Hace casi 250 años, el economista y filósofo Adam Smith describió como el capitalismo industrial conduciría a la acumulación de riqueza.
¿Ha sido el capitalismo beneficioso?
Sí y no. El capitalismo ha impulsado la revolución industrial y la tecnológica. Ha sacado a innumerables personas de la pobreza durante los últimos dos siglos; ha aumentado significativamente el nivel de vida y ha dado como resultado innovaciones que han mejorado radicalmente el bienestar humano, además de hacer posible ir a la Luna e Internet…
¿Cuáles son los aspectos negativos?
Dando prioridad a las ganancias a corto plazo ha creado una enorme desigualdad, problema insoluble ante crisis sociales y cambio climático. Una encuesta de 2020 nos dice que el 57 % de las personas considera que «el capitalismo tal como existe hoy hace más daño que bien en el mundo«. De hecho, si se juzga por medidas como la desigualdad y el daño ambiental, «el desarrollo del capitalismo occidental en las últimas décadas ha sido profundamente perjudicial”. En muchas naciones desarrolladas el capitalismo de finales del siglo XX ha contribuido a una brecha enorme entre la riqueza de las personas más ricas y las más pobres, según lo mide el Índice de Gini*. Las democracias liberales pueden estar ahora en un punto de inflexión, donde los ciudadanos cuestionan las normas capitalistas de hoy, con mayor intensidad política en todo el mundo.
¿Qué cambios podría traer esta toma de conciencia?
Puede ser hora de que el capitalismo reconsidere el contrato social, para que se haga más inclusivo de un mayor número de intereses, que vayan más allá de los derechos y las libertades individuales. La pobreza relativa puede desequilibrar una sociedad a largo plazo. Incluso si la economía está creciendo, la desigualdad de ingresos y el estancamiento de los salarios pueden hacer que las personas se sientan menos seguras a medida que disminuye su posición relativa en la economía. En última instancia, vale la pena recordar que los ciudadanos en una democracia capitalista y liberal no son impotentes.
¿Está de hecho ocurriendo algo en ese sentido?
Van surgiendo nuevas tendencias. En los negocios, existe el «capitalismo consciente», inspirado en las prácticas de las llamadas marcas «éticas». En política, hay un «capitalismo inclusivo». Algunas empresas se adhieren al principio de considerar «el impacto de sus decisiones en sus trabajadores, clientes, proveedores, comunidad y medio ambiente«. Sin embargo, eso no significa que no debamos preguntarnos cómo podría evolucionar el capitalismo hacia algo mejor, más inclusivo a corto plazo. El futuro de nuestro planeta depende de ello.
* El coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual. (Fuente: Wikipedia)
Bartolomé Burgos
[CIDAF-UCM]