Explotación de minerales en el este de la RDC: Joseph Kabila debe sancionar a los culpables

17/09/2010 | Opinión

El pulpo de múltiples tentáculos va a caer pronto en las redes de la justicia. Joseph Kabila ha decidido cortar la hierba bajo los pies de la red mafiosa que alimenta la explotación y exportación ilícita de los minerales en el Kivi, suspendiendo todas las actividades mineras hasta nueva orden. Sólo una justicia independiente será capaz de hacer frente al desafío del jefe de Estado para castigar a los culpables, que se encuentran en todos los niveles de la pirámide nacional.

Todos lo sabían, pero nadie levantaba la voz para denunciarlo, porque todos sacaban provecho, tanto en el ámbito local, como provincial y central (Kinshasa). Un escenario digno de “Los animales enfermos de peste”, de La Fontaine.

En su gira de inspección, el Jefe del Estado se ha percatado de la amplitud de los daños. La anarquía es tal las tres provincias (Maniema, Kivu Norte y Kivu Sur) de gran Kivu de antaño se ha convertido en un Far west, un “no man’s land”. En este sentido, el comunicado del ministerio de Minas señala sin contemplaciones a los magnates de la cadena de alimentación y mantenimiento de la inseguridad en el este de la RDC. Menciona “la implicación manifiesta de algunas autoridades locales, provinciales y centrales, tanto civiles como militares en la explotación ilegal y en el comercio ilícito de minerales”.

La consecuencia inmediata en este estado de cosas es que las operaciones de estabilización y pacificación llevadas adelante por el Estado se han salado a menudo con resultados mediocres. Ya que, en cuanto se adoptan las medidas, los ejecutores sobre el terreno se volatilizan o se esconden detrás de títulos de propiedad etc… Y peor todavía, encuentran pasarelas para proseguir con su empresa, borran pistas y hasta llevan a cabo represalias contra la población civil. Muertos que se cuentan por millones y numerosos desplazados son las víctimas del apetito insaciable de los que deciden en todos los ámbitos del aparato del Estado. Como la impunidad está garantizada, nadie se atreve a desistir en esta tarea de extraer dinero de la sangre de apacibles poblaciones.

CASTIGAR A LOS CULPABLES

Ha caído la decisión de Joseph Kabila y se ha franqueado una nueva etapa, al decretar la prohibición de cualquier explotación minera en el Gran Kivu. Ha cogido el toro por los cuernos. El centro nervioso del sistema de desestabilización del este de la RDC, que se alimenta gracias a actividades paralelas de explotación de minerales como la casiterirta y el coltan ha recibido un golpe. Pero no es hora de proclamas de buenas intenciones; hay que actuar. El gobierno ha optado seriamente por la restauración del la autoridad del Estado y debe perseguir a esas personas que durante años han puesto sus propios intereses por encima de la vida de las poblaciones y por encima de la existencia de la República. “Por medio de pequeños aviones porteadores que aterrizan en una carretera abandona, las FDLR, los militares, los Mai Mai, exportaban sus productos ilegalmente”.

Una vez identificados los mafiosos, habrá que poner en acción la máquina judicial. Los culpables deben ser llevados ante los tribunales. Nada se hará en RDC si la Justicia sigue como hasta ahora. La independencia de los jueces está garantizada sobre el pael, pero en realidad persisten pesadas tendencias, a causa de la falta de dotaciones y medios logísticos y de la inmunidad de la que gozan algunas personalidades tanto civiles como militares. Para llevar a cabo la tarea felizmente, el aparato judicial deberá ser puesto al abrigo de presiones de todo tipo.

Algunos observadores proponen que los jefes militares que operan en el este sean trasladados a otros lugares, para arrancar la hierba de raíz. La justicia militar deberá contribuir en las investigaciones y a la hora de las sanciones. El reglamento militar es claro. Comportamientos como los del general Nkunda en el pasado deben ser llevados ante una corte marcial. Es la única vía para que la decisión presidencial no se parezca más que a un espadazo en el agua.

(Le Potentiel 14/09/2010)

Traducido por Ramón Arozarena.

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