El nuevo libro de Assara Zarai: “Las Mujeres Africanas, las TIC y las políticas neoliberales”, continúa con su trayectoria en el activismo académico, sensible al género, centrado en África, del que todos podríamos aprender.
Zerai demuestra que cuando las mujeres africanas son ignoradas, dadas las inmensas contribuciones que las mujeres africanas han hecho al avance de la democracia y la innovación de las tecnologías, entonces se debilita todo el poder de transformación de la comunicación, así como el poder educativo de la sabiduría tradicional indígena.
El libro resalta la sensibilidad de género centrada en África, para influir en los estudios de gobernanza y desarrollo, como una crítica del enfoque del Banco Mundial, pues ignoran el tema vital de la justicia social, y la democracia participativa.
El acceso de las mujeres a la educación, salud y a la tecnología de internet, explica la participación de las mujeres en el gobierno y en el desarrollo integral de la sociedad. Las TIC se utilizan, no solo para el entretenimiento sino especialmente para enfatizar los potenciales educativos, económicos y políticos.
Los programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo, muestran que, los países africanos que invierten menos en el acceso de las mujeres a la educación también tienden a tener bajos Índices de Desarrollo Humano en comparación con los países africanos en todo el Caribe.
Es probable que las mujeres aprovechen mejor la ecología de las TIC en beneficio de toda la familia y de toda la comunidad o de todo el país.
En África, la narración está dominada por mujeres que entretienen a sus hijos con cuentos populares a la luz de la luna para enseñarles la moral de su cultura. Los colonizadores europeos intentaron socavar la agencia de las mujeres africanas al intentar imponer o mantener un imperialismo patriarcal y racista que veía a las mujeres africanas como dependientes de los hombres.
Decenas de mujeres desarmadas fueron asesinadas a tiros, pero ganaron el derecho a no pagar impuestos sin representación y a no tener jefes coloniales.
Las mujeres kikuyus en Kenia, libraron una lucha contra la imposición del trabajo forzoso a las mujeres y su explotación sexual, cuando se vieron obligadas a viajar lejos para trabajar en los ferrocarriles sin paga.
Las mujeres sudafricanas se levantaron contra las leyes de aprobación del apartheid. Finalmente, las mujeres liberianas se organizaron con el fin de poner fin a la sangrienta guerra civil que los hombres utilizaron como excusa para violar y aterrorizar a las mujeres en su competencia por el control de los diamantes de sangre.
Es bien sabido que el coltán , el metal que alimenta los teléfonos celulares en todo el mundo, proviene principalmente de la República Democrática del Congo, donde las guerras genocidas continúan y la violación es utilizada como arma de guerra contra las mujeres por los señores de la guerra que luchan por el control de la riqueza mineral del país.
Un banquero sudanés en Londres, Mo Ibrahim , desarrolló una propuesta para establecer torres de telefonía celular en África para permitir que los africanos se llamen entre sí sin estar conectadas con las compañías de telefonía fija que estén conectadas a las capitales de los países colonizadores.
Vendió su empresa, Celtel, por más de tres mil millones de dólares y luego creó la Fundación Mo Ibrahim, para apoyar la buena gobernanza en África otorgando 10 millones de dólares a cualquier líder africano que haya sido elegido como un buen líder por los jueces. Lamentablemente, escasean tales gobernantes íntegros.
Las compañías de telefonía celular y los proveedores de Internet deberían ofrecer justicia reparadora a las mujeres africanas que han sido discriminadas y victimizadas en la lucha por los recursos naturales con los que se fabrican los teléfonos.
Pero finalmente, serán las propias mujeres africanas, las únicas pioneras, en liberarse de toda forma de esclavitud y marginación, y para participar en términos de igualdad, en la gobernanza responsable y en una gestión justa de los recursos y medios de comunicación, y así potenciar un desarrollo sostenible para todos.