Etiopía, un conflicto étnico en medio de una guerra

Con una cruz de madera en la mano, Aba Yosief Desta, monje ortodoxo, insistió en que las víctimas de las masacres «tienen el mismo rostro«. En declaraciones a The Associated Press desde la ciudad de Gondar, donde dirige una oficina diocesana, reflexionó sobre la primera masacre del conflicto en la vecina región de Tigray. Tanto la etnia amhara como la etnia tigray han sido masacradas.
Según el monje, “es mejor decir que los etíopes fueron asesinados. Si se mata a un amhara y se mata a un tigray, significa que se mata a los etíopes». Yosief Desta espera que los jóvenes eviten la política étnica, que él ha caracterizado como «la fuente de todos los problemas» en este país con más de 90 grupos étnicos.

El segundo país más poblado de África, con 110 millones de habitantes, enfrenta una crisis de nacionalismo étnico que algunos temen que pueda destrozarlo. Los líderes siguen en una guerra en la que se han cometido atrocidades generalizadas y miles de personas han muerto. Tras seis meses de conflicto, sigue sin haber señales de cómo podría resolverse para los 6 millones de habitantes que viven en la región de Tigray. La oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas ha recordado que todas las partes involucradas están acusadas de cometer abusos contra civiles: las fuerzas etíopes, las fuerzas regionales aliadas de Amhara y las tropas de la vecina Eritrea.

El Consejo de Ministros de Etiopía, casi con certeza, puso fin a las esperanzas de negociaciones de paz cuando designó como organización terrorista al Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), partido regional de base étnica, que consagraba el federalismo étnico.

Por una parte, los tigrayanos y el gobierno de los Estados Unidos alegan limpieza étnica en el oeste de Tigray. Por otra parte, decenas de personas han muerto en enfrentamientos este año entre los amhara y los oromo, los dos grupos étnicos más grandes de Etiopía. En el oeste del país, los gumuz han sido acusados de masacrar a personas de los grupos amhara y oromo.

Con el aumento de la violencia, algunos en Etiopía se preguntan cómo el gobierno llevará a cabo las elecciones nacionales el 5 de junio. La decisión de retrasar la votación del año pasado debido a la pandemia de la covid-19 ayudó a desencadenar el conflicto de Tigray cuando los líderes de la región se opusieron.

Esta semana, la Unión Europea canceló su misión de observación electoral, asegurando que no se han cumplido los requisitos para su independencia. Etiopía respondió que los observadores externos «no son esenciales ni necesarios para certificar la credibilidad de las elecciones”. Pero no habrá votaciones en Tigray, donde los testigos aseguran que los combates persisten y las autoridades locales pueden rechazar las decisiones tomadas por el gobierno federal.

El sinuoso camino hacia el oeste de Tigray muestra las ruinas de la guerra: los restos carbonizados de vehículos blindados, la plataforma destrozada de un camión, las paredes picadas de un parque industrial. No hay servicio de teléfono ni de Internet. Parece un desierto.

Los etíopes creen que el país debe superar su política étnica forjando una nueva federación en la que la etnia no sea el factor más importante. Si bien el reconocimiento constitucional de los derechos étnicos “no es malo, debe simplificarse de manera que no excluya la necesidad de la nacionalidad. Porque estos dos no son mutuamente excluyentes”.

En un país donde la población de los estados regionales es multiétnica, “practicar el federalismo étnico es privar de derechos a las minorías étnicas que residen en la ciudad. Ésta es la causa fundamental de los conflictos étnicos en la mayoría de los estados africanos”.

Fuente: Egypt Independent

[Traducción y Edición, Isabel Garrido Celada]

[Fundación Sur]

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