En una porción de monte recién limpiado, al que se llega tras un corto trayecto en coche desde la capital, Freetown, monitores norteamericanos miran como tropas sierraleonesas se arrastran sobre el suelo rojizo y apuntan sus rifles a objetivos imaginarios.
Es un signo de hasta qué punto ha llegado esta nación de África occidental desde el final de su propia guerra en 2002. Sierra Leona ahora se siente lo suficientemente estable como para enviar tropas para el mantenimiento de la paz en otros lugares.
“Aquí hemos tenido la mayor fuerza de mantenimiento de paz, en términos de renta per cápita, nunca desplegada” dijo Michael von der Schuldenburg, jefe de Naciones Unidas, que llegaron a tener 17.500 cascos azules y que en la actualidad se han reducido a 70. “Ahora están devolviendo algo”.
Sierra Leona ya ha enviado una compañía de 130 soldados a la región sudanesa de Darfur. Pero este mes se ha comenzado a entrenar a 510 soldados, una unidad lista para ser desplegada en el extranjero, lo cual eleva el nivel de la posible intervención del país.
La guerra civil sierraleonesa comenzó en 1991, cuando los combatientes del Frente Revolucionario Unido lanzaron su invasión desde la vecina Liberia. Financiado por los lucrativos yacimientos de diamantes de Sierra Leona, el conflicto se prolongó por más de una década. El reclutamiento de menores soldados fue generalizado. Los comandantes propiciaban a sus adolescentes “brown-brown”, una mezcla de cocaína y pólvora.
Hoy Sierra Leona está en paz y, aunque la infraestructura del país permanece en ruinas –con carreteras llenas de baches y telecomunicaciones destartaladas-, las minas de hierro y el petróleo encontrado en la costa están despertando el interés de los inversores. Sin embargo, con un producto bruto per cápita de apenas 340 dólares al año, gran parte de los seis millones de habitantes del país todavía viven hundidos en la pobreza con menos de un dólar al día.
Aliviar la carga
El desempleo juvenil es endémico y los jóvenes sobreviven vendiendo cocos verdes o cambiando divisas en el mercado negro a los extranjeros, en las calles de Freetown. Un generador de electricidad de reserva, sigue siendo el gran problema de la mayoría de las empresas.
Los esfuerzos para profesionalizar un ejército harapiento y con más miembros de los necesarios, debido a la guerra, han pasado por reducir su número de entre 16.000-17.000 a 8.500 efectivos desde la llegada de la paz. Clave para ese cambio fue IMATT, una iniciativa internacional de formación liderada por los británicos. Su cuartel general, en Leicester Square, sirve como recordatorio de las tropas británicas, cuya intervención ayudó a derrotar a los rebeldes y a allanar el camino hacia un alto el fuego.
Los seleccionados como potenciales fuerzas de paz están bajo la guía del programa American Africa Contingency Operations Training and Assistance (ACOTA) que paga a contratistas militares privados para entrenar a tropas africanas.
“Es algo que hace al Ministerio de Defensa un poco menos dependiente de la capacidad general del gobierno”, dijo el jefe del equipo de ACOTA, Robert Walsh, refiriéndose a los beneficios económicos del programa para Sierra Leona.
Tampoco hay que desdeñar que las tropas desplegadas en operaciones de las Naciones Unidas pueden llegar a ganar 1.032 dólares al mes, dijo Walsh –una importante mejora sobre los actuales 59 dólares que recibe un soldado mensualmente, muchos de los cuales también carecen de acomodación en los barracones militares.
Cuando una tropa se despliegan bajo las Naciones Unidas, sus gobiernos son reembolsados por los gastos y el presupuesto permite muchos lujos que, en condiciones normales, los militares africanos no pueden permitirse. Fuentes militares occidentales cifran el reembolso, para la primera compañía sierraleonesa desplegada en Sudán, en unos 3 millones de dólares. Cuando se despliegue una unidad más grande –la localización no ha sido confirmada pero posiblemente sea el sur de Sudán- la cifra sería mucho mayor.
Esto hay que compararlo con un presupuesto anual, para todo el ejército sierraleonés, de 10 millones de dólares. Esto también abre una nueva fuente de divisas extranjeras: incluso la exportación de diamantes de Sierra Leona –su mayor fuente de divisas hasta ahora- sólo consiguió 78 millones de dólares el año pasado.
“Ganar-Ganar”
De vuelta al campo de entrenamiento en Hastings, los soldados –muchos de los cuales lucharon en la guerra civil de Sierra Leona- están experimentando en el programa un gran contraste con sus experiencias de combate previas.
“Hay una gran diferencia entre la lucha rebelde y el entrenamiento militar”, dijo el sargento Hassan Conteh, un ex rebelde. “En los rebeldes hacíamos las cosas como salieran, sin un buen control”.
El economista y escritos Paul Collier, que ha escrito ampliamente sobre seguridad y desarrollo en África describió este proyecto como una “especie de ganar-ganar” tanto para Sierra leona como para el mantenimiento de la paz internacional que muchas veces depende de soldados sin ninguna experiencia de combate.
“Alivia el problema financiero y saca al ejército del país, para que no esté ahí planeando un nuevo golpe de estado” dijo Collier. “Porque provienen de una experiencia de combate, pueden ser bastante buenos”.
Fuente: Africa good news.
Traducción: Chema Caballero