El colapso político del apartheid supuso la desintegración de las poderosas fuerzas armadas de Africa del Sur. En un caldo de vacío legal, muchos militares blancos se recolocaron como “asesores” de seguridad de diversos gobiernos africanos o se vendieron al mejor postor. A la par, florecería una cultura de la seguridad paramilitar al abono de la atmosfera de inseguridad social que se vivía en las calles y que los más agoreros, proclamaban como la antesala de una guerra civil entre blancos segregacionistas – dueños del ejército – y la población negra que estrenaba democracia. No hubo tal enfrentamiento pero sí muchas historias ocultas e incluso se desmantelaron cinco de los seis engendros nucleares que Sudafrica construyó de espaldas a las sanciones de Naciones unidas; del sexto artefacto no se sabe con certeza su paradero.
¿Es viable un ejército privado? Sí, sí que lo es. Al menos en escenarios incomodos y huérfanos de un marco legal solido donde pueda operar con ciertas garantías legales y morales y, ese teatro no es otro si no que Africa. La otra respuesta es una negativa rotunda pues los estados [medianamente] organizados no se arriesgarían a que tan poderosa herramienta – de pago – se les venga en contra con el añadido de que un ejército regular no busca beneficio económico y uno privado si y eso complica mucho las cosas. Sí, debemos y podemos llamarlos mercenarios pues a las cosas hay que citarlas por su nombre y alquilar el uso de la fuerza para un objetivo final es tan antiguo que oposita a ser el primer oficio de la humanidad. Solo existe un “pequeño” inconveniente y no es económico; se trata del marco legal que establezca los límites de la operación. Tradicionalmente indisciplina y pillaje son las derivadas más dañinas del uso de una fuerza militar privada. España usó mercenarios en Flandes, unos imberbes EEUU los alistaron en la mar contra los ingleses y hasta Bush los usó en Irak bajo el nombre de corporaciones de reconstrucción del país.
Centrémonos en el uso de una fuerza militar privada en Africa y sus más genuinos ejemplos. Africa es el escenario natural y político que mejor acepta el uso de fuerzas armadas no gubernamentales. Grandes extensiones que ofrecen anonimato, malas comunicaciones, un enemigo difuso y gobiernos vertebrados entorno a la fragilidad política donde la corrupción es algo aceptado y generalizado y, la mejor baza: lo incomodo desde el prisma popular y presupuestario que supone para las ex metrópolis o potencias enviar fuerzas de tierra a escenarios delicados. Olvidé mencionar que la gran ventaja de usar mercenarios es que evita que tus fuerzas armadas se vean envueltas en contextos incomodos que abren telediarios y restan votos. ¿Por qué creen que no hubo ni habrá intervención militar terrestre de la OTAN en Libia o Siria?
Belgas y franceses saben mucho del uso de mercenarios en Africa para solucionar problemas y de paso salvaguardar sus intereses ocultos en sus ex colonias. Si entramos en el cuarto oscuro, muchos de los asesores de seguridad de los frágiles gobiernos de Centroáfrica, El Chad, Congo, Mali o Níger, son ex miembros de las fuerzas armadas francesas – Legión extranjera. Detrás de estos “asesores”, evidentemente se esconde una densa y peligrosa capilarización que nos conecta con el tráfico de diamantes, coltán, armas y drogas. Dejémoslo por aquí. Incluso España tiene su aporte a la seguridad privada en Africa pues ¿cómo es posible que ambas facciones enfrentadas en la guerra civil de Angola usaran uniformes del Ejército de tierra? Un día se los cuento con un café de por medio…
Cuando la ONU se ve superada – cosa habitual – y no hay cascos azules que solucionen el problema, se da el escenario ideal para las corporaciones militares privadas. El Congo se independizó de los belgas y a la vez su provincia de Katanga (1961) se quiso emancipar. Los fuertes intereses mineros de Bruselas y Washington, favorecieron el uso de una fuerza militar privada para sofocar la rebelión bajo el ortopédico amparo de Naciones unidas pues nadie quería ir. Así de claro. Es la llamada aventura de Mike Hoare y sus mercenarios del 4 Commando. En 1964, Hoare fue de nuevo contratado por el presidente del Congo Tshombe. Se hizo un “casting” que en su mayoría fue alistado por ex paracaidistas y mercenarios belgas – que casualidad –, buscavidas con varios pasaportes, cubanos exiliados y arrepentidos de la CIA. Lo mejor de cada casa. El “contrato” obligaba a evacuar a dos mil europeos y misioneros de Stanleyville – hoy Kisangani en el norte del Congo – en la denominada rebelión de los Simba. Hoare, entrevistado en Sudáfrica, comentó que liquidar comunistas y nacionalistas exaltados era como matar animales. En 1981 el gobierno de Seychelles exiliado en Sudáfrica contrató a Hoare para derrocar al presidente. Se trató de una operación respaldada por el establishment militar sudafricano con el beneplácito de los EEUU.
