En Africanía hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Raúl Bajo-Buenestado (@raulbajob), catedrático de Economía de la Universidad de Navarra e investigador del Centro de Navarra para el Desarrollo Internacional @ncid_unav @ICS_unav. En dicha institución ha tenido lugar el taller titulado “Problemas de energía y medioambiente en los países en desarrollo” con un objetivo: discutir las perspectivas de aumentar el acceso a la energía en el mundo en desarrollo, mientras se promueven tecnologías asequibles y respetuosas con el medioambiente.
Rafael Sánchez: Entre los objetivos del taller habláis de la evaluación de la efectividad de las diferentes opciones de infraestructuras para la obtención de una energía sostenible en los países en desarrollo del continente africano. ¿De qué opciones estamos hablando?
Raúl Bajo: El abanico realmente es amplio y, a veces, sí que está claro cuál es la mejor opción, pero siempre hay una serie de conflictos o problemas locales, una serie de objetivos divergentes que hacen que no siempre se implemente la mejor política. Estamos hablando, en concreto, de opciones centralizadas, como puede ser, por ejemplo, una red nacional, en países en vías de desarrollo donde, ahora mismo, son sistemas muy precarios que no proveen de electricidad a toda la población. Por otro lado, tenemos las soluciones totalmente descentralizadas, por ejemplo, lo que se conoce como “generación distribuida”, es decir, dar a los hogares paneles solares para que sean ellos mismos quienes generen su propia electricidad. También existen opciones intermedias como las pequeñas redes, un generador que para dar electricidad o energía a tres o cuatro pueblos que haya alrededor. Este abanico se amplía aún más cuando consideramos las diferentes opciones que hay en cuanto a tecnología. Podemos citar tecnologías muy evidentes como los paneles solares, en el caso de las soluciones totalmente descentralizadas, pero también se puede hablar de una pequeña red que usa un generador de gas natural, o de centrales térmicas, de presas y que permiten regular el agua y generar energía con una planta hidroeléctrica. Como ves, el abanico es realmente amplio y, de todo esto, hemos hablado en el taller.
R.S.: Hablamos de un mundo con ochocientos millones de personas (estos cálculos hay que cogerlos, a veces, con pinzas) sin acceso a la electricidad. Si hablamos de África, simplemente los tres países con mayor déficit energético (Etiopía Nigeria y Sudán) son ciento dieciséis millones de personas sin acceso a la electricidad. Estamos hablando de países con difícil acceso también a la financiación, por lo que es importante elegir alternativas de menor coste. ¿Cuáles serían estas alternativas?
R.B.: Efectivamente, se estima que, actualmente, existen unos ochocientos millones de personas sin acceso a electricidad y, en concreto, tres cuartas partes de estas personas se encuentra en África subsahariana, donde el problema es realmente grave. Se estima que, para alcanzar el objetivo de dar acceso universal a toda la población para el año 2030 (todo apunta a que no se va a conseguir), que se requieren unos cincuenta billones al año de inversión. Retomando la última pregunta de cuál es la mejor opción para cada caso, va a depender un poco de la realidad de cada país, no hay una regla universal. Habría que estudiar cada caso y cuál es la alternativa que supone un menor coste para los gobiernos, para los inversores o para quién desarrolle el sistema eléctrico. Y aquí, merece la pena traer a colación las diferentes opciones de las que hablaba anteriormente. En países donde la densidad población es muy baja, no tiene mucho sentido extender las redes porque el coste fijo de extender la red es muy alto y quizás, en esos países, tenga más sentido hablar de opciones descentralizadas como pueden ser las pequeñas redes o incluso, dando un paso más allá, paneles solares como una opción de menor coste. También, hay que evaluar cuáles son los recursos que dispone esa zona en concreto, no es lo mismo hablar de una zona muy rica en recursos hídricos, donde tiene sentido poner una red pequeña con una planta de generación hidroeléctrica usando el cauce de un río, que hablar de zonas donde la ausencia de agua impide que esto sea así. También hay intereses que entran en conflicto porque, desafortunadamente, y es una cosa que se observa mucho en los países, existen los intereses del gobierno central, que en general suelen ser desarrollar una red nacional eléctrica en detrimento de los intereses más locales. Por resumir, tenemos varias alternativas y, en cada caso, hay que saber cuál es mejor aplicar, teniendo en cuenta los recursos, la densidad de población, la existencia de electricidad previa y también las necesidades de la población. Por último, también tener en cuenta posibles conflictos que se han observado entre diferentes opciones y, por supuesto, sin olvidar tampoco la cuestión medioambiental.
