Cuando uno contempla a Feddy Tesha, una pequeña mujer de 58 años, en las reuniones oficiales en Dar es Salaam, en los caminos de su granja o en las carreteras de Tanzania, que recorre sin cesar, se nos plantean dos preguntas. Primera: ¿qué es lo que le llevó y le permitió desarrollar una de las principales explotaciones lecheras en el país en lugar de ser una pequeña agricultora como sus padres o una funcionaria que es lo que le hubiera permitido su modesta educación? Segunda: ¿cómo sería África si todo el mundo fuera como ella?
Un día, hace diecisiete años, Feddy puso compró y la puso en la parte de atrás de su casa para alimentar mejor a sus cuatro hijos. Los cuidados prodigados al animal hicieron que éste diera más leche que la media (10 litros por día). Así que empezó a vender su excedente de leche. Dado el éxito de su pequeña empresa, compró una segunda vaca, después más, construyó un granero, y más tarde dos.
Hoy Feddy Tesha tiene 60 vacas, que producen más de 1.000 litros al día, y su planta procesadora de leche recibe la producción de 135 pequeños productores, en su mayoría mujeres. Es presidenta de la Asociación de Productos Lácteos de Tanzania y su compañía, Profate Investment Ltd, busca ahora 1.2 millones de dólares para crear una cooperativa lechera en el distrito Mkuranga, al sur de Dar es Salaam, donde 624 pequeños productores están dispuestos a entregar su leche y donde el gobierno ha puesto a su disposición de 850 hectáreas. Es muy probable que consiga ese dinero de una organización local como el “Corredor Sur para el Crecimiento Agrícola de Tanzania (SAGCOT) o de una organización internacionales como la iniciativa “Grow Africa” salida del Foro Económico Mundial, y que se han colocado en el mercado proyectos de interés para los inversores internacionales, que ahora ven que África es uno de los destinos más rentables del planeta.
Feddy considera que su historia no es nada excepcional. Recibió del gobierno de Tanzania un curso de 3 semanas cuando sólo tenía unas pocas vacas, que abrió los ojos al mercado lácteo. Se estima que cientos de agricultores pueden pasar de lo que es la mera supervivencia a la producción en masa.
La cooperativa que prepara tiene ya, en su corazón, un preciso modelo agrícola donde se impartirán cursos: prácticas modernas de producción de leche, la arquitectura de la granja lechera, cuidados veterinarios, almacenamiento de heno, manipulación higiénica de la leche, el biogás y la energía solar, la cosecha de agua de lluvia, la preparación de los pastos resistentes a la sequía y la inseminación artificial.
Gran parte de los futuros miembros de la cooperativa son mujeres masai que en la cultura de su grupo étnico, están a cargo de la leche. Las vacas producen actualmente 3 litros por día, pero su potencial es de 10 litros. Para ello, es necesario cuidar de los animales, de la organización de la granja y sobre todo tener un mercado de leche que compre toda la producción. La demanda de queso, yogur y leche pasteurizada es enorme en Tanzania». Feddy Tesha espera transformar el sector lácteo en su país.
Mientras tanto, su éxito ya ha transformado la vida de sus hijos. El mayor es ayudante de laboratorio en un hospital. El segundo informático. El tercero ha hecho un MBA en una buena escuela. En cuanto a su hijo adoptivo, el último, ha estudiado finanzas y trabaja en el sector inmobiliario. Pero, ¿quién va a cuidar de las vacas? «No te preocupes sonríe Feddy. Hay suficientes agricultores en Tanzania».
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Fundación Sur