Hoare voló a Seychelles con un puñado de hombres disfrazados de un equipo de rugby con los kalashnikovs facturados como utillaje de juego en falsos fondos. Las armas fueron descubiertas en la aduana y hubieron tiros. El golpe nunca se produjo y huyeron de Seychelles en un vuelo de Air India secuestrado del que el propio Mike Hoare pagó el combustible y pidió al comandante despresurizar la cabina para arrojar las armas al mar antes de aterrizar en Sudafrica. La corte internacional acusó al ejército sudafricano de conspiración y Hoare acabó encarcelado antes de ser miembro honorifico del Institute of Chartered Accountants in England and Wales. Como ven, todo huele fatal y no hay trapo sucio militar en Africa que no tenga el rastro Made in South Africa. De Hoare decir que era muy estricto con sus hombres y llegó a aplicar un código severo para evitar las faltas de disciplina y el pillaje; quedando la anécdota del castigo aplicado a uno de sus lugartenientes al que se le amputó con un cuchillo el dedo gordo del pie como castigo especialmente doloroso pues se trataba de un ex futbolista.
En 1989 Eeben Barlow y su socio irish Michael Mullen fundaron la sociedad Executive Outcomes (EO). La más exitosa corporación militar privada que ha operado. Contratada por De Beers – gigante sudafricano que regula el mercado de diamantes y de la alta joyería – para formar su personal de seguridad. El escándalo vino cuando De Beers descubrió que EO y Barlow también eran asesores del gobierno de Angola. Escenario en el que el ejército sudafricano estaba involucrado en plena guerra fronteriza. Executive Outcomes llegó a tener dos mil hombres altamente cualificados, blindados y aviones Mig – 23 comprados por ahí…La sociedad se registró en el Reino Unido con cuentas en paraísos fiscales tremendamente opacos caso de Anguilla. Contratada por el gobierno angoleño, EO luchó contra la guerrilla de UNITA en 1992. En 1995 llegaría su episodio más mediático pues incluso quedó registrado en la película de Di Carpio “Diamante de Sangre”. EO sería contratada por el gobierno de Sierra Leona bajo el pretexto de derrotar a la guerrilla del FRU (Frente Revolucionario Unido) y evitar el reclutamiento de niños soldados. La realidad escondía el interés del gobierno en controlar la extracción de diamantes para financiar la guerra civil siendo ese es el mismo interés que tenía y tiene el gigante de la alta joyería De Beers; primera entidad que ya contrató a EO. ¿Entienden el círculo? A Eeben Barlow, fundador de EO, se le ha relacionado con Chevron, Rio Tinto y Texaco. No es casual que De Beers haya “operado” una fuerza privada que le asegure el suministro de diamantes en lugares complicados cuando este se ha visto amenazado.
EO se disolvió el 31 de diciembre de 1998 bajo serias acusaciones de reclutamiento de mercenarios y tráfico de armas. Lo cierto es que tras las imputaciones del nuevo gobierno democrático de Africa del Sur, estaban las presiones de la comunidad internacional que habían visto el riesgo del éxito de un ejército privado en manos no adecuadas. Sandline es una corporación privada de seguridad británica que siempre ha estado bajo la sospecha de estar relacionada con EO. De hecho, en 1997 contrató a EO para sofocar una rebelión en Papua Nueva Guinea. Si algo queda o quedaba de EO es Sterling Corporation Services. Una empresa fuertemente implicada en Somalia y que provee seguridad en ese estado fallido. Todo un negocio. El escenario ideal que describíamos al inicio del artículo. Un país sin más ley y orden que el de las armas y el caudillaje. Sterling también está muy relacionada con los contratos que suministran seguridad a bordo de los buques que transitan las aguas del golfo de Adén y la costa somalí; lo cual levantó sospechas acerca de la hipotética relación entre el estallido de la piratería en aguas de Somalia y los fuertes intereses de la sociedad en el Cuerno de Africa.
Mi opinión al respecto es que Executives Outcomes evitó un baño de sangre mayor en Sierra Leona pero a la vez se le vieron los diamantes en los bolsillos y eso manchó a De Beers y su publicidad de amoríos y bodas de ensueño. De cualquier manera, nadie puede negar que EO salvó a los gobiernos legítimos de Angola y Sierra Leona de una guerra civil prolongada. A lo que hay que añadir que se trató de una iniciativa privada cuya razón de ser son los beneficios económicos por encima de los éticos y eso complica mucho el resultado final o como se llega a él. También me he preguntado si una unidad de elite estilo EO, ¿no habría evitado el enfrentamiento a machetazos entre hutus y tutsis en Rwanda en 1994? Es más y en palabras de Romeo Dallaire, militar canadiense que no pudo evitar el genocidio ruandés pues la ONU y Bélgica le negaron ayuda, habría bastado con doscientos hombres de elite para contener la carnicería que finalmente aconteció. El debate está servido y es delicado pues las variables legales y morales son muchas. ¿Quién soluciona lo que nadie quiere que le salpique? Un tema apasionante del que prometo seguir desvelándole detalles.
CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL
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