Estamos en un punto de inflexión para poner fin a la mutilación genital femenina

22/03/2018 | Opinión


Jaha Dukureh, Embajadora Regional de Buena Voluntad de ONU Mujeres para África, es una conspicua activista líder del movimiento para poner fin a la mutilación genital femenina (MGF) y el matrimonio infantil. La MGF es una práctica cultural que involucra cortar partes de los genitales femeninos, condenando a las niñas y a las mujeres a una vida de problemas de salud. En muchas partes del mundo, también es el preludio del matrimonio infantil. La Sra. Dukureh empezó a manifestarse contra el matrimonio infantil con apenas 10 años, cuando logró aparecer en la estación televisora local para explicar por qué las niñas en su comunidad no debían ser forzadas a casarse. Cuando se le pregunta cuál es su mayor logro, asegura que aún no ha llegado: será el día en que consiga reducir drásticamente el número de niñas y mujeres que sufren MGF.

jaha_dukureh-2.jpgMi historia comienza cuando tenía una semana de nacida y me sometieron a la MGF. No recuerdo nada del proceso, y no supe nada hasta los 15 años, cuando me forzaron a casarme.

Llegué a la ciudad de Nueva York el día de Navidad, con 15 años, para casarme con un hombre a quien no conocía. Creo que casarse a una edad temprana es lo más difícil que le puede pasar a una niña. Cuando se fuerza a una muchacha a casarse, se le otorga a un hombre el derecho a violarla día tras día.

Me las arreglé para abandonar a mi marido después de dos meses y me fui a vivir con mi tío y tía en el Bronx. Quería regresar a la escuela, pero en mi tradición, como estaba casada, ya no se me consideraba una niña, y no pude convencer a mi tía de que me inscribiera en la escuela. Visité todas las escuelas que conocía en el Bronx pidiendo que me inscribieran, pero se rehusaban, porque no podían inscribir a una menor sin un tutor legal. Eventualmente una escuela me permitió inscribirme… Me esforcé más de lo que lo había hecho en toda mi vida, y me gradué.

Después de terminar la escuela secundaria, me mudé a Atlanta y me volví a casar. Solo cuando quedé embarazada de mi hija comencé a hablar en contra de la MGF. No quería que mi hija tuviera que pasar por lo que yo había pasado. También sabía que había millones de niñas como mi hija y yo, y nadie hablaba por ellas. Si no hablaba yo por ellas, ¿quién lo haría?

Empecé a protestar, empecé a gritar… Empecé con un blog en que compartía mi propia experiencia. Al poco tiempo inicié un grupo de apoyo para otras mujeres en mi casa en Atlanta. Para el año 2014 ya había registrado mi organización, e inicié una campaña de recogida de firmas para solicitar al Presidente Obama que investigara la prevalencia de la MGF en Estados Unidos. Posteriormente, el Instituto Estadounidense de la Paz convocó por primera vez la Cumbre para poner fin a la MGF en 2016.

Me parece que persiste un montón de ideas falsas acerca de la mutilación genital femenina, como que es practicada por africanos ignorantes y personas incultas, con poca instrucción. La mutilación genital femenina ocurre en África, pero también en el Oriente Medio, en Asia Sudoriental, ¡e incluso en lugares como Colombia, los Estados Unidos y el Reino Unido! La mutilación genital femenina no tiene que ver con religión. No es asunto de clase social. No guarda relación con la educación. He visto a personas muy educadas practicar la mutilación genital femenina porque la consideran parte de su cultura.

De hecho, el mayor desafío que enfrentamos es la idea de que la mutilación genital femenina es una práctica religiosa. Es difícil cambiar algo que la gente piensa que es su obligación religiosa. Es necesario que los líderes religiosos se pronuncien enérgicamente en el sentido de que la mutilación genital femenina no tiene nada que ver con la religión. En Gambia, organizamos la primera formación de líderes religiosos en 2015. Antes de las sesiones de formación, recuerdo lo dividida que estaba la sala… muchos entre los líderes religiosos procedentes de Gambia, Senegal y Mauritania apoyaban la mutilación genital femenina. Al final de las sesiones, emitieron una fetua contra la MGF.

Por otro lado, tenemos que obtener recursos que vayan directamente a las comunidades, para que realicen este trabajo; hay que deshacerse de intermediarios y confiar en que las mujeres y sus comunidades están mejor posicionadas para aportar soluciones que las ayuden a poner fin a la MGF. No podemos importar soluciones a las comunidades y esperar que éstas produzcan cambios. ¡Cada comunidad es distinta! ¡La razón por la que cada una práctica la MGF es distinta!

En este momento nos encontramos en un punto de inflexión en el movimiento para poner fin a la MGF. No sólo tenemos sobrevivientes que están tomando la iniciativa en la lucha contra la MGF; también contamos con la voluntad política de todo el continente africano, y los organismos de las Naciones Unidas están haciendo un mejor trabajo que nunca. Como hemos creado un movimiento donde las mujeres encabezan el cambio, creo que tenemos una oportunidad, y 2030 no puede esperar».

Fuente: ONU Mujeres

[Fundacion Sur]


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