¿Está segura Canarias? Por Rafael Muñoz Abad

4/10/2012 | Bitácora africana

Sí, evidentemente, sí que lo está. La semana pasada hablábamos de cómo el derrocamiento de Gadafi generó segundas derivadas que ahora hay que solucionar ante el riesgo de que el norte de Mali se torne en un descampado donde el terrorismo campe a sus anchas; o de Marruecos, que cobrará una importancia capital como freno a la inseguridad en la zona. Uno, que tiene susurrantes por ahí, pero sobre todo en donde realmente hay que tenerlos, que es en las alcantarillas, les puede hacer algunas revelaciones. No hay nación que no teste la respuesta aérea de su vecino más incomodo. Y de esto algo les pueden decir las salidas scramble, que desde Gando y ocasionalmente se llevan a cabo para dejar claro al vecino africano que no debe violar nuestro espacio aéreo. Pero no se alarmen, esto es un mero juego entre colindantes para conocer el tiempo de respuesta del otro y a la vez mantenerse en forma. De ser, la verdadera amenaza para Canarias tal vez llegase por vía marítima; y aún así, sería faltar a la verdad si no se aclarase que el estado ha hecho fuertes inversiones para asegurar las aguas. Hace ya algunos años, un amigo se ganaba unas perras llevando guiris al Sahara sin que nadie se percatase de sus travesías. Quizás, el mejor ejemplo del abandono que hasta hace bien poco tenían las aguas españolas en Canarias. Las palabras del ministro de exteriores sobre un hipotético riesgo para las Islas por el brote del integrismo islámico a sólo 1.300 kilómetros de nuestras costas deben tomarse en su justa medida. Marruecos y su creciente militarización son el mejor garante que podemos tener. EE.UU. y Francia no permitirán un Sahara occidental a la deriva que lo hiciese atractivo para organizaciones de corte radical. Razón por la que siempre van a respaldar a Marruecos como valedor local y elemento clave a la hora de cercar el alzamiento fundamentalista que vive el norte de Mali; y eso, nos guste o no, para Canarias es una garantía. Otra cosa serán las concesiones que a cambio se le hagan a Rabat, y ahí España ya lo tiene todo perdido de antemano.

cuadernosdeafrica@gmail.com

original en : Diario de Avisos

Autor

  • Muñoz Abad, Rafael

    Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

    @Springbok1973

    @CEAULL

Más artículos de Muñoz Abad, Rafael