Fiscal Ocampo: la despedida de un impostor

2/07/2012 | Opinión

Hace ahora nueve años exactos que el fiscal argentino Luis Moreno Ocampo dirige investigaciones de cargo en el seno de la Corte Penal Internacional (CPI). Zona de inestabilidad política y de conflictos armados, África enseguida llegó a ser su terreno predilecto. Porque blande la amenaza de órdenes de detención contra algunos dirigentes africanos, ciertas organizaciones de derechos humanos han hecho de Luis Moreno Ocampo el hombre providencial que encarna de ahora en adelante la lucha contra la impunidad, nuevo estandarte de la CPI. Esta apreciación, tantas veces rebatida, merece en el momento de su salida de la CPI una detenida valoración. El pasado del señor Ocampo y su trabajo ante la Corte nos obligan a ello. Por haber investigado durante mucho tiempo al que antaño fue el abogado del famoso futbolista argentino Diego Maradona y sus métodos de investigación como fiscal de la CPI, vamos a narrar aquí algunas secuencias de su obra.

1.- Ocampo, el defensor de los Derechos Humanos

Nacido en 1952, Luis Moreno Ocampo comienza su carrera en Argentina como asistente del fiscal durante el juicio de la junta militar que dirigió el país de 1976 a 1983. Poco después, se hace abogado y se exhibe como defensor de los Derechos Humanos. En 1991 crea en Buenos Aires la fundación Poder Ciudadano, una ONG que pretende promover el Estado de derecho. Ocampo decide entonces ampliar la defensa del Estado de derecho al conjunto de Estados de América Latina ¡Lo cual resulta muy ambicioso! De ese modo, su fundación participa en la creación de una red interamericana para la democracia y la comisión de seguimiento de la convención interamericana contra la corrupción. Lo que ocurre es que esas acciones son ante todo iniciativas políticas que responden principalmente a la política de influencia de Estados Unidos en la región, y son directamente financiadas por los fondos públicos americanos a través de la USAID (Agencia Americana de Desarrollo Internacional). Las rentas y los gastos de la misión del señor Ocampo durante este periodo al frente de su fundación están por lo tanto garantizados por el gobierno americano. En 1995, con el apoyo de algunas personalidades políticas influyentes en Washington, se convierte en el representante para América Latina de Transparency International, una institución que también trabaja por cuenta de la organización americana National Endowment for Democracy (NED). Esta última es sobre todo una oficina que organiza golpes de Estado contra jefes de Estado en América Latina. Como recordatorio, en abril de 2002 la NED financió el golpe de Estado contra Chávez, por valor de unos 20 millones de dólares. Los hermosos discursos de Poder Ciudadano sobre la democracia parecen más bien servir acciones ocultas de la diplomacia estadounidense en América Latina. La continuación de su carrera nos proporciona algunos elementos de apreciación.

2.- Ocampo y el asunto Jean-Pierre Bemba

Tras haber perdido las elecciones presidenciales en 2006 en la República Democrática del Congo, Jean-Pierre Bemba fue detenido por la policía belga y diferido ante la CPI en julio de 2008. ¿Qué se le reprocha? El fiscal Ocampo le reprocha haber introducido sus milicias armadas en la República Centroafricana (RCA) para dar apoyo al presidente Ange-Félix Patassé por aquel entonces asentado en el poder de ese país. Este último, con serias dificultades al frente del Estado, solicitó al señor Bemba ayuda para gestionar una situación político-militar caótica. Finalmente, y como consecuencia de las muertes, heridos y desplazados, la CPI, bajo la batuta del fiscal Ocampo, decidió perseguir exclusiva y prioritariamente a Jean-Pierre Bemba. Esta preferencia es difícil de entender ya que si el señor Bemba es acusado de crímenes en la República Centroafricana, el señor Patassé, su antiguo presidente, que le invitó, debe ser al menos acusado él también de complicidad. Sin embargo, este último ni ha sido perseguido ni auditado por Ocampo. Esto hace que diversos abogados y representantes de las organizaciones de Derechos Humanos digan que las investigaciones del fiscal son parciales y parcializadas. Peor aún, de todos los grupos armados que actuaron en la RCA en la época de los hechos, sólo el grupo de Jean-Pierre Bemba interesa al fiscal Ocampo. ¿Por qué esta elección? Este modo de “hacer justicia y luchar contra la impunidad” no convence ni a los juristas curtidos ni a los puristas del derecho penal internacional. También apareció en ese dossier que el fiscal utilizaba falsos testigos para justificar sus acusaciones. El juicio de Jean-Pierre Bemba todavía transcurre con sobresaltos y se topa con múltiples dificultades para ser equitativo y creíble. Son las mismas dificultades que también se plantean a propósito de las investigaciones efectuadas en Sudán sobre “el genocidio de Darfur”.

