintiéndose igualmente vulnerable en la cabeza de un cuerpo de oficiales nombrado enteramente por su predecesor, siguió valorando la lealtad en detrimento de la competencia. Si bien ha denunciado la “mafia” en el seno del ejército, no ha hecho gran cosa para erradicar la corrupción. Los informes que llegan del frente sugieren que algunos mandos de unidad hinchan los efectivos de sus tropas – multiplicando por dos o por tres – a fin de desviar los salarios suplementarios y los fondos destinados a la alimentación y a la salud. A menudo resulta difícil saber quién está a cargo de las operaciones, ya que las diferentes cadenas de mando se superponen y se hacen la competencia.
Estas debilidades han llevado a Tshisekedi, a pesar de tener un ejército diez veces más importante que sus rivales en el campo de batalla (120-000 FARDC contra en torno a 8.000 a 10.000 RDF/M23 y un presupuesto militar que ha ascendido hasta más de mil millones de dólares, a buscar aliados. Ha obtenido el apoyo de las tropas burundesas y de la Comunidad de desarrollo de África Austral (Sudáfrica, Malawi y Tanzania) y ha reclutado a las sociedades de seguridad privadas Agemira y Asociatia RALF/Congo Protection para garantizad la formación y el apoyo.
Además, lo que quizás es lo más grave. Ha integrado al ejército milicias locales, la mayoría de las cuales reclutan a sus miembros en función de criterios étnicos y son poco disciplinados y poco entrenados. En 2022, el parlamento adoptó una ley creando una Reserva armada de la defensa (RAD), en la que numerosos Wazalendo – milicias locales, algunas de las cuales operan desde hace muchos años – podían integrarse y recibir un apoyo- Esta medida tuvo cierto impacto en el campo de batalla, pero ha exacerbado los problemas de coordinación y reforzado los grupos conocidos por los abusos que cometían contra la población local. La misma lógica se aplica a las FDLR, la rebelión ruandesa, como cada vez que se ha visto confrontado a otras rebeliones apoyadas por Ruanda, el ejército congoleño ha comenzado de nuevo a colaborar con las FDLR, lo que ha permitido a Ruanda afirmar que se trataba del verdadero motivo de su intervención en el Congo.
Y luego, ¿qué sucederá?
Algunas cosas están claras. El proceso de paz de Luanda probablemente ha muerto o está bajo asistencia respiratoria. En el momento en que escribo estas líneas, el M23 y las RDF prosiguen su progresión en dirección de Bukavu.
El ataque a Goma será una etapa importante en la historia del Congo. Será difícil para las FARDC y sus aliados lanzar un ataque frontal contra el M23, que ocupa ahora la ciudad. Han perdido una gran cantidad de armas y equipamiento, así como miles de soldados que han muerto o han sido capturados. Se producirá igualmente una reevaluación de los altos responsables militares, en particular del ministro de defensa Guy Kabombo Mwafiamvita y del jefe de la casa militar Franck Ntumba. Ya había sustituido a numerosos mandos del ejército en una remodelación en diciembre de 2024.
El gobierno de Tshisekedi intentará probablemente cargar la responsabilidad del fiasco sobre otros, evidentemente sobre los ruandeses, pero también sobre los socios internacionales. La indignación se ha manifestado en las calles de Kinshasa el 28 de enero, cuando embajadas extranjeras fueron atacadas, a veces violentamente, por los manifestantes, probablemente empujados por los políticos. Pero esta derrota corre el peligro de costarle caro en el plano político. Ya se prepara para dar una batalla para modificar la constitución, concretamente para que se le permita ejercer el poder un mandato más tras el fin de su mandato actual en 2028. Necesitará toda la popularidad que pueda aunar para afrontar el desafío; la pérdida de una parte del país en provecho de una rebelión apoyada por Ruanda podría desestabilizar su coalición.
Lo que pueda llegar depende ampliamente de la comunidad internacional. En el momento en que escribo estas líneas, los gobierno alemán y británico han dejado entender que podrían repensar su ayuda a Ruanda a causa de su implicación en el Congo – no una suspensión firme de la ayuda, sino una reevaluación de su posición. Estos donantes y empresas extranjeras deberán decidir si pueden continuar haciendo negocios y suministrando ayuda a un país que ha creado una enorme crisis humanitaria en un país vecino.
Jason Stearns
[Traducción, Ramón Arozarena]
Fuente: EBUTELI
* Ebuteli es un instituto congoleño de investigación sobre la política, gobernanza y violencia.