Bajo su colorido hijab, las mujeres intercambian miradas desconcertadas y, avergonzadas, reprimen la risa. ¿“Está Ud. segura de que esto es halal (permitido) (1)«?, pregunta tímidamente una de ellas, rompiendo el silencio de una maestra del Islam que ha venido a hablar con ellas acerca de la anticoncepción.
Normalmente no vemos píldoras anticonceptivas, preservativos o DIU en las áridas extensiones del noreste de Kenia. Esta región musulmana semi desértica está poblada por los keniatas de etnia somalí, a menudo nómadas, que viven principalmente del ganado, históricamente marginados por el gobierno y subdesarrollados.
Un estudio realizado por la ONG Save the Children, sólo el 2% de la población del condado de Wajir utiliza métodos anticonceptivos, en comparación con el promedio nacional que es del 58%, sobre todo porque «los métodos modernos de anticoncepción están vistos como una violación de los principios islámicos».
«La religión musulmana permite el uso de estos métodos en determinadas circunstancias, sobre todo si la salud del bebé y la madre son el centro de la cuestión», sin embargo, dice la maestra, Deka Ibrahim, delante de cuarenta mujeres sentadas en el suelo de un cuarto oscuro y descuidado del pequeño pueblo, cerca de la maternidad. Entre las mujeres hay varias esposas menores de edad que ya han dado a luz, otra le da el pecho al su bebé. El resto se retuercen automáticamente las mangas de sus austeras vestimentas dejando a la vista los tatuajes de henna o las pulseras.
El método anticonceptivo utilizado no tiene un efecto permanente como la ligadura de trompas, el consentimiento de ambos cónyuges es indispensable y el aborto está prohibido, detalla la maestra, a continuación una enfermera explica cómo utilizar las píldoras, los preservativos o los implantes hormonales.
Halima, de16 años y madre de una niña de 9 meses, escucha atentamente. «Quiero tener más hijos, pero no ahora», declara a la AFP esta tímida adolescente. «Espero tener más cuando mi hijo haya crecido y una vez que esté segura de que está sano».
En la maternidad hay un asunto que juega un papel tan “abrasante” como el ardiente sol que tortura en el exterior: las tradiciones, que además de discriminar a las mujeres, puede poner en peligro su salud y la de sus hijos.
Cultura y religión
En el noreste de Kenia, más de cuatro de cada diez mujeres se casan antes de los 18 años, el doble de la media nacional, con la dificultad del embarazo en la adolescencia, sobre todo porque casi todos los nacimientos se producen fuera de las clínicas.
Las mujeres, de media, dan a luz a ocho hijos, una familia grande, en la cultura somalí, es un símbolo de riqueza.
«Cuando una adolescente está embarazada o una mujer que no deja pasar suficiente tiempo entre sus embarazos, el riesgo de complicaciones son mayores, tanto para la madre como para el niño», asegura Sulekha Mohamed, un jefe local de Save the Children, recordando que al 98% de las mujeres en la región se les ha practicado la mutilación genital, otro factor de riesgo para la salud. «Si se quedan embarazadas cuatro meses después de haber dado a luz, su cuerpo no ha tenido tiempo para recuperarse».
De acuerdo con un estudio demográfico oficial a partir de 2014, la tasa de mortalidad perinatal de los bebés es de 44 por cada 1.000 nacimientos en el este, contra un promedio nacional de 29 por cada 1.000. Desde 2014, en colaboración con el gobierno de Kenia y los líderes religiosos influyentes, Save the Children sensibiliza de estos problemas a hombres y mujeres del Condado de Wajir, de difícil acceso, minado por los ataques de islamistas radicales de Shabaab y las rivalidades tribales.
«Históricamente, en nuestra cultura, la gente tiene varias y muchos niños. La idea de la planificación familiar es vista como una idea extranjera, occidental para limitar su número y poder colonizarlos mejor», dice Abdiwahab Mursal, el cadí de Wajir, jefe de la tribu local a cargo de los asuntos de la moral. Este Imam pide, sin embargo, no confundir «la cultura y la religión». «Nuestro papel como líderes religiosos y personas cultas es explicar lo que el Islam permite o no». Citando el Corán y la jurisprudencia islámica en materia de planificación familiar, el Sr. Mursal instruye a líderes religiosos de la provincia, hombres y mujeres, que luego van a las aldeas para predicar sus palabras.
En una escala muy reducida aún, el método comienza a dar sus frutos: 3.177 mujeres comenzaron una planificación familiar en el primer trimestre de 2016, frente a 1.382 de un año antes, en el mismo período.
Madre de cuatro con 28 años, Safiya dice que quiere «más niños»: «eso es lo que mi religión me dicta». Pero después de descubrir que la anticoncepción está permitida por el Islam, ahora espacia sus embarazos.
Fatuma, de 25 años, está en cama. Después de varias semanas de reflexión, y habiendo recibido la bendición de su marido, le da el brazo a la enfermera que le inyecta un implante anticonceptivo. «Como mi religión acepta la planificación familiar, la usaré para el bien de mi salud».
(1) El término halal, hace referencia al conjunto de prácticas permitidas por la religión musulmana. Aunque el término en sí engloba todo tipo de prácticas, está comúnmente asociado a los alimentos aceptables según la sharia, o ley islámica. El término opuesto, aquel que expresa las prácticas «pecadoras» es haram.
samaane.com (Senegal)
Fundación Sur