Por primera vez, Israel se afronta a los fantasmas. El Estado judío, que dispone del ejército más sofisticado y mejor preparado en El Medio Oriente, empezó, el 27 de diciembre de 2008, una guerra total contra la franja de Gazza, un territorio de 300 km2 poblado por 1,5 millones de palestinos. No encontró en el campo de batalla ni baterías antimisiles, ni vehículos acorazados ni cuarteles. El resultado hasta el 8 de enero de 2009 ha sido de 765 muertos, 3155 heridos (30% son niños y 15% mujeres) pero los combatientes de la organización palestina Hamas y las milicias son invisibles y siguen en pie de guerra. Son los civiles, sobre todo los niños y mujeres, el principal objetivo de los bombardeos de la aviación, las fragatas y los carros de combate. Esta guerra desproporcionada nos invita a hacer dos reflexiones: la ausencia total en los campos de combate de medios de resistencia y de defensa del adversario, y, la falta de apoyo militar de los palestinos de parte del mundo árabe. De una parte, observamos, cadáveres, niños malheridos o agonizando y mujeres llorando. El ejército israelí, que se apoda “el invencible”, se afrenta sólo a los civiles aunque los medios de comunicación hablan de lanzamiento de cohetes contra asentamientos israelíes. De otra parte, el silencio de los dirigentes árabes es patente. El mundo árabe vive una fractura que separa la sociedad civil de los gobiernos. Las manifestaciones populares en la mayoría de las capitales árabes se organizan como reacción a la incapacidad de los dirigentes y la Liga de los Estados Árabes de conseguir el alto de fuego y ejercer una presión a nivel internacional para proteger a la población civil en Gazza. Una nueva terminología nace en plena confusión para designar dos bandos en la región, uno “moderado” y el otro “duro” y el medio, un pueblo palestino fraccionado por motivos ideológicos, políticos y tácticos. Los Estados árabes, calificados como “moderados” son los que predican el pragmatismo y la Real politik y actúan conforme con la estrategia diseñada por Egipto, que se opuso a la reunión de una cumbre árabe. Para ellos, el centro del poder en Palestina está en Ramallah, sede del gobierno que dirige Mahmud Abbès. Prefieran que el gobierno Abbès pilote la empresa de la paz y actuar en nombre de todos los palestinos. Los otros, “los duros”, abogan por la defensa sin condiciones de los derechos de todos los palestinos, la apertura de los accesos a Gazza para socorrer a la población y el cesé inmediato de las hostilidades. Para ellos, la organización Hamas, que Israel no reconoce como interlocutor válido, es una pieza central en la ecuación de la paz. En todo caso, ninguno de los dos bandos no está dispuesto a ver aniquilada la población de Gazza ni asumir la responsabilidad de entrar en conflicto con Israel y su protector, Estados Unidos. Impotente, la opinión pública sigue con amargura, desesperación e indignidad cómo el mundo árabe se descompone como una constelación de reinos de taifas. En la búsqueda de la vía más rápida para poner fin a las hostilidades, lidiar las asperezas y acercar las posturas entre “moderados” y “duros”, la mayoría buscó en Turquía un aliado neutro. Esta providencial mediación condujo al Consejo de Seguridad de la ONU. Otra vez, la cuestión palestina se ha perdido en los meandros y largos pasillos del Palacio de Cristal de las Naciones Unidas, y, la retórica de los diplomáticos. Mientras en Gazza, el ejército de Israel es dueño del cielo, de la tierra y del mar. La población está sola resistiendo al exterminio, al genocidio y… al silencio de los dirigentes árabes y la indiferencia de la comunidad internacional.
Editorial: Construir juntos una sociedad más acogedora
Existe un clamor popular, cada día más extenso, para construir juntos una sociedad cada día más humana y acogedora. Por un lado, están los...