España, Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania despliegan centenares de tropas en la región africana
Desde 2012, tras la caída de Gadafi un año antes y la expansión del conflicto libio por el Sahel, esta zona de África se considera un semillero de inseguridad. No solo la acción de grupos armados que operan en él, sino también el empobrecimiento y abandono en el que se encuentran gran parte de las poblaciones que lo habita contribuye a ello. Esta situación se ha visto reforzada por crisis como la de Malí, que comenzó en 2013, y la gran sequía que asola a la región en la actualidad. Todo esto deja a millones de personas a merced del clima y de los terroristas.
A pesar de la presencia de fuerzas de paz y tropas de diversos países en el Sahel, los grupos rebeldes han aprovechado la porosidad de las fronteras y las áreas en las que la autoridad del Gobierno es nula para extenderse y llegar a lugares donde antes no operaban. Desde 2016, ha habido ataques en el oeste de Níger y en el norte de Burkina Faso, lo que ha dado la voz de alarma sobre la extensión regional de este conflicto. El último del que hemos tenido nocias sucedió el pasado sábado 27 en el campamento militar de Soumpi, en el norte de Malí, donde murieron 14 soldados malienses y otros 17 resultaron heridos, según informaba Europa Press.
Europa considera que la situación en el Sahel es clave para su propia seguridad y desde un principio optó por militarizar la región. El 18 de enero, con motivo de la cumbre anglo-francesa, Reino Unido confirmaba que enviaba tropas para ayudar a la lucha contra el yihadismo. Es el último país europeo que desembarca en la región en los últimos meses. El pionero en desembarcar en la región fue Francia (antiguo poder colonizador de esta área africana), y encadena cinco años de operaciones militares en la zona. Estas comenzaron en enero de 2013 con la Operación Serval en Malí, reemplazada en agosto de 2014 por la Operación Barkhane, que tiene su cuartel general en Yamena e incluye 4.000 soldados. Este despliegue ha terminado con la vida de docenas de yihadistas y ha conseguido la destrucción de grandes cantidades de armamento, pero no ha logrado evitar la actividad de los grupos extremistas, e incluso el nacimiento de algunos nuevos, que operan en Malí, Burkina Faso o Níger.
Los franceses han pasado de ser vistos como héroes que llegaban para poner fin a la amenaza terrorista a ser criticados e incluso acusados de tener una agenda oculta, de estar en la zona solo para defender sus intereses. Otras personas opinan que la presencia francesa es más una excusa para el surgimiento de nuevos grupos yihadistas que un elemento disuasorio.
Junto a Francia, Estados Unidos lleva tiempo presente en el Sahel, dato que solo se pudo confirmar el 4 de octubre cuando cuatro soldados estadounidenses de una fuerza especial murieron durante una misión de reconocimiento en Níger. Esta fue la prueba de que Estados Unidos está envuelto en lo que se ha denominado una guerra en la sombra (shadow war) en la región desde hace años, como documentaba la revista Politico el pasado mes de diciembre.
Desde 2002, Estados Unidos ha realizado una serie de misiones de entrenamiento antiterrorista a tropas de países de la región. Además, en Níger tiene estacionado el mayor contingente estadounidense en África, compuesto por 800 soldados. En ese país construye dos nuevas bases militares que se sumaran a una destinada a drones, casi concluida, cerca de Agadez. En noviembre, Níger dio la aprobación para que los aviones no tripulados estadounidenses portasen armas, como adelantó the New York Times. Esto permite que se introduzca en el Sahel un modo de guerra -de efectos letales y con graves consecuencias para la población civil- que ya se utiliza en países como Afganistán, Pakistán, Yemen y Somalia.
Tras Francia, España fue uno de los países europeos que primero respondió a la llamada de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea en Malí (EUTM-Malí), establecida por la UE bajo los auspicios de Naciones Unidas. Era 140 los militares españoles que participaban en esta operación. Pero en el último Consejo de Ministros de 2017, el Gobierno aprobó aumentar en 152 los efectivos en Malí, hasta alcanzar los 292. El pasado 15 de enero partieron estas tropas hacia su destino, sin que el Gobierno pidiera antes la autorización del Congreso de los Diputados como establece la Ley de Defensa nacional. España también ha ofrecido la posibilidad de enviar profesores y académicos al Colegio de Defensa del G-5 situado en la capital mauritana, Nuakchot, para la realización de cursos de alto nivel.
