En la provincia italiana de Palermo era cegadoramente obvio que un hombre fue el centro de atención durante toda la conferencia y las discusiones. Desafortunadamente no era de la parte libia, sino el enviado de las Naciones Unidas a Libia, Ghassan Salame. A Salame se le prestó atención por parte del gobierno italiano, considerándolo la parte principal de las discusiones en la conferencia de Palermo, titulada por los italianos «Para y con Libia”.
Cuando Salame propuso su primer plan de acción en septiembre de 2017, todas las partes en Libia y toda la comunidad internacional lo respaldaron y, por lo tanto, la crisis de Libia se vio obligada a seguir el camino que eligió Salame. Sin embargo, cuando el curso de los acontecimientos se descarriló un poco en diferentes momentos, como cuando aconteció la lucha por el petróleo en junio de 2018 y los enfrentamientos mortales en Trípoli hace unos meses, Salame también se presentó como el único hombre que puede arreglar las cosas en Libia y cuyo juicio sería adoptado por todos. Salame desempeñó el papel de líder de Libia: pidió un acuerdo de alto el fuego, reunió a todas las partes en una reunión en Al-Zawiya y logró que se comprometieran.
En la Conferencia de Palmero, Salame fue quien dirigió las reuniones sobre las condiciones económicas y de seguridad en Libia. Él y el personal de la UNSMIL dieron su visión sobre cómo auditar las cuentas del Banco Central de Libia, unificar las instituciones económicas y continuar con las reformas económicas. En seguridad, Salame también estuvo allí para obligar a todas las partes en la Conferencia de Palermo a sentarse juntas e incluso a darse la mano y sonreír a las cámaras.
Salame fue el elegido por los anfitriones italianos para celebrar una conferencia de prensa de clausura, tras la finalización de la Conferencia de Palermo. Salame estaba ahí con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, para instruir a los libios, los que supuestamente se encuentran en medio del conflicto y en constante búsqueda de soluciones para su propio país. Salame comunicó a los libios que había cambiado de parecer y que ahora las elecciones habrían de celebrarse en la primavera de 2019, añadiendo que se reunirá con los libios nuevamente a principios del siguiente año, en una conferencia nacional, para decidir sobre las bases constitucionales de las elecciones.
En resumen, todo giró en torno al rol de Salame. Los libios estuvieron presentes en la mesa de discusiones, pero a lo que se refiere a la toma de decisiones, sólo Salame tenía el permiso para hablar sobre y representar a Libia.
Abdelkader Assad
Fuente: The Libya Observer
[Traducción y edición, Sara Gil Martín-Serrano]
[Fundación Sur]
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