Estudiantes universitarios anglófonos y la lucha nacionalista anglófona en Camerún (parte 1/4)

5/07/2017 | Opinión

Introducción

Un creciente número de estudios está mostrando los cambios drásticos que han afectado al estado de los estudiantes universitarios en países africanos desde los años 80 (cf. Kpatinde 1991; Cruise O’Brien 1996; Lebeau 1997; Federici et al. 2000). En las primeras décadas que siguieron a la independencia africana, los estudiantes pertenecían a la clase más privilegiada del sistema político y se les garantizó la deseada posición de élite tras graduarse, pero en las generaciones siguientes las condiciones de vida en el campus y la calidad de la educación han decaído, y los estudiantes se enfrentan a unas perspectivas nefastas después de graduarse.

Actualmente las universidades africanas están sumidas en una grave crisis (cf. Lebeau & Ogunsanya 2000; Nyamnjoh & Jua 2002). La calidad académica ha decaído rápidamente porque las universidades carecen de las infraestructuras básicas para sostener el crecimiento masivo de población estudiantil (Mbembe 1985; Tedga 1988; Lebeau 1997; Konings 2002). La grave crisis económica y la implementación de Programas de Ajuste Estructural (Structural Adjustment Programmes, SAPs) han empeorado aún más la situación. Universidades, estudiantes y graduados cada vez cuentan con menos apoyo estatal, lo cual se manifiesta en cortes drásticos en presupuestos universitarios, la imposición de tasas académicas e impuestos adicionales a la población estudiantil y nuevos graduados que podrían no ser contratados en burocracias de estado que ya están a rebosar de gente (Caffentzis 2000). Muchos graduados se ven obligados a postergar indefinidamente su entrada en la adultez, pues son incapaces de obtener la independencia económica, casarse y formar su propia familia. También se ven forzados a abandonar sus aspiraciones de conseguir un puesto de altura.

Teniendo en cuenta estas condiciones, la pregunta es: ¿Cómo está reaccionando la generación actual de estudiantes africanos a su creciente marginalización? La mayoría de estudios existentes (cf. Kpatinde 1991; Federici 2000, Amutabi 2002) afirman que estos estudiantes se niegan a convertirse en una generación perdida (Cruise O’Brien 1996: 56). Con tal de propiciar las reformas que necesitan la universidad y la sociedad en general, se han involucrado en protestas contra la élite política corrupta y autoritaria a la que consideran responsable de su difícil situación. Han recibido el apoyo de otros grupos que también se sienten discriminados por el estado, como estudiantes de educación secundaria, sus profesores y sindicatos (Bratton & Van de Walle 1992; Albert 1995). En algunos países han estado a la cabeza de la lucha por la liberalización política (Smith 1997), pero en la mayoría han incrementado la intensidad de la lucha. Esto ha proporcionado a los estudiantes un mayor espacio para expresar sus dificultades, para organizarse y establecer alianzas con nuevos partidos opositores y organizaciones de sociedad civil. En el pasado, salvo algunas excepciones, las protestas estudiantiles en África eran esporádicas, pero ahora en muchos países se han convertido en un fenómeno endémico que continúa año tras año a pesar de los frecuentes cierres de universidades. Esto parece haberse tornado en un conflicto prolongado. Federici y Caffentzis (2000: 115-50) han publicado una cronología de las protestas estudiantiles en África entre 1985 y 1998 que ofrece una impresionante recopilación de los enfrentamientos violentos entre los estudiantes y las fuerzas de la ley en los estados africanos.