De esta forma, el Gobierno de Mariano Rajoy cumple la promesa realizada en la cumbre sobre la situación de inseguridad y terrorismo en el Sahel convocada en París por el presidente francés el pasado 13 de diciembre. Las prisas por el envío de tropas van ligada a la asunción del mando de la EUTM-Malí por parte del general de brigada español Enrique Millán a partir del 31 de enero. España tendrá que aportar la totalidad de la compañía de seguridad que da protección al campo de instrucción de Koulikoro, que hasta ahora compartía con Bélgica. Esta es otra de las razones que explican el incremento de tropas.
La EUTM-Malí, en la que participan 22 naciones europeas, tiene como objetivo el adiestramiento y asesoramiento de las Fuerzas Armadas de Malí sin involucrarse en operaciones de combate otras que las necesarias para garantizar su propia protección. Es un elemento clave de la UE para garantizar la seguridad y el desarrollo en la zona del Sahel.
En la cumbre de París participaron, además de Macron, la canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, y líderes de otras naciones europeas que también prometieron ampliar su presencia militar en la zona. España estuvo representada por el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Datis. A ella también acudieron los países englobados en el denominado G-5 del Sahel: Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger. Estos estados participan en una fuerza creada por Francia para apoyar las actividades de la Operación Barkhane y que, eventualmente, podría darle el relevo. Lleva el nombre de Force Conjointe du G5 Sahel (FC-G5S) y está financiada principalmente por la Unión Europea y Naciones Unidas.
El Gobierno español opta por aportar más fuerzas militares en vez de partidas económicas, como anunciaron en la reunión Arabia Saudí, unos 82 millones de euros, y Emiratos Árabes Unidos, casi 25 millones.
España es el mayor contribuyente a las misiones militares de la Unión Europea en África, nada que ver con su aportación a la ayuda al desarrollo al continente donde como mucho ocuparía el puesto 13 en el ranking de los donates europeos a África, según estadísticas de 2016 de OECD. Además del personal desplegado en Malí, tiene otros 65 efectivos desplegados en Senegal como apoyo a Francia (Operación Barkhane) y la EUTM-Malí más otros ocho dentro del apartado de cooperación bilateral. Bajo esta categoría también se enmarcan los 32 militares españoles que están en Mauritania y los dos de Cabo Verde. Además, hay 45 en Gabón como apoyo a Francia y EUTM-RCA, cinco en República Centroafricana y 23 en Somalia. A estas cifras hay que añadir los 375 militares que forman parte de la Operación Atalanta para luchar contra la piratería en el océano Índico y los 250 desplegados en el Mediterráneo en la Operación Sofía, además de los efectivos que participan en la Operación Sea Gardian y los que están con la OTAN en la misma zona. Son, oficialmente 1.347 los militares españoles que prestan sus servicios en África sin contar las tripulaciones de los buques y submarinos
El desembarco militar español en África se intensificó a partir de 2013 y responde a la doctrina del Gobierno de Rajoy que sostiene que la seguridad de los países europeos está íntimamente relacionada con lo que ocurre en el Sahel.
En Malí también opera la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas (MINUSMA) que cuenta con 14.000 efectivos. Es una de las más caras de todas las que ha montado la ONU hasta ahora y ha sido objeto de ataques por parte de grupos vinculados a Al Qaeda. Unos 86 cascos azules han sido asesinados en la región desde julio de 2013.
Alemania contribuye a la MINUSMA con 875 efectivos. En estos últimos años la presencia alemana ha experimentado cada vez más peso y se ha demostrado fundamental en el apoyo a operaciones francesas, sobre todo en lo referente al control de fronteras. Además, hay otro contingente germano que participa en la EUTM-Malí. En estos momentos, Berlín está a punto de dar un paso más y terminar la construcción de una base de apoyo a sus tropas en Níger.
El Gobierno italiano también terminó el año cumpliendo las promesas realizadas en la reunión de París y aprobó el despliegue de 470 soldados en Níger, que se suman a los que ya tiene en Libia y en el Mediterráneo. El Ejecutivo italiano además de la lucha contra el terrorismo yihadista apunta como prioridad el control de fronteras y de la migración. De hecho, estos efectivos se instalarán en la base francesa de Madam, que está cerca de las rutas que conducen a Libia. Italia es muy clara en sus intenciones, no oculta que llega al Sahel con la intención de frenar la migración. Otros países no son tan claros, pero, posiblemente, sus intenciones no sean muy distintas.
Europa prioriza la respuesta militar en vez de la humanitaria y política que debería dar solución a las quejas políticas y económicas de la población del Sahel que se siente abandonada de sus gobiernos y cuya situación se ve agravada por la sequía últimamente. Como tantas otras veces, tampoco ahora las armas y la fuerza serán capaces de acallar las frustraciones y la desesperación de los ciudadanos
Original en : Blogs de El País África no es un país