Desde lo alto de la tribuna de las Naciones Unidas, el presidente francés François Hollande, el día 25 de septiembre, condenó firme y abiertamente a Ruanda con relación a la guerra en el este del Congo. La bronca de París en Nueva York, eco de la de la UE el mismo día desde Bruselas, es saludada en Kinshasa, donde se espera que la Asamblea General de la ONU adoptará por fin medidas sancionadoras contra el régimen de Kigali a causa del apoyo de éste al M23.
La situación de guerra en RDC preocupa a la comunidad internacional. Se suceden condenas y presiones sobre Kigali. El 25 de septiembre, en su intervención desde la tribuna de las Naciones Unida, el presidente francés ha condenado abierta y firmemente a Ruanda. Naturalmente, se ha basado para ello en los informes que circulan, concretamente en los de expertos de la ONU, para recordar la implicación del régimen ruandés en la inseguridad creada por el M23. A tener en cuenta que esos informes van acompañados de documentos y pruebas irrefutables de la implicación de las autoridades ruandesas en la aventura guerrera del M23.
La intervención de François Hollande demuestra, si aún fuera necesario, que Francia sigue manteniéndose solidaria con la RDC y que se preocupa por la catastrófica situación humanitaria creada por la guerra que lleva a cavo el M23 contra las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo, FARDC, desde hace varios meses en el este del país. Las primeras evaluaciones del estos enfrentamientos armados hablan de numerosos muertos y de 300.000 personas desplazadas. Nuevas muertes inocentes vienen a añadirse a la célebre cifra de 6 millones de víctimas de las que han hablado las organizaciones no gubernamentales que se han preocupado por la tragedia que perdura en RDC, desde 1996.
A este drama humanitario hay que añadir la explotación ilegal y sistemática de los recursos naturales de la RDC por parte de señores de la guerra creados por los que están detrás de falsas rebeliones cíclicas. Esa región a partir de la cual se querría experimentar el proyecto de balcanización del Congo.
Es cierto que el enfado de París se añade a condenas que otras muchas naciones han expresado antes de anunciar sanciones y medidas restrictivas contra Kigali. El mismo martes se oía en ese sentido la voz de la UE en Bruselas. Según la portavoz de Catherine Sahton, la UE habría suspendido una nueva ayuda a Ruanda. No obstante, Michael Mann ha precisado que “la UE no ha interrumpido los proyectos en curso que están destinado a la ayuda a los pobres”. La decisión adoptada “retrasa un apoyo presupuestario suplementario hasta que Ruanda aclare su posición y su compromiso constructivo en la búsqueda de soluciones” en la guerra. Según su portavoz, Catherine Ashton ha añadido: “Esperamos que Ruanda actúe de manera constructiva de palabra y obra a favor de una paz duradera en el este de la RDC”.
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Todas estas condenas son saludadas positivamente por la opinión pública congoleña, pero, se desea ir más lejos, ya que con frecuencia tras condenas o suspensiones ruidosas se suceden en sordina ayudas que fortalecen al régimen de Ruanda en sus objetivos hegemónicos con relación a la RDC. Es el caso del Reino Unido que se ha vuelto atrás de su anuncio de sanciones contra Ruanda. Los congoleños esperan de todos sus socios que se adopten sanciones claras y firmes y expresan dos exigencias fundamentales: el respeto de la soberanía de la RDC y la desaparición del M23.
(Le Potentiel, RDC, 26/09/2012)
Traducción y resumen de Ramón Arozarena.