Algunos de los estudios también intentan explicar porque ambos bandos parecen preferir la violencia al diálogo y las negociaciones para resolver los problemas de los estudiantes. Destacan que las autoridades gubernamentales siguen considerando a los estudiantes «menores» o «cadetes» que, según la tradición africana, deberían hacer caso a sus mayores y limitarse a obedecer órdenes. Así que lo normal es que estos oficiales no tomen en serio a los estudiantes y sus problemas, y con frecuencia se niegan a mantener un diálogo abierto o a establecer negociaciones pacíficas. No dejan de presentar a los estudiantes como una minoría privilegiada e improductiva que, gracias a la generosidad del estado, tiene la oportunidad de prepararse para su futuro rol en la reconstrucción nacional. En consecuencia, se espera que los estudiantes expresen su gratitud al estado con un comportamiento responsable, dedicando su tiempo al estudio y no a las manifestaciones políticas (Mbembe 1985: 53) (1). En estas circunstancias, el uso de la violencia supone algo distinto para cada parte. Para los estudiantes, generalmente es la única manera de hacer oír sus exigencias a las autoridades. Para los oficiales del gobierno, sirve para disuadir a los cadetes de involucrarse en actividades «irresponsables» semejantes en el futuro. Con el incremento del activismo estudiantil, los gobiernos africanos han pasado a tratar a los estudiantes como los mayores enemigos del país, han convertido los centros universitarios en zonas de combate. Las intervenciones policiales y que las fuerzas de seguridad ocupen las universidades se ha convertido en algo rutinario en muchos lugares, al igual que la presencia de oficiales de inteligencia e informantes de la policía en las aulas (Felici 2000; Amutabi 2002; Konings 2002).

Las publicaciones existentes han ayudado a realzar la creciente importancia de las políticas estudiantiles en África, pero tienden a presentar una imagen sesgada, por lo general consideran a los estudiantes un grupo homogéneo de rebeldes y héroes. Claramente la situación es más compleja. Aparte de los rebeldes, hay estudiantes que cumplen el modelo estatal de conducta estudiantil que el presidente de Camerún, Paul Biya, definió así en 1991: «La politique aux politiciens, l’école aux écoliers» (Konings 2002). Generalmente se muestran como estudiantes responsables que no quieren participar en ninguna forma de activismo estudiantil pues no tienen otro interés aparte de continuar su carrera universitaria. Además, hay estudiantes a los que se califica tanto de víctimas como de agresores. A diferencia de los rebeldes, todavía parecen tener fe en el estado como vehículo hacia el progreso. Pertenecen a un grupo de ciudadanos que, según ha observado Bratton (1989: 414-15), siguen apegados al estado pues, incluso en circunstancias desfavorables, sigue siendo una gran fuente de beneficios y una de las formas disponibles de hacerse con lo poco que hay. Desean recibir favores del estado a cambio de prestarle servicios y expresar su lealtad al régimen y su ideología. Este es un grupo de clientes que el régimen puede manipular fácilmente para hacer cualquier trabajo sucio, especialmente hacer reclutamientos para las milicias que el estado creó para combatir a los estudiantes rebeldes y otros oponentes del régimen.

En este artículo, me centraré en los estudiantes angloparlantes de Camerún, que se sienten aún más marginados que sus compañeros francófonos, pues supuestamente en el estado poscolonial mayoritariamente francófono los angloparlantes son ciudadanos de segunda categoría. En la primera parte de este artículo, describiré brevemente el desarrollo de la identidad, nacionalismo y organización angloparlante, como trasfondo para el consiguiente análisis del rol de los estudiantes anglófonos en la actual lucha anglófona contra el dominio francófono. En la segunda parte, expongo que los estudiantes anglófonos han tenido un papel esencial en las acciones de protesta anglófona con la llegada de Paul Biya al poder en 1982. En la tercera parte, muestro que dos nuevas organizaciones de jóvenes anglófonos han emergido durante la liberalización política, en la que los estudiantes han tenido un papel fundamental. Estas organizaciones tienen una actitud claramente diferente hacia el estado mayoritariamente francófono.

Por un lado, está la Unión de Jóvenes del Sur de Camerún (Southern Cameroons Youth League, SCYL), que se ha comprometido con la lucha angloparlante hasta el punto de que sus miembros incluso están dispuestos a postergar su entrada a la adultez y al estatus de élite hasta que se resuelva el «problema angloparlante». Está de acuerdo con el objetivo principal de los movimientos angloparlantes que han surgido recientemente, la formación de un estado angloparlante independiente, pero no aprueba la estrategia que se ha empleado para alcanzar este objetivo. Al contrario que la élite angloparlante, que ha intentado conseguir la independencia a través de negociaciones pacíficas, la SCYL ha optado por la lucha armada ante el persistente rechazo de Paul Biya de entablar auténticas negociaciones con los movimientos angloparlantes.