3.- Ocampo y el “genocidio de Darfur”

El mundo entero vivió la campaña propagandística sobre el “genocidio de Darfur” dirigida por el gobierno de Georges W. Bush y su secretario de Estado Colin Powell. Todo el mundo se comprometió: “Save Darfour” en Estados Unidos con George Clooney y “Urgence Darfour” en Francia con Bernard Kouchner, Bernard-Henry Lévy, etc. El fiscal Ocampo acaparó el asunto hasta emitir una orden de detención internacional contra el presidente de Sudán Omar Al-Bashir. Único problema, en 2005 una comisión de investigación de la ONU presidida por el juez italiano Antonio Cassese entrega un informe que dice que los acontecimientos de Darfur no son constituyentes de genocidio. Esta opinión es compartida por numerosos observadores independientes como los miembros de Médicos Sin Fronteras, sobre todo su antiguo presidente Rony Brauman, y cierto personal humanitario que trabajaba allí en Darfur. Para Ocampo todo esto no tiene ninguna importancia, lo que cuenta es la detención del presidente sudanés. No obstante, en su propia demanda el fiscal reconoce que “el jefe de Estado sudanés no ha cometido física o directamente” los crímenes de los que está acusado pero subraya que los habría cometido con la mediación del aparato del Estado. Más importante aún, Sudán nunca ha ratificado el protocolo de Roma que instituye a la CPI. Por lo tanto, esta última no puede lógicamente perseguir a un jefe de Estado que no reconoce su competencia. No pasa nada, el señor Ocampo afirma en los medios de comunicación que hay que detener al presidente sudanés si se atreve a viajar al extranjero. Entonces, los trámites políticos del fiscal comienzan a irritar a los juristas. Su propio amigo, Jens Meierhenrich, profesor de Derecho en la Universidad de Harvard, declara: “las declaraciones públicas de Luis Moreno Ocampo aportan muy pocas pruebas del genocidio de Darfur”. Sobrepasado por la campaña mediática del fiscal de la CPI, el juez italiano declara al diario italiano “La República”, “no se administra justicia con fanfarrias”. El golpe es contundente. Ocampo encaja pero no renuncia. Apela a la Cámara Preliminar de la CPI para que inscriba la acusación de genocidio en la orden de detención contra El-Bashir. Pero en su decisión del 4 de marzo de 2008 la Cámara rechaza el argumento de “genocidio” y considera que ningún elemento en el dossier autoriza a formular esta acusación. Molesto con esta decisión, apela a la Cámara de Apelación que nuevamente rechaza la acusación de “genocidio” contra Al-Bashir. Su dossier es poco consistente pero se mofa de ello. Para lograr que se mantenga la acusación de “genocidio en Darfur”, Ocampo no duda en recurrir a falsos testigos o a falsos testimonios. Según un antiguo becario de su oficina y uno de sus colaboradores que hemos interrogado, la presunción de inocencia y la imparcialidad no son nociones que haya que cuidar si se trabaja al lado del fiscal Ocampo.

4.- Ocampo y la crisis marfileña

Durante la crisis marfileña, se puede constatar que el método de trabajo del fiscal de la CPI realmente no ha evolucionado en la dirección correcta, es decir, colocando la presunción de inocencia y la imparcialidad en el centro de las investigaciones. Partió de un prejuicio, “la comunidad internacional desea la caída y la detención del presidente marfileño Laurent Gbagbo”. En plena crisis, Ocampo amenaza pues con detener a los que violan los Derechos Humanos en Costa de Marfil. Sin duda busca mostrarse cooperador en el caso de que la “comunidad internacional” necesite sus servicios. Es lo que va a suceder, ya que dos abogados parisinos del señor Alassane Ouattara están preparando en el mayor de los secretos una demanda contra el presidente Laurent Gbagbo en marzo de 2011 y la dirigen al fiscal Ocampo. Una vez derrocado y detenido el presidente Gbagbo, Ocampo se reúne discretamente en París con Alassane Ouattara para poner a punto una estrategia de transferencia del presidente Gbagbo ante la CPI. Si se admite que la crisis postelectoral ha enfrentado dos bandos, que el conflicto armado también ha enfrentado dos bandos, se puede suponer que hay sospechosos y sospechas de crímenes en ambos bandos. Aparentemente, Luis Moreno Ocampo no hace la misma lectura de los acontecimientos. Su visión de los crímenes en Costa de Marfil es unívoca y restrictiva.

A pesar de los crímenes cometidos por los rebeldes marfileños pro-Ouattara y sobre los cuales la ONUCI dispone de abundante documentación, a pesar de los actos de violencia realizados por las fuerzas de Alassane Ouattara ante las cámaras de televisión del mundo entero, el fiscal de la CPI ha juzgado que sólo Laurent Gbagbo era digno de ir a La Haya. El juicio nos dirá si el que los medios de comunicación a menudo han presentado como un despiadado cazador de criminales, no es en realidad un sirviente oculto de las decisiones políticas de la “comunidad internacional”. Dicho de otra manera, el que ha sido elegido para preparar y ejecutar “golpes de Estado judiciales” por cuenta de la CPI, en lugar de los tradicionales “golpes de Estado militares”, ¿es un defensor del derecho o un impostor? A la espera de que nuevas presas vengan a llenar las mazmorras del nuevo fiscal, no ha sido inútil silbar a nuestra manera la salida poco honrosa del pseudo-militante de la lucha contra la impunidad. Le decimos “Adiós, Moreno”.

Charles Onana.

Autor de “Los secretos de la justicia internacional”.

Publicado en “Le Nouveau Courrier, Costa de Marfil, 19 de junio de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Juan Carlos Figueira Iglesias.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster