«La policía ha fracasado en su deber de proteger a los residentes y en la ciudad Kisumu se ha visto un aumento alarmante de la inseguridad», dijo Audi Ogada, un activista civil en la ciudad en el oeste de Kenia.
En noviembre, Kisumu fue el escenario del asesinato de Shem Kwega, un miembro del parlamento del Movimiento Democrático Naranja, del gobierno de coalición. Ogada dijo a IWPR que temía que la policía fuera incapaz de hacer frente a una creciente ola de violencia antes de las elecciones de este mes de marzo.»La inseguridad ha ocupado un lugar central en Kenia», dijo. «Queremos calma antes de las elecciones».
En los últimos meses, Kenia ha experimentado un recrudecimiento de la violencia en diversas partes del país. En agosto del año pasado, las escaramuzas entre los miembros de los grupos étnicos Pokomo y Orma y en el delta del Tana en el este de Kenia dejaron más de 100 muertos. Además la violencia estalló en la misma zona a principios de este mes de enero.
En noviembre, más de 40 policías murieron mientras perseguían ladrones de ganado en Baragoi en el Valle del Rift. Ogada cree que gran parte de la violencia actual es orquestada.
Los recuerdos de la violencia relacionada con las elecciones están frescos en Kenia, donde unas disputadas elecciones presidenciales, en diciembre de 2007, dieron lugar a enfrentamientos por motivos étnicos que dejaron más de 1.100 muertos.
La Corte Penal Internacional, CPI, puso en marcha una investigación que llevó a cuatro altos cargos enfrentar la justicia internacional (están acusados de crímenes contra la humanidad). Ellos irán a juicio en La Haya en abril.
La policía de Kenia estuvo implicada en el derramamiento de sangre. El gobierno creó una comisión de investigación sobre la violencia, que encontró que la policía mató a 405 de un total de las 1.133 personas que murieron.
Jueces de la CPI decidieron no confirmar los cargos presentados contra otros sospechosos, como el ex comisario de policía, Mohammed Hussein Ali. Ellos no encontraron motivos para creer que ninguno de los acusados fuera responsable de la violencia policial en Kisumu o en el distrito marginal de Kibera, en las afueras de Nairobi. Tampoco se encontraron evidencias sustanciales sobre la alegación de la acusación de que la policía participó en los ataques dentro y alrededor de las ciudades de Nakuru y Naivasha.
Como resultado del derramamiento de sangre, el gobierno puso en marcha un programa de reformas para convertir a la policía en una fuerza más responsable y profesional. Aunque el nombramiento de un inspector general en diciembre fue visto como un paso importante hacia adelante, los expertos advierten que la institución todavía carece de las habilidades y equipo para contener los brotes de violencia en torno a las elecciones de marzo/abril.
«Los kenianos no debe esperar una gran diferencia en términos de capacidad y el profesionalismo de la policía, porque no han adquirido mucho [desde 2008]», dijo Simiyu Werunga, consultor de seguridad que dirige el Centro Africano de Estudios de Seguridad y Estratégicos, en IWPR.
En un discurso ante el parlamento a principios de diciembre, el ministro de Seguridad Katoo Ole Metito reconoció que los organismos de seguridad de Kenia fueron «mal equipados para asegurar a la nación durante este período electoral». Se ha ofrecido capacitación a los miembros de la Policía de la Reserva de Kenia, que complementa la policía regular en el campo, y la Administración de Policía, una fuerza independiente, y ellos dicen que no están «bien preparados para los disturbios».
«De 37 estaciones de policía en Nairobi, tan solo unos diez oficiales de tres estaciones de policía tienen chaquetas protectoras y balas de goma», agregó. Cuando las cosas se salgan de control, la policía sí es vulnerable a los ataques, y por ellos estos hombres son propensos a responder con fuego real.
«Los civiles corren por tanto el riesgo de ser asesinados a tiros en medio de los disturbios, a menos que el gobierno prepare a toda la policía con balas de goma y chalecos antibalas», dijo Werunga.
Muchos están de acuerdo en que medidas prácticas como éstas son necesarias.
El Obispo Josué Koyo, dice que el gobierno debe aumentar el presupuesto de la policía con el fin de aumentar los salarios y comprar los equipos y vehículos necesarios.
«Aún queda mucho por hacer para mejorar toda la fuerza policial, en especial la forma de pensar, actuar en el trabajo y la velocidad a la que responden a situaciones de crisis, así como el bienestar de los propios agentes de policía», dijo el obispo Koyo.
«Considerar las elecciones sin policías suficientes en el terreno que estén bien pagados y equipados conduce automáticamente a una actitud negligente hacia el trabajo de asegurar la nación».
(Institute for war and peace, Kenia, 25 -01- 2013)
Noticia seleccionada y traducida para Fundación Sur por Eva Estaun, española residente en Nairobi.