Ewi Lyamanguluka, Namibia no debe quedarse atrás

18/11/2013 | Opinión

Karl Marx escribió que el presente se concibe en el vientre del pasado y que hoy es el progreso sobre la oscuridad del ayer. Esto es precisamente lo que nosotros, los namibianos, queremos conseguir. Concretamente, queremos construir un nuevo orden, una nueva civilización y sociedad que sustituyan a la anterior, a la que despreciamos justificadamente por haber pisoteado nuestros derechos.

Es razonable esperar, por tanto, que la civilización que queremos promover sea mejor que la pesadilla del Apartheid, donde los intereses de la mayoría se sacrificaron por la supervivencia del régimen y de unos pocos. Al remediar cualquier acción perjudicial para la moral pública o para las leyes de nuestro país, esperamos ver este proceso y no un consejo de censura formado por políticos y burócratas que deciden lo que los namibianos ven, leen o escuchan.

Esta es la promesa del Capítulo Tres de nuestra Constitución, en concreto del Artículo 21, que se encarga de los «Derechos fundamentales y de las Libertades del ser humano». Este capítulo también es conocido como la Carta de derechos, y la realización de cualquier enmienda solo se considerará legítima si mejora y no debilita los derechos ya concedidos en la Constitución de nuestro país.

En un sistema democrático como el que queremos alcanzar en nuestro país, se da por hecho que habrá una multiplicidad y una variedad de opiniones. El objetivo no consiste en reprimir esto, sino en conseguir influenciar la opinión hacia un lado u otro a través de la fuerza del argumento, lo que supone el fin último de la democracia.

Esto es lo que los periodistas africanos intentaron reafirmar cuando se concentraron en nuestra capital, justo después de la independencia, en un encuentro convocado bajo los auspicios de la UNESCO. Con esto hacemos referencia a la revolucionaria Declaración de Windhoek del 3 de mayo de 1991, que defiende la existencia de medios independientes, libres y pluralistas.

Esta Declaración ha inspirado a otras regiones del mundo que han adoptado declaraciones similares, incluyendo a Naciones Unidas, quien declaró el 3 de mayo como el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

Por ello, sería muy triste que un país que ha sido tan importante para el avance de la prensa libre y pluralista, se quede ahora atrás.

Exactamente 10 años después de la adopción de la Declaración de Windhoek, el gobierno de aquel momento intentó utilizar su poder económico para coaccionar The Namibian, el periódico más importante del país. Se le acusaba de ser «muy crítico y antigubernamental».

Sin embargo, poder expresarse libremente y dar diferentes opiniones es la base de la democracia. Cualquier otra cosa supondría apartarse de la promesa de nuestra independencia. Y es por esta razón por la que el gobierno atrajo oprobio internacional.

Es preocupante que a pesar de esto, el gobierno tardó otros 10 años en educarse en los valores fundamentales de nuestro orden constitucional. El gobierno tiene a su disposición tal despliegue de medios, tanto electrónicos como de forma impresa, capaces de impedir cualquier medio «crítico y antigubernamental» posible, que no existe la necesidad de amordazar a ningún medio independiente.

Esto nos lleva a la cuestión del despilfarro que se hace con los amplios presupuestos con los que cuentan los medios de comunicación del gobierno, lo que daña su imagen considerablemente. Es culpa del dominio público que los impuestos y las retenciones sean un caos y, mientras, el Defensor del Pueblo mira hacia otro lado a pesar del claro derroche y de la mala utilización de los fondos y de las propiedades públicas.

El Auditor General hace lo que puede, a pesar de no contar con el apoyo del gobierno para controlar la mala administración de los medios de comunicación, al igual que ocurre con el resto de las empresas públicas. Quizás, esta sea la razón por la que el gobierno no es eficiente.

Un principio básico de la democracia es tratar a todos por igual. De hecho, este es el espíritu del Artículo 10 de nuestra Constitución. Bajo las exenciones concedidas en el Artículo 23 sobre el Apartheid y la acción afirmativa, ningún trato diferenciado será permitido legalmente.

Decimos esto porque dentro de los medios de comunicación del gobierno se ha cancelado el programa de radio Oshiwambo de la NBC conocido con el nombre de «Ewi Lyamanguluka», mientras que otros programas similares de las otras lenguas de Namibia tienen total libertad. La lamentable excusa que ha puesto el Director General es que están esperando a que lleguen los dispositivos (sujetos a censura) de retardo.

Parece que la realidad se acerca más a lo que señaló el ministro Joel Kaapanda sobre el programa: «se utilizaba como una plataforma de confrontación, insultos y todo tipo de influencias negativas».

Sin intentar descifrar lo que el reverendo Kaapanda quiso decir, ¿por qué los hablantes de Oshiwambo tienen que ser los propensos a este tipo de comportamiento anti-social? ¿Tiene algo que ver con lo que comen? La verdad es que el gobierno abusa, en especial del programa de Oshiwambo de la NBC, para conseguir objetivos políticos para los consejeros de la Organización Popular de África del Sudoeste (Swapo).

De la misma manera en la que los medios independientes se irritan con el gobierno, estos intentan utilizar al programa de Oshiwambo de la NBC para que sea «su portavoz». Esta actitud es condenable. Pedimos por tanto, que se le permita a «Ewi lyamanguluka» a abrir de nuevo para favorecer un debate intenso y sin ningún tipo de artimañas.

The Namibian Noviembre 2013

Traducido por Mercedes Negueruela Maldonado

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