¿Existe África?” Reseña literaria de ÉBANO de Ryszard Kapuscinski, por Nuno Cobre

22/02/2017 | Bitácora africana

Ébano narra las experiencias del periodista polaco Ryszard Kapuscinski en África. Kapuscinski vive en África no como un ‘turista feliz’, sino como un arriesgado reportero que se mete en todos los follones posibles en busca de cualquier experiencia interesante. Nunca viajará en primera clase, tampoco dormirá en hoteles, no saboreará licores, ni se bañará en piscinas. Todo lo contrario: Kapuscinski actúa como un auténtico africano de a pie.

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Gracias a esta audacia, podemos sentir los latidos de África. Un continente donde por desgracia hay varios denominadores comunes marcados por la desgracia: pobreza y guerras (muchos golpes de estado) Pero eso sería una injusta simplificación. Hay más, muchísimo más en África. Por ejemplo, es cierto que hay brujería, supersticiones (se entierra a los muertos cerca de los vivos buscando protección) cucarachas de diez centímetros, tuberculosis, oscuridad, inquietantes misterios, pero también hay música y alegría.

En definitiva, un continente que como el propio Kapuscinski afirma, es imposible de definir de una sola forma. Hablamos de un mosaico de contrastes, de vidas, diversidades… “En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe”, llegará a afirmar el escritor polaco en el prólogo.

Resumiendo las vivencias de Kapuscinski en Ébano, destacaremos cuando el reportero polaco conoce en Ghana a ministros muy peculiares, los robos que sufre en Lagos al son de golpes de estado, la guerra civil en Liberia, la cantidad de armas que ve circulando ante sus ojos, su casi atropello por un elefante en Tanzania, su hambruna en Etiopía y en Eritrea, sus rutas por Camerún o por el río Níger, la guerra del gobierno islámico de Sudán contra el sur rebelde, su comprobación in situ del “ascenso social” del negro en Senegal, su investigación sobre el genocidio de Ruanda, que había sido provocado por belgas y franceses…

Y claro, el calor, mucho calor.

Kapuscinski llega finalmente a la conclusión de que es del hombre blanco de donde en realidad procede la violencia y la avaricia de mucha parte de la raza negra…

Ni que decir tiene que hoy en día Kapuscinski es considerado una eminencia en cuanto a expertos africanos se refiere. Sin duda su obra magna Ébano, contribuyó decisivamente a adquirir dicho prestigio y ayudó considerablemente a acercar el mundo africano a todos los lectores. Ébano constituye un clásico obligatorio para todo aquel que quiera saber sobre África.

Dicho esto, es importante resaltar que para los que hemos vivido en África, quizás la versión de Kapuscinski está demasiado enfocada en los conflictos, en los aspectos negativos que suelen ser los comerciales, los que venden periódicos y facilitan los reportajes dramáticos.

En efecto, África es mucho más que guerra, corrupción y problemas, aunque es justo reconocer que Kapuscinski también habla de las virtudes de África. El libro (no puede considerarse novela, sería más bien un reportaje) funciona porque está muy bien armado: los hilos conductores están muy bien conectados.

Esa es la clave. A eso le unimos lo interesante del tema en cuestión, la intensidad de la experiencia vivida y Ébano anda hasta convertirse en el clásico que es hoy en día.

Original en : Las Palmeras Mienten

Autor

  • Sin que nadie le preguntase si estaba de acuerdo, a Nuno Cobre lo trajeron al mundo un día soleado del Siglo XX. Y ya que estaba por aquí, al hombre le dio por eso que llaman vivir.

    Sin embargo, durante mucho tiempo creyó Nuno que el mundo era sólo eso, sólo eso que se presentaba de manera circular y hermética ante sus ojos. Se asfixiaba. A veces. Pero algunos viernes o lunes por la mañana, una vocecita fresca y lejana le decía que habían otras cosas por ahí, que debían haber otras cosas por ahí.

    Y un día Nuno Cobre salió y se fue a la Universidad, y un día siguió viajando y al otro también, y al otro, mientras iba conociendo a gente variopinta y devorando libros sin parar… Entonces descubrió con un cierto alivio que no estaba solo. Que habían más. Cuando llegó la hora de elegir, Cobre decidió convertirse entonces en viajero sólido y juntaletras constante, pero quería más, un más que venía del Sur. Y fue así como el latido africano empezó a morderle tan fuerte que una noche abrió la puerta del avión y se bajó en un país tropical. África.

    Los temores. Llegó con cierto temor a África influenciado por la amarilla información occidental ávida de espectáculos cruentos y de enfermedades terminales. Y resultó que en lugar de agitarse, a Cobre se le olvidó la palabra nervios a la que empezó a confundir con un primo lejano. Y así fue como se llenó de paz, tiempo y vida.

    Tras varios años en África, Nuno Cobre sólo aspira a lo imposible: vivir todas las experiencias mientras le da a la tecla, a los botoncitos negros del ordenador que milagrosamente le proyectan un nuevo horizonte cada día.

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