Las películas producidas en Etiopía son, quizás, las más desconocidas a nivel internacional. A pesar de que este país se está convirtiendo en una de las industrias africanas que más filmes crea en el continente, está muy enfocado al público local. Esto explicaría que a pesar de que se han proyectado en certámenes cinematográficos internacionales, no haya conseguido aún extenderse entre el gran público.
En los últimos años Etiopía ha vivido una ruptura entre el viejo cine y la “nueva ola” conformada por un grupo de actrices, actores, productores, directoras y directores que reman a contracorriente para crear un nuevo espacio cultural que gire en torno al séptimo arte. El nuevo cine de Etiopía quiere conquistar a cada habitante de su país antes de dar el salto definitivo y cruzar sus fronteras.
Pero ¿Cuándo se inició este cambio? Parece que el punto de inflexión tuvo lugar en 2004, momento en el que se empezaron a producir películas en mayor número. Se pasó del rodaje de una decena de películas al año a más de 60 largometrajes en 2009 y en torno a 120 en 2016. Este aumento ha afectado en parte a la calidad de las películas que, por lo general tiene un perfil más local, con escasos recursos y muy poco tiempo. Los filmes tienen un cariz muy nacional, la mayoría grabados en amárico y en los que suelen relatarse historias locales. Sin embargo, el nuevo cine de Etiopía que algunos se empeñan en bautizar como Eollywood, en clara referencia a la industria de Hollywood y Nollywood, en la que buena medida se inspira, cuenta con unas posibilidades de proyección enormes: Etiopía es un país con más de 90 millones de habitantes que no para de crecer y cuya población desea sentirse reconocida en la pantalla.
La diversidad del nuevo cine de Eollywood es tal que hay muchos directores y directoras que destacan por tener proyectos novedosos y que gustan tanto dentro como fuera del país. A los afamados directores de la anterior generación, como Haile Gerima, que se alzó en 2009 con el Étalon d’or del FESPACO, se unen nombres como el de Yohannes Feleke que es conocido por películas como Where is my dog? (2010), el corto Just for One Day (2009), presentado en el FCAT (Festival de Cine Africano de Tarifa) y por su importante colaboración en Crumbs (2015) dirigida por el español Miguel Llansó. Otro de los nombres más reconocidos es el de Yared Zeleke, que en 2015 saltó a la fama con Lamb. “Fue un triunfo para todos, Lamb fue la primera película etíope que participó en Cannes de forma oficial” comenta el director. “Los etíopes sólo quieren sentirse reconocidos, ver que su mundo cabe en la gran pantalla” añade cuando le preguntamos por su interés en relatar historias locales.
Pero además en la nueva ola de cine etíope hay espacio de sobra para las directoras que luchan por sacar adelante y visibilizar historias que antes no tenían cabida en la gran pantalla. Tal es el caso de Price of love, que fue proyectada en el Toronto International Film Festival y dirigida por la directora Hermon Hailay, en la que se cruzan la historia de amor de una prostituta y un taxista que luchan por seguir adelante en las calles de Addis Abeba. “El nuevo cine de Etiopía es mucho más inclusivo aunque, obviamente, queda mucho por hacer”. Responde Netsanet, una joven espectadora etíope, cuando le preguntamos por el papel de las mujeres en el nuevo cine “Ahora también vemos historias de mujeres fuertes e independientes que toman decisiones”.
Además de haber dado el salto a los certámenes internacionales, el nuevo cine etíope tiene capacidad de maniobra para organizar diferentes eventos que le ponen en el punto de mira. En 2005 se puso en marcha The Ethiopian International Film Festival (Ethioiff) centrado en unir las tendencias de Etiopía y del resto del cine africano. Dos años más tarde, surgió uno de los pilares de este cine con el Addis International Film Festival que se ocupa de galardonar los mejores documentales. Por último, en 2012 nació el Colours of the Nile International Film Festival (CONIFF) con la idea de enfocar una nueva perspectiva del cine africano y crear la fórmula para lanzarlo al mundo.
El nuevo cine de Etiopía, conocido por algunos como Eollywood, se encuentra en medio de un cambio fundamental. Frente a las generaciones anteriores que se formaron en centros como París, Berlín, Londres, Moscú o La Habana, los jóvenes directores se han formado en las pequeñas academias de Addis Abeba. Enfocan sus cámaras a su propio país, pretendiendo que sus habitantes se sientan identificados mientras aspiran a convertirse en un cine reconocido internacionalmente.
Original en: Wiriko