El riesgo para la salud parece estar aumentando en la mayoría de países africanos, pero sin monitoreo, es difícil una intervención efectiva.
Cada año, la contaminación del aire contribuye a que sucedan más de 8 millones de muertes prematuras en todo el mundo. Esta trágica estadística está estrechamente relacionada con la crisis climática, pero rara vez se menciona en conversaciones sobre el cambio climático.
Como continente, África enfrenta desafíos únicos con la calidad del aire. El uso generalizado de biomasa para cocinar y calentarse junto con la quema a cielo abierto de desechos agrícolas produce enormes cantidades de contaminantes. Mientras tanto, la rápida urbanización y el aumento de la motorización han llevado a un rápido crecimiento de las emisiones relacionadas con el transporte, que ahora representan aproximadamente el 40 % de las fuentes de contaminación del aire en el continente. Esta situación se ve agravada por sus condiciones más secas y cálidas, debidas, en parte, al cambio climático, que aumenta el polvo en suspensión en el aire procedente de tierras secas e incendios forestales.
Las emisiones de carbono que conducen a la contaminación del aire aceleran la emergencia climática, y también tienen efectos mortales más inmediatos. El Informe Mundial del Corazón de 2024 sugiere que la contaminación del aire contribuye, cada año, a 1,9 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares (ECV) y a poco menos de un millón por accidentes cerebrovasculares.
Esta amenaza es un desafío a nivel mundial, pero es de mayor preocupación donde no se miden las características de calidad del aire. En el África Subsahariana, que registró más de un millón de muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares en 2021, la interacción de las tormentas de polvo naturales con las fuentes de contaminación “provocadas por el hombre” puede hacer que el monitoreo de calidad del aire sea excepcionalmente complejo. Y, la región carece peligrosamente de infraestructura de monitoreo de contaminación del aire, dificultando que los responsables de las políticas actúen con la urgencia y la eficacia necesarias.
Contaminación del aire en África
Con el apoyo de la Federación Mundial del Corazón y el Fondo para el Aire Limpio, realizamos una revisión para obtener un panorama de investigaciones disponibles sobre la contaminación del aire y las ECV en África. Sorprendentemente, encontramos solo seis estudios, casi todos en Sudáfrica, utilizando datos hospitalarios para analizar los vínculos entre estos dos fenómenos, la mayoría en Sudáfrica. Aunque limitados en número y alcance, estos estudios corroboraron la conexión entre varios contaminantes del aire y las muertes y enfermedades cardiovasculares.
Para obtener un panorama más completo y generar intervenciones basadas en evidencias adaptadas a las comunidades africanas, es necesario un adecuado monitoreo de los contaminantes del aire. Sin esto, nuestra comprensión de la contaminación del aire local seguirá siendo limitada, conduciendo a peores resultados de salud para las personas que puedan estar expuestas. Comprender el nivel de contaminación del aire en una región es imperativo para reducir su daño, mejorar la conciencia sobre los determinantes ambientales de la salud y elaborar medidas adecuadas de calidad del aire en las estrategias de salud pública
Se necesitan estaciones de monitoreo terrestre adecuadas para proporcionar una detallada caracterización de las fuentes de contaminación del aire específicas de la región. Sin embargo, en África, solo 24 de los 54 países están actualmente preparados para medir la calidad del aire de alguna manera. Incluso entonces, esto no cubre todos los más importantes contaminantes del aire conocidos que causan problemas de salud. Además, las pruebas están distribuidas de manera desigual y sesgada hacia entornos urbanos.
Es igualmente preocupante que solo el 30 % de los países de África estén actualmente obligados por ley a monitorear la calidad del aire, y solo el 18 % de ello deben hacer públicos estos datos. En contraste, el 95 % de los países de Europa están obligados a verificar la calidad del aire. Mientras tanto, las regulaciones, tanto en Europa como en los EE. UU., garantizan el acceso público a esta información, con muchos gobiernos proporcionando datos de calidad de aire en tiempo real.
Esta discrepancia es especialmente preocupante si se tienen en cuenta las estimaciones que sugieren que la contaminación del aire aumentó entre 2010 y 2019 en el 60 % de los países africanos. Se trata de una notable divergencia con respecto a las tendencias en Europa y el Sudeste Asiático, donde todos los países informaron de descensos.
Las inversiones necesarias
Para corregir el panorama actual en África se necesitará un esfuerzo colectivo, que incluya la puesta en común de fondos vitales. La última investigación del Fondo para Aire Limpio muestra que solo el 1 % de financiación internacional para el desarrollo se destinó a proyectos de lucha contra la contaminación del aire entre 2018 y 2022. Algunos de los países de ingresos medios y bajos más contaminados, en particular en África, se están convirtiendo en “desiertos de financiación” que son descuidados casi por completo.
Sin embargo, nuestros hallazgos confirman que la inversión, tanto nacional como internacional, debe ser dirigida a tres iniciativas clave para conseguir una diferencia.
En primer lugar, es necesario implementar un mejor y más exhaustivo seguimiento de la calidad del aire en las distintas regiones de África, ofreciendo una caracterización más detallada de las fuentes de contaminación del aire activas en cada zona.
En segundo lugar, se necesitan más estudio sobre la exposición a los contaminantes del aire en diferentes entornos africanos y su impacto en las ECV. Esto incluye entornos tanto urbanos como rurales, teniendo en cuenta las variaciones de riesgo en las diferentes comunidades. También significa registrar resultados de salud no solo en entornos hospitalarios tradicionales sino también fuera de ellos. Estos pasos ayudarán a comprender las interacciones a corto y largo plazo entre la contaminación del aire y la salud.
Por último, las comunidades necesitan el apoyo y la capacitación para medir los resultados de las estrategias de mitigación para reducir las emisiones y la exposición. La capacidad de evaluar con precisión la calidad del aire puede empoderar a las autoridades para producir mejores estrategias y directrices para la salud pública.
En 2015, la ONU se propuso reducir las muertes prematuras por enfermedades no transmisibles como las ECV en un 33 % para 2030, en el marco de la meta 3.4 de los ODS. En África y otras regiones donde la contaminación del aire es una amenaza importante, esto requerirá mucho mejor seguimiento y acción específica.
Mark Miller – Mariachiara Di Cesare
Fuente: African Arguments
[Traducción, Jesús Esteibarlanda]
[CIDAF-UCM]