Por otro lado, está la Unión de Jóvenes por el Presidente Biya (President Biya`s Youths, PRESBY), que se ha declarado en contra de la lucha angloparlante e incondicionalmente leal al Presidente Biya y los ideales de su «New Deal» (Nuevo Acuerdo) a cambio de una parte de los recursos del estado que no dejan de disminuir, lo cual facilitaría su entrada a la adultez y una posición de élite. El régimen ha convertido al PRESBY es una milicia que intimida y aterroriza al SCYL y otras organizaciones angloparlantes.

El desarrollo del nacionalismo angloparlante y su organización

camerun_del_sur_historico_frontera.pngVarios autores han explicado el surgimiento y desarrollo de lo que ha pasado a llamarse el «problema angloparlante» (cf. Konings & Nyamnjoh 1997, 2000; Nkuom-Me-Ntseny 1996; Eyoh 1998). La mayoría coinciden en que sus comienzos se remontan al final de la Primera Guerra Mundial, cuando el antiguo Protectorado Alemán de Camerún (1884-1916) se repartió entre los vencedores franceses e ingleses, primero como mandatos bajo la Liga de Naciones y más tarde como patronatos bajo las Naciones Unidas. Como resultado de esta partición, los británicos adquirieron dos pequeñas regiones no contiguas que hacían frontera con Nigeria al oeste del país. La parte sureña, en la cual se centra mi estudio, pasó a llamarse Camerún del Sur, y la parte norteña Camerún del Norte (2). El territorio británico era considerablemente más pequeño que el francés, contenía solo un quinto del área y oblación total de la antigua colonia alemana.

La división del territorio en bloques ingleses y franceses tuvo consecuencias considerables en los futuros desarrollos políticos. Tuvo una influencia importante en la formación de las identidades anglófonas y francófonas en el territorio, la población de cada bloque llegó a considerarse una comunidad distinta, definida por las diferencias de lenguaje y tradiciones coloniales de educación, ley, administración pública y su forma de ver el mundo. Mientras que el Camerún francés se incorporó al imperio colonial de Francia como una unidad administrativa separada de la vecina África ecuatorial francesa, el Camerún británico se administró como parte de Nigeria, lo que llevó a un completo abandono de su desarrollo socioeconómico y a una creciente migración de nigerianos, sobre todo igbos, al Camerún del Sur, donde pasaron a dominar la economía regional.

En 1960, Nigeria iba a conseguir la independencia y la población del territorio británico tuvo que decidir su propio futuro político. Pronto quedó claro que la mayoría de los cameruneses del Sur optaría por crear un estado independiente. Finalmente, su deseo no fue respetado y esto se debió a dos factores principales. En primer lugar, las diferencias de opinión entre la élite política angloparlante impidieron que se movilizara la causa apoyada por la mayoría. En segundo lugar, y tal vez aún más importante, las Naciones Unidas, con la complicidad de los británicos, se negó a habilitar la opción de votar por la independencia de Camerún del Sur en el plebiscito de la NU del 11 de febrero de 1961. Como motivo se dio que la creación de otro estado enano era políticamente indeseable (y podría contribuir a la «balcanización» de África) y económicamente inviable. Despojados de la opción que preferían, los cameruneses del Sur se vieron forzados a elegir entre dos opciones igual de indeseadas: obtener la independencia al unirse a Nigeria o reunificarse con la parte francófona de Camerún, que había pasado a ser independiente en 1960 bajo el nombre de la República de Camerún. Al final eligieron el mal menor, pero su voto a favor de la reunificación pareció ser más bien un rechazo a mantener los lazos con Nigeria, que habían resultado ser desfavorables para el desarrollo de Camerún del Sur, que un verdadero deseo de unirse con la parte francófona, un territorio con una herencia cultural diferente y que en aquel entonces estaba sumida en una violenta guerra civil (Joseph 1977).

