Frédéric Buabré, pensador, dibujante y filósofo, por Antonio Molina

27/01/2015 | Bitácora africana

El 28 de enero se cumpe un año del fallecimiento de Frédéric Buabré, artista plástico, natural de la Costa de Marfil. Moraba en el popular barrio de Yapugón, en Abiyán. Murió a los 90 años en su casa.

Nacido en 1923 en Zépreguhé, provincia de Daloa, en el corazón de la entonces llamada A.O.F. . Durante la II Guerra Mundial (1939-45) luchó en la marina francesa, al terminar el conflicto, se quedó en Senegal, empleado en la administración del famoso ferrocarril Dakar-Níger. Al regresar a su país, desempeñó funciones de destaque en organismos oficiales y secretariados en diversos ministerios, hasta que se jubiló en 1982.

EL INTELECTUAL

Buabré amaba intensamente su cultura, por eso en 1948, cuando trabajaba en el ferrocarril, comenzó a investigar la cultura de su pueblo ‘BETÉ’, que él describe como ‘una maravillosa visión solar’. Se convirtió en PROFETA, miembro de la Orden de los Perseguidores, bajo el nombre de cheik Nadro . Frédéric contemplaba la vida cotidiana, escuchaba la voz interior, reflexionaba sobre la obra de Dios y la belleza…

INVENTOR

Cansado de oír a los franceses afirmar, que la cultura del pueblo ‘beté’ no poseía ninguna forma de lenguaje escrita hasta la llegada de los europeos a África, Frédéric ‘creó’ el alfabeto beté compuesto por 448 pictogramas. Se trata de una escritura fonética, que Frédéric no se consideraba ‘inventor’, sino ‘descubridor’.

Contaba que esta forma de escribir le fuera ‘revelada’ durante una serie de visiones producidas al contemplar los objetos de la vida ordinaria con espíritu atento e investigador, un espíritu conectado con la belleza y la idea de lo divino. Poco a poco fue descubriendo vestigios y expresiones de una escritura africana ancestral desinada a constituir un alfabeto silábico.

La primera fuente de signos fueron unas pequeñas piedras, encontradas en la aldea de Bakora, después estudió los tatuajes y las escarificaciones, que adornan a los miembros de ciertas etnias africanas. La tercera fuente fueron las pesas que los ‘Arkans’ utilizaban para pesar el oro. Añade vestigios de pinturas rupestres simbólicas y escritos en la madera negra, el calzado y objetos de uso cotidiano como los peines.

Nunca consideró acabada esta investigación, que lo llevó a constituir un ‘corpus’ de 448 pictogramas, que corresponden al número de sílabas diferentes de la lengua beté’.

Frédéric se manifiesta como ‘profeta’. Una de sus obras esenciales, fruto de sus reflexiones, es el ‘LIBRO de las LEYES DIVINAS’, que recopila 973 preceptos para las diferentes esferas de la existencia. Además escribió un cuento filosófico, ilustrado con 53 dibujos. ‘La leyenda de Domín y Zezé’.

EL DIBUJANTE

La constancia en el estilo y formato de sus dibujos es otra característica de Buabré. Dibujaba todos los días, pues decía que sus dibujos eran la materialización de las revelaciones, que afirmaba tener todos los días. Su papel de dibujo era como una postal de 10×15 cms. Sus instrumentos: Una pluma de tinta negra y lápices de colores. El centro del cuadro ocupado por el dibujo simbólico y alrededor, como una cenefa, una frase en letras mayúsculas referentes a la visión. La frase empezaba siempre después de un punto rojo, que ‘abría el ritual’ y cuando quedaba espacio suficiente, cerraba con su símbolo personal, un asterisco. En el dorso ponía la fecha de cada revelación y firmaba cada obra.

Estaba convencido que el papel del artista era llamar a la redención. Frédéric fue encontrando en los escritos africanos prehistóricos, en los anuncios modernos, en emblemas y símbolos, nuevas formas de interpretación universal, cuyo fundamento último era su fuerte fe en Dios. Denotando un modo de interpretación perspicaz de la manera de funcionar el mundo.

RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL

La consolidación de Buabré en el escenario artístico internacional aconteció al participar en el año 2002, en la Documenta de Kassel, exposición donde presentó su colección: ‘El Museo del Rostro Africano’. Esta fama se ha ido confirmando por su participación en exposiciones colectivas e individuales. Lo que ha hecho que sea uno de los artistas africanos contemporáneos, cuyas creaciones son comparadas a las de sus colegas occidentales discípulos de Picasso.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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