R.S.: Hablando sobre África señalamos la existencia de ciertas brechas: historicista, económica, de telecomunicaciones, digital… etc. Por ejemplo, África se ha saltado, en gran parte, el cableado de las telecomunicaciones para pasar directamente al satélite. En este sentido, ¿se podría aprovechar igualmente esta brecha energética para no invertir en aquellas que emiten más emisiones e ir directamente a energías más sostenibles?
R.B.: Esa es una muy buena pregunta y, realmente, para contestarla, hay que observar el contexto actual en los países más desarrollados, porque el consenso actual es que las tecnologías del futuro son las tecnologías limpias, como puede ser, por ejemplo, la eólica o la solar. Ahora bien, hemos observado recientemente en Estados Unidos e incluso aquí, en Europa, que se ha hablado de un apagón. Durante el pasado invierno, en concreto en la zona sur de Texas, Estados Unidos, sufrieron un gran apagón, y esto, en gran medida, viene dado por todos los retos que ha traído la integración de eólica y la integración de la energía solar. Por agregar algunos datos, simplemente en el estado de Texas, en los últimos 15 años, la energía eólica ha aumentado exponencialmente y se ha llegado casi al 15% de generación eólica cuando no había nada. S llevamos esta problemática, que existe actualmente en los países más desarrollados, hay que tener mucho cuidado a la hora de implementar esta tecnología directamente en los países que no gozan de un sistema eléctrico previo estable. No hay que olvidar que los países más desarrollados han crecido a base de contaminar y, precisamente porque han contaminado y han llegado a tener un sistema eléctrico más o menos este estable, les ha permitido integrar energía eólica y solar. La pregunta sería: ¿tienen ese mismo derecho a crecer contaminando los países en vías de desarrollo? ¿O directamente pasamos a implementar energía eólica y solar? Son energías buenísimas pero que también imponen una serie de retos por su intermitencia. Este es un debate súper interesante y del que hemos aprendido que no existe una solución única, creemos que debe analizarse cada caso, seguirá dando mucho para debatir.
R.S.: Yendo a la actualidad, la Unión Europea ha reconocido como energías verdes la energía nuclear y la energía gasística. Con proyectos nucleares en África tenemos a Sudáfrica, donde la primera planta nuclear fue construida por Francia con 1.800 megavatios y hay prevista otra de 1.359 megavatios, en un país donde el 5 % de la energía viene provista por la nuclear. Nigeria tiene un proyecto con Rusia. Hay que ver cómo avanza la cuestión con Rusia. Egipto tiene otro proyecto ya avanzado con Rusia para 4.800 megavatios, que teóricamente tendría que empezar este año. Kenia tenía previstas 4 plantas para 2030. Argelia tenía una otra prevista planta de 1.000 megavatios prevista para 2025-2030. Sudán está estudiándolo con China. Túnez, con Rusia, quería una planta para 2024. Ghana quiere establecer una con Japón. Níger está en contactos con Corea y Etiopía, Marruecos y Zambia también lo consideran. ¿Cómo analizáis el papel de las nucleares y las gasísticas?
