El lenguaje escrito llegó a África a finales del siglo 16. Entonces los misioneros y exploradores comenzaron a poner el alfabeto a las lenguas africanas habladas.
Antes de eso, desde hace miles de años, las historias de África, fábulas y mitos se pasaban verbalmente de generación en generación, y por desgracia muy a menudo se perdían.
La mayoría de las tradicionales populares africanas: cuentos, mitos y fábulas tienen una moraleja y se utilizan para educar o entretener, o para explicar el comportamiento animal o las tradiciones.
Nunca he visto un rinoceronte blanco o negro, pero si muchos grises. ¿Por qué?
Hace mucho, mucho tiempo, sólo había animales salvajes y los San (las primeras personas de África) que vivían en los espacios abiertos y salvajes de África. Era el tiempo en que las personas y los animales todavía podían hablar y entenderse entre sí.
Los animales que llevaban allí mucho más tiempo, eran más sabios y más fuertes que humanos, y a menudo tenían que enseñarles a sobrevivir en el desierto.
El rinoceronte tenía el conocimiento de cómo hacer fuego. La nutria tenía el conocimiento de cómo pescar y nadar y el babuino tenía el conocimiento de qué frutas y plantas silvestres poder comer.
La nutria y el babuino fueron bastante felices de poder compartir sus conocimientos con los san, pero el rinoceronte era un viejo gruñón amargado y malo, y se negó a compartir su conocimiento sobre el fuego con los seres humanos.
Cada vez que los seres humanos le pedían: «por favor, enséñanos cómo hacer fuego, tenemos frio por la noche y la oscuridad nos da miedo. El rinoceronte meneaba la cabeza y se alejaba gritando: «no sé, idos de aquí»
Pero cada vez que el rinoceronte decía esa mentira, su poderoso cuerno en la nariz comenzaba a picarle terriblemente.
Al no tener las manos a la altura para poder rascarse, pensó que utilizaría un árbol para frotar contra él su cuerno para el picor, pero sólo conseguía prender fuego al árbol. Muchas fueron las veces que los humanos preguntaron al rinoceronte, y cada vez sucedía lo mismo.
Así, durante un largo tiempo, las cenizas grises de todos los árboles quemados fueron cambiando su piel a un color gris e hicieron sus ojos muy débiles.
Tanto es así que, incluso hoy en día cuando se ve un rinoceronte, su piel sigue siendo gris.
Debido a que el rinoceronte no quiso compartir su conocimiento, los San tuvieron que robarle el secreto del fuego, pero eso es otra historia.
Moraleja: el conocimiento se debe compartir
gateway-africa.com
Fundación Sur
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