Al reunificarse con la parte francesa de Camerún, la elite política angloparlante esperaba entrar en una unión federal laxa que protegiera el estado minoritario de su territorio y su herencia cultural. En cambio, pronto resultó evidente que la elite política francófona prefería un estado unitario muy centralizado para así promover la unidad nacional y el desarrollo económico. Mientras que la élite francófona recibió un fuerte apoyo por parte de Francia durante las negociaciones constitucionales, la élite anglófona fue prácticamente abandonada por los británicos, que estaban muy resentidos por la decisión de los cameruneses del Sur de reunificarse con la parte francesa de Camerún (Awasom 2000). Según Charles de Gaulle, como resultado los cameruneses del sur se convirtieron en un pequeño obsequio de la Reina de Inglaterra para Francia. Al final, durante las negociaciones constitucionales en Foumban en julio de 1961, la élite francófona tuvo que aceptar una federación muy centralizada, asumiendo que era una fase de transición a un estado unitario. Tal federación requería que se hicieran pocas modificaciones a la constitución de 1960 de la República de Camerún. En su reciente libro, Pierre Messmer (1998: 134-35), uno de los últimos altos comisarios franceses en Camerún y un fiel consejero del Presidente Ahmadou Ahidjo, ha admitido que él y otros sabían en aquel entonces que la supuesta constitución federal solo ofrecía una «federación falsa», que era «segura en apariencia, una anexión de Camerún del Oeste (el nuevo nombre de Camerún del Sur tras la reunificación) (3). Bajo la nueva constitución, Camerún del Oeste perdió casi toda la limitada autonomía de la que había gozado siendo parte de la federación nigeriana (Ardener 1967; Stark 1976). Cuando Ahidjo creó un estado unitario en 1972, ignorando por completo las normas constitucionales, en realidad quedaba muy poco de la federación, excepto tal vez el nombre (Benjamin 1972). Para reducir el riesgo de una acción angloparlante conjunta, Ahidjo decidió dividir el antiguo estado federado de Camerún del Oeste en dos provincias, aunque era consciente de las contradicciones internas en la comunidad angloparlante entre la gente de la costa y la selva en la Provincia del Suroeste y la gente se la sabana en la Provincia del Noroeste (Konnings & Nyamnjoh 1997: 211-13). Lo que muchos consideraban uno de los últimos símbolos visibles de la unión de 1961 desapareció en 1984, cuando el sucesor de Ahidjo, Paul Biya, revocó el apelativo de República Unida de Camerún y lo reemplazó por República de Camerún, que era el nombre de la parte francófona del país cuando consiguió la independencia en 1960.

Piet Konings

Fuente: ACS Leiden


Notas:

1.- Aunque han advertido a menudo a los estudiantes que la universidad es un lugar de aprendizaje, no de expresión política, los regímenes unipartidistas y militares nunca han desalentado las marchas estudiantiles ni las manifestaciones de apoyo. Muchas veces incluso han fomentado la creación de secciones de juventud en las universidades.

2.- Durante el plebiscito organizado por la NU en 1961 sobre el futuro del Territorio en Fideicomiso Británico, Camerún del Norte votó por integrarse a Nigeria. Para la historia de Camerún del Norte, vea Le Vine (1964) y Welch (1966)

3.- Tras la reunificación, la República Federal de Camerún consistía en el estado federado de Camerún del Este (el antiguo Camerún francés) y el estado federado de Camerún del Oeste (el antiguo Camerún del Sur).

[Traducción, Eduardo Ruiz Ferrero]

[Fundación Sur]


Artículos de referencia:

50 días sin Internet en las zonas de habla inglesa de Camerún para tratar de bloquear la protesta por el bilingüismo

Cortes de Internet a las provincias anglófonas en Camerún

Graves protestas en Camerún por la imposición del francés en regiones anglófonas

Autor

  • Piet Konings

    Piet Konings se retiró en 2008. Actualmente está asociado al Centro de Estudios Africanos de Leiden como investigador honorario.

    Piet Konings es un sociólogo del desarrollo. Ha realizado una extensa investigación sobre el laborismo y el sindicalismo, el desarrollo rural y los procesos políticos en África. Sus intereses de investigación actuales son: el cambio político y el regionalismo en Camerún, con especial referencia al problema anglófono; y el papel de las organizaciones de la sociedad civil durante la liberalización económica y política en varios países africanos, en particular Camerún y Ghana. (Fuente: ASC Leiden)

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