R.B.: Este es un tema muy interesante porque se mezcla la parte técnica con la parte de marketing, de cómo presentar una cierta tecnología para que parezca x o y griega. En primer lugar, en cuanto a la energía nuclear, a nivel local tiene una serie de retos que son enormes incluso para los países más desarrollados: toda la gestión de los residuos nucleares no es un tema menor, el elevadísimo coste que supone desarrollar una central nuclear. Se sabe que la potencial ganancia sería un suministro eléctrico muy estable, pero igual este suministro eléctrico estable se puede conseguir con otras tecnologías. Más interesante aún me parece el tema gasístico, porque, por un lado, llamarle verde a una planta que genera mediante gas natural y tiene emisiones de CO2 me parece un poco locura. Estas emisiones de CO2 no existirían en la nuclear, que podríamos decir que es verde por esta razón, pero otra persona te diría que no puede ser verde porque hay residuos nucleares. En el caso de la gasística, es relativamente barata, es muy estable y quizá sea una opción para algunos países sin olvidar que África es un continente por explotar y, si ves las proyecciones de población, el que todo el continente se provea de energía gasística supondría un reto medioambiental enorme a medio plazo. Donde sí sería interesante la energía gasística, sería para pasar de un sistema precario, a uno estable, para finalizar en uno completamente desarrollado. Es mejor si lo comparamos con centrales de carbón. No olvidemos que países como Australia están repletos de carbón, o incluso en España quedan algunas centrales también, y en Estados Unidos demasiadas. Por lo tanto, esto de las etiquetas verdes y la decisión de quién sí y quién no puede contaminar es un tema que tiene mucha enjundia, por así decirlo.
R.S.: Naciones Unidas ha hablado de las mini redes como una opción segura y eficaz para la electrificación en zonas rurales, que podrían reducir emisiones hasta en un 80 %. Creo que tú eres un experto en estas cuestiones. También hay mini redes, por ejemplo, solares híbridas, ¿a qué nos estamos refiriendo?
R.B.: Sí, lidero un proyecto que ha presentado unos trabajos precisamente, es un trabajo sobre el impacto que tienen las mini redes. En concreto, el trabajo se ha centrado en Tanzania, donde ha habido una explosión en este sector y el número del de redes pequeñas se ha duplicado en un periodo de diez años, se ha llenado el país. Precisamente, porque el sistema nacional es muy precario y se ha visto que, en zonas rurales, más remotas, esta es la opción de menor coste. Pero no sólo ha habido pequeñas redes solares, sino también redes de biomasa, o pequeñas redes basadas en un generador hidroeléctrico, también algunas con generador de gas y nos ha permitido explorar cuál ha sido el impacto que han tenido estas redes en general. Lo que hemos observado es que estas redes sí han dado acceso y asistencia a las personas que estaban cerca geográficamente. Esto lo hemos observado con dos tipos de datos: utilizando datos de satélite, hemos observado que la luminosidad, en aquellas zonas donde existía algún mini generador, aumentaba. El otro tipo de datos que hemos empleado son estadísticos, encuestas en los hogares. Consistentemente, hemos encontrado que, allí donde se ha instalado una red pequeña, la población ha tenido un mayor acceso a la electricidad. Cuestión diferente es cuáles son los pros y los contras de la energía solar, gas, biomasa o hidroeléctrica. La primera y la última tienen unas ventajas medioambientales enormes, ya que no tienen ningún tipo de emisiones, pero hemos observado también que ha habido un impacto mayor en aquellas redes eléctricas alimentadas con un generador de gas, es algo en lo que seguimos trabajando. El principal problema del gas, aunque parece ser el más estable, es la volatilidad de los precios, como está sucediendo ahora. Lo que sí nos falta por investigar es qué sucedería con una instalación a gran escala para generación de energía solar, ya que las instalaciones de paneles solares que hemos visto son muy pequeñas y podrían esconderse variaciones en función del tamaño de dichas instalaciones. Esta es la evidencia que tenemos en Tanzania. La conclusión es que estas pequeñas redes sí están ayudando a la población. Tenemos evidencia empírica de ello evidencia con datos de satélite y datos de hogares.
Fuente: Africanía
[Transcripción, Mario Civantos González]
[CIDAF-UCM]
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