El jueves, 5 de diciembre, falleció en su casa, a los 95 años, rodeado de su familia, Nelson Mandela, MADIBA como lo llaman sus compatriotas. El hombre que derrotó al racismo, contra el que luchó toda su vida, treinta años de ellos en la prisión de Robben y que por su empeño en el perdón y la reconciliación entre la minoría blanca opresora y el pueblo surafricano oprimido, mereció el Premio Nobel de la Paz, goza ya de la Paz eterna.
Mandela puso fin al apartheid e hizo que los blancos cedieran el poder. De joven predijo que él sería el primer presidente negro del país. Cosa que se cumplió en abril de 1994. Como líder del grupo militar del ANC
Sisulu, que era el jefe del ANC, quedó impresionado por Mandela desde el primer encuentro. Entonces, Sisulu tenía 30 años y Mandela, 24. Decía Sisulu: “Me impresionó más que cualquier otra persona que conociera antes. Su aire, su simpatía, yo buscaba a personas de verdadero calibre para ocupar puestos de responsabilidad y él fue un regalo del cielo.”
Si la política consiste en el arte de ganarse a la gente, Mandela fue un maestro consumado. Manejaba la política con grande maestría, combinando el encanto de su persona, nacido de su enorme seguridad en sí mismo, de sus principios morales de honestidad inflexible, de su visión de la estrategia y de su pragmatismo. Siempre fue coherente entre lo predicaba y lo que practicaba. Icono de lo que debe ser un buen político.
El arzobispo emérito de la Iglesia Anglicana de Suráfrica, Desmond Tutu, decía de él: “Su magnanimidad es su mejor cualidad.”
Su prioridad fue cimentar la frágil nueva democracia y evitar una contrarrevolución. Él se esforzó en convencer al comité de su partido que había que ganarse el respeto y hasta la simpatía de los ‘afrikaners’
Todo el mundo se hace eco de la pérdida de Mandela Palabras del presidente Jacob Zuma: “Mandela deja huérfana a Suráfrica y se ha ido en vísperas de que el país celebrara el 20º aniversario de la democracia que él ayudó a establecer. Hemos perdido al más grande de los hijos de Suráfrica, yo me siento como el hijo que pierde a su padre.” Toda la prensa del mundo le ha dedicado sus portadas y extensos reportajes de su vida. Se está volviendo a proyectar el filme “INVICTUS”, que relata su vida. Este dolor es compartido por todo el mundo.
Una hora después del anuncio oficial de su fallecimiento, el presidente Obama hablaba en Washington en recuerdo de Mandela, destacando “su humildad, su compasión, su humanidad, que le hicieron ganarse el cariño de personas por todo el mundo.” Al terminar su discurso Obama prometía asistir en Johannesburgo acompañado de su familia a los funerales oficiales. Las agendas de muchos líderes internacionales se modificaron, para participar en estos funerales mundiales. El Príncipe de Asturias, D. Felipe de Borbón y el presidente Rajoy han ido en nombre de España.
CONCLUSIÓN
El arzobispo Desmond Tutu hablaba refiriéndose a Mandela de su MAGNANIMIDAD, ese ánimo enorme constituyó su GRANDEZA, por eso tiene razón Zuma al decir:” Es posible que no volvamos a ver a nadie que iguale a Madiba.”