Dicen que los Mundiales celebrados en países de tradición futbolística prometen. Así parece ser por estos días. El Mundial de Brasil comenzó con bastante más brillo que el anterior de Sudáfrica, menos empates, y con la firme intención de combatir el racismo. Desde el punto de vista del juego, no obstante, África sigue esperando el despegue futbolístico. Sus estrellas brillan en el fútbol europeo pero, a la hora de capitalizar la experiencia en sus respectivos combinados nacionales, el intento es poco provechoso. Por caso, Nigeria tiene un excelente combinado femenino, líder continental, pero los hombres de las “Águilas Verdes” dejaron más dudas en la cancha que otra cosa frente a un impreciso y débil seleccionado iraní. Y son el último campeón africano. Ningún equipo en lo que va del Mundial ha impresionado, por el contrario, solo uno de los cinco africanos consiguió la victoria, Costa de Marfil, frente a una no muy sólida selección japonesa. A lo sumo, pareció que Argelia daba la sorpresa, pero no fue posible. Los belgas reaccionaron a tiempo.
Los méritos de equipos africanos y los de jugadores del continente en los campeonatos internacionales de fútbol son escasos. Ocupan el margen de los records históricos y son, en varios casos, indicadores negativos. Las marcas mundialistas positivas africanas se reducen a solo una. El jugador más veterano en convertir un gol fue el recordado Roger Milla quien, en Estados Unidos, en 1994, anotó un gol ante los rusos, con 42 años. Milla es considerado por muchos el mejor jugador africano de todos los tiempos. Una nota de color: su equipo amargó el debut argentino en Italia 1990. El brasileño Carlos Parreira, gracias a la anfitriona Sudáfrica en 2010, se convirtió en el primer y único técnico en dirigir en 6 copas de la FIFA.
Hubo que esperar hasta 1978 para la primera victoria de un equipo africano, fue el 3 a 1 de Túnez frente a México.
Camerún, Senegal y Ghana son, al momento, los seleccionados del continente que mejor performance obtuvieron en mundiales y el primero tiene el récord africano de haber participado en 7 incluyendo el actual. Los tres fueron eliminados en cuartos de final: en Italia 1990 el primero, en Corea-Japón 2002 el segundo, y las “estrellas negras” en un emotivo duelo con Uruguay en Sudáfrica 2010 que se definió desde el punto de penales.
Existe un poco más de presencia en materia de logros negativos. Por ejemplo, el primer jugador en ser expulsado en dos mundiales consecutivos fue Rigobert Song (camerunés) sancionado en los Estados Unidos en 1994 y en Francia en 1998, siendo también el primer expulsado más joven del torneo. En ese último mundial, Camerún tampoco tuvo suerte en otra estadística: un jugador contrario le anotó la mayor cantidad de goles convertidos en un mismo partido (cinco, convertidos por el ruso Oleg Salenko).
Otros logros son más anecdóticos que históricos. El tunecino Riadh Bouazizi fue el capitán más salidor, reemplazado en los tres partidos que su equipo jugó en Alemania 2006. El serbio Milutinovic fue el técnico de más seleccionados nacionales, incluyendo la Nigeria de 1998. También se recuerda la curiosa clasificación a octavos de final en el debut mundialista camerunés, en Italia 1990, con tres partidos empatados y promovido solo por escasa diferencia de gol. Al día de hoy, África sigue esperando la presencia de un equipo que le dé una plaza en semifinales.
En 1990, gentileza de Camerún, se perfiló la posibilidad de pensar que en 20 años el fútbol africano estallaría, pero todavía no lo ha hecho. Sólo hubo destellos ocasionales: uno fue el equipo nigeriano en 1996 y dos combinados juveniles que obtuvieron sendos títulos en 2007 y 2009. El hecho que Sudáfrica haya sido electa en 2010 como sede de Mundial, pese a las expectativas, no provocó una mejoría en las selecciones africanas ya que sus actuaciones allí, a excepción de la de Ghana, fueron negativas. En efecto, el anfitrión obtuvo una nueva marca negativa tornándose el primer organizador que no logró superar la instancia inicial de grupos.
Más allá de los aspectos futbolísticos, es interesante notar la forma en que África es noticia en el Mundial de Brasil. Se disputa en el segundo país con mayor población negra del mundo y el principal en cantidad de afrodescendientes, paradójicamente una parte de la población desplazada que protagoniza importantes protestas fuera de los estadios manifestando su descontento por un megaevento que desvía recursos de preocupaciones locales y que supera en costos a los dos mundiales anteriores juntos (u$s 11.754 millones), siendo el más caro hasta entonces y ya auguran que Rusia 2018 lo superará. También la competencia se lleva a cabo en un país donde el racismo es habitual (fue el último en abolir la esclavitud en 1888) y la población que más lo padece es la afrobrasileña, dentro y fuera del país. Así lo testimonia, por solo dar un ejemplo, el caso del plátano arrojado al jugador Dani Alves en la liga de España, a fines de abril.
La FIFA propuso una lucha sin cuartel y de tolerancia 0 contra estas actitudes, aprovechando el Mundial como instancia única para combatir el racismo y la discriminación. Ha alentando desde las redes sociales una campaña antirracista con la difusión del hashtag #SayNoToRacism que el mismo Papa Francisco promoviera, junto a celebridades del ámbito. Sin embargo, los estereotipos y los comentarios siguen apareciendo. Van aquí algunos ejemplos:
– El tan criticado acto de inauguración, junto a los “bloopers” que le costaron el puesto al director de cámaras de la ceremonia, contó tal vez con uno no tan comentado, además de ser un grosero error conceptual. La esfera que mostró las banderas de los 32 participantes tuvo un error. La bandera de Nigeria no estuvo, sino la del vecino Níger, cuyos colores son bien diferentes. Quizá, por tratarse de un país africano, no pasó a mayores.
– Se leyeron quejas desde las redes sociales que apuntaban a que los relatores, para referir a las escuadras africanas, en vez de denominarlas por su respectiva nacionalidad, lo hacían por el genérico de “africanos”. África es un continente de 55 países. Solo 5 han clasificado y llegaron a Brasil. En la prescindencia de la repetición se incurre en una grosera generalización. Nadie indica los “sudamericanos” para mencionar a los brasileños o argentinos, por caso.
– La aerolínea de bandera norteamericana Delta Airlines felicitó el triunfo de su país con un tweet. En éste su seleccionado apareció representado por medio de una imagen de la estatua de la Libertad, mientras que al de los ghaneses le correspondió una jirafa. Muchos tildaron el tweet de racista e inoportuno, y más de uno respondió en forma irónica que la próxima vez que fuera a Estados Unidos lo haría en jirafa. Otros ghaneses, por su parte, respondieron que jirafas no hay en su país. La empresa pidió disculpas.
– El debut argentino contra Bosnia no estuvo exento de racismo. Presuntamente dos simpatizantes argentinos compararon con “monitos” a brasileños que alentaban al combinado balcánico.
Esperemos que este breve inventario no crezca y que la campaña de la FIFA logre inculcar la idea de un fútbol pacífico y sin prejuicios. Por último, que el mensaje perviva tras el 13 de julio.