El asesinato de Ismail Atumani, tesorero de la Asociación de Críquet de Malaui, ha sacudido a la comunidad deportiva internacional. Según reportes de The Times Malawi y la BBC, el cuerpo de Atumani fue encontrado con múltiples heridas de arma blanca cerca de su casa en Blantyre, en lo que las autoridades investigan como un crimen con posibles móviles políticos o vinculados a la gestión de fondos en la federación.
Atumani, descrito como un «funcionario comprometido» por la BBC, había denunciado amenazas previas relacionadas con su trabajo en la asociación, donde supervisaba finanzas en medio de acusaciones de corrupción en el deporte malauí. Mientras The Times enfatiza el brutal método del crimen (incluyendo tortura), la cobertura internacional subraya el contexto: Malaui enfrenta una ola de violencia contra líderes deportivos, con tres casos similares en África Oriental este año.
La International Cricket Council (ICC) calificó el hecho como un «ataque cobarde» y exigió que se haga justicia, mientras la policía local ofrece una recompensa por obtener información relativa al caso. El crimen ocurre semanas antes de un torneo regional, poniendo en duda la seguridad de los participantes. Los analistas deportivos citados por ambos medios coinciden en que este caso refleja los riesgos de gestionar deportes populares que mueven grandes cantidades de dinero en entornos con una frágil gobernanza.
Javier Moisés Rentería
CIDAF-UCM
