Fútbol podrido: El filme «Las rayas de la cebra», por Antonio Molina

23/10/2014 | Bitácora africana

Que el fútbol está dominado por el dinero y gangrenado por la corrupción de agentes de jugadores, directivos de clubes y príncipes de los Emiratos árabes petroleros no es ninguna calumnia. Es la triste realidad…

TRES FILMES QUE TRATAN DE ESTE ASUNTO

En enero 2013, salió en Francia: “Comme un lion” . En febrero de este año, el público francés pudo ver otros dos filmes sobre el mismo tema: “Las rayas de la cebra” y “El cocodrilo de Botswanga”.

Resumiendo las tres películas, asistimos a toda la estrategia de los ‘buscadores de portentos’, que bajan del Norte (Europa) a los clubes del Sur (aquí se trata del África occidental, el antiguo ‘coto de caza cerrado’ de la Francia colonial). Vemos de todo: Corrupción, regateo de precios, comisiones astronómicas de los mediadores, contratos estelares, como si todos los ‘niños prodigio futboleros’ fueran ‘galácticos’…

LOS DOS ‘BENITOS’ BELGAS

¡Qué coincidencia! El realizador es Benoît Mariage, apoyado por los productores, Boris Van Gils y Michaël Goldberg, (¡menudo apellido! ), con razón tiene dinero. Detrás de la cámara, dirige Benoît Poelvoorde, belga, flamenco. .

Director y actor ya habían trabajado juntos en dos filmes: ‘El Cowboy” Y ‘Los escoltas esperan’, que nunca han sido doblados en español.

“Las rayas de la cebra” es una comedia, que comienza como una farsa futbolística exagerada sobre el mundillo africano del balón.

Benoît Mariage había realizado un documental muy bueno sobre los jugadores africanos de los clubes de Costa de Marfil, seleccionados por un club flamenco del norte de Bélgica.

Benoît explica que el tema del fútbol fue sólo un pretexto para tratar de las relaciones Norte/Sur y sobre las dificultades para apreciarse y llegar a ser buenos amigos entre Negros y Blancos, que viven en mundos tan diferentes y muchas veces con intereses opuestos. También, descubre el sentido de lo que se considera ético y lícito, tan diferente en una sociedad de la abundancia o en un mundo dominado por la penuria y la pobreza. Termina diciendo: “A mí me gusta hablar de temas graves con palabras ligeras. Mis filmes son como fábulas o parábolas.”

Como buen regateador, Benoît Mariage ‘dribla’ cortando todos los clichés y estereotipos, tanto colonialistas como ‘tercermundistas’. Esto da lugar a algunas escenas ‘carcajeantes’, lo mismo en el despacho de un ministro, que en el restaurante de un hotel de lujo, o en la camioneta de una ONG humanitaria, el dinero está presente, la avaricia no está sólo en la dirección Norte/Sur, también en el sentido Sur/Norte.

NO OS CUENTO LA PELÍCULA

El tema es: José es un agente ‘cazatalentos’, que va a reclutar jóvenes futbolistas. Como ‘viejo zorro’, él conoce todos los trucos para abrir las puertas y estrategias para descubrir los ‘portentos’. No es fácil engañarlo.

Entre los candidatos marfileños al exilio belga se encuentra Yaya, que dice tener 19 años, ex niño de la calle, medio bandido, es un prodigio con el balón. El día del examen médico en el centro deportivo de un gran club sufre un ataque de malaria… José se desilusiona y se queda sin su gallina de los huevos de oro

Para consolarse, va con su amigo Koen a un club nocturno…Los dos beben y José se deja seducir por los encantos de África, encarnados por la linda Gigi… Se enamora de ella y comienzan a salir y entrar juntos…

Mientras Jose busca jugadores por los clubes de los barrios populares. Un buen día, quizás una noche, Gigí le anuncia que está embarazada. La noticia sume a José en un ‘terrible embarazo’. Se lía la manta a la cabeza y rechaza a Gigi, acusándola de mentirle y de haberle sido ‘infiel’. Pronto se arrepiente y trata de reconquistarla, pero es demasiado tarde…

Se consuela embarcando con Yaya para Bélgica, convencido de su calidad, aunque tenga paludismo. José necesita salir de su crisis financiera. Su ‘joya’ Yaya acaba por firmar un contrato con un club de Charleroi, que justamente se llama ‘LOS CEBRAS’.

Club que existe en realidad, cuyas camisetas llevan rayas negras sobre fondo blanco, como la cebra, su animal de referencia, que es su mascota viva.

Y no sigo contando, pues hay que ver la película…

CRÍTICA

Que le guste a uno el fútbol o no, hay que ver ‘Las rayas de la cebra’, es un filme magnífico, porque esta tragicomedia tierna, extraña y cruel, explora maravillosamente las relaciones entre el Occidente y África con rara delicadeza. Sobre el fondo del balón futbolístico se tratan cuestiones como la política y el sexo, el amor, la paternidad, la generosidad, etc…


POLÍTICAMENTE INCORRECTO, PERO ENORMEMENTE TIERNO

Benoît termina confesando: “En mi película todos apañan, los blancos y los negros, por momentos todos se ríen de todos y otras veces algunos rechinan los dientes de rabia. Hay quien me lama ‘racista’, yo respondo que soy ‘realista’, conocedor de los dos mundos. Claro, cuando digo que ‘África nunca ganará la Copa del Mundo de Fútbol’, los africanos me llaman racista y cuando digo que ‘lo peor que le puede acontecer a un Blanco es tomarse por un Negro’, entonces son los europeos quienes me injurian, rebosantes de rabia. Pero reconozco que no lo digo con malicia. Reconozco que el mundo del fútbol es una galaxia de locos y que hables o te calles, levantas ampollas sea con tus palabras, sea con tus silencios.”

CONCLUSIÓN

Me parece que este filme nunca lo veremos en las pantallas comerciales españolas. Creo que es el clásico filme que se pasea de festival en festival. Quizás lo vean los miembros de algunos cineclubes.
En Francia, desde febrero, no ha pasado del millón de espectadores. En el estreno, en París, sólo se vendieron 332 entradas. ¿Será que al público no le gusta oír y ver las verdades, cuando son ‘basura’?
Ya dijo el Sabio: “Al mundo le gusta ser engañado”… Poco más adelante se afirma en el libro de Daniel: “El número de los tontos es infinito…”

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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