Entrevista con la investigadora y escritora maliense Alamine Mohamed Al-Noury Ansary

17/05/2016 | Entrevistas

escritora_interior.jpg Noury-Mohammed Al-Alamine Ansary, es investigadora del Centro Ahmed Baba de Tombuctú desde hace 38 años. Nació en 1948 en Almachra (Goundam, a 60 km de Tombuctú). Después de asistir a la escuela en Arabia Saudí y Libia, continuó sus estudios en Argelia y los perfeccionó en Francia (en 1982).

Actualmente está trabajando en varios temas: la gente del gran Sahara, un diccionario tamasheq-francés, la resistencia a la penetración colonial en Tombuctú, la historia de los hombres azules, etc…

Háblenos de usted. ¿Cómo ha vivido la crisis maliense de 2012? ¿Se vio obligada a abandonar Tombuctú en 2012? En una palabra, ¿cree que es posible hacer una comparación con la crisis de los años 90?

En los años 90, gran parte de la población se había ido a refugiarse en Mauritania, Argelia y Burkina Faso. Yo, en esa época quería explicar a mis colegas ciudadanos de Malí en general y de Tombuctú en particular, que soy una patriota como cualquier otro ciudadano de Malí y que era muy importante que comprendieran el significado del patriotismo expresado con mi negativa a exiliarme de Tombuctú al igual que habían hecho muchos tuaregs y árabes. Tombuctú es mi tierra y la de mis antepasados que lucharon contra los colonos franceses en la batalla del 14 de enero 1894 en Takoubawt.

Como saben, 2012 es el año en el que acababa de retirarme mis funciones públicas en Malí. A comienzos de año había cerrado mi casa, que se encuentra en la ciudad de Tombuctú, para irme a Tinnadar, una localidad situada a 25 km al norte de Tombuctú, donde instalé mi ganado. También necesitaba calma para escribir mis libros. Todas las autoridades gubernamentales y regionales de mi país me conocen. Siempre he abogado por la paz y en los momentos más difíciles, mis amigos y familiares lo han intentado todo para que me fuera de Tombuctú. Pero siempre les recordaba esta cita: «el amor a la patria es un acto fuerte, así que prefiero morir en la tierra de mis antepasados que ir al exilio en cualquier país del mundo».

Háblenos de sus obras, ¿por qué su libro la “Flamme de la Paix”, que fue publicado en su momento con el apoyo del Programa de las naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), no es famoso a pesar de ser muy interesante?
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He escrito siete libros, pero el más conocido es el titulado «Flamme de la Paix à Tombouctou», en la que aparezco vestida de blanco, sosteniendo una bandera blanca, durante siete horas bajo el sol, durante la ceremonia de la Flamme de la Paix, el 27 de marzo de 1996. Esta imagen permanece en la memoria colectiva de todos los defensores de la paz en Malí, África y de la opinión internacional. Es una ilustración de mi compromiso y mi determinación de trabajar por la paz en el mundo, al inicio de este tercer milenio. Yo, como escritora, dirijo este noble mensaje a toda la humanidad para aliviar el sufrimiento de las personas en todo el mundo.

Lo escribí en un estilo persuasivo, lleno de imágenes y apoyándome en las virtudes tradicionales y en la historia de la religión. Invito también a la generación más joven a cambiar su comportamiento y su mentalidad con el fin de promover una cultura de paz. En estos momentos se va a reimprimir este libro y se enviará una copia a todos los ciudadanos de Malí. Esto permitirá a nuestros hermanos del sur conocer nuestra dignidad a través de nuestra historia, desde los tiempos de nuestros antepasados los Almoravides, que tenían un gran predominio sobre el Sahara. Llevamos la paz, desde el África negra a Andalucía y creamos el comercio entre Europa y África siguiendo la línea de ciudades como Fes, Meknes, Marrakech, Saghmassa, Oulata en Mauritania, Tombuctú, Alto Volta y Kumasi, en Ghana. En la época del emperador de Malí, Kankou, siglos 13 y 14, su ministro de comercio y de comercio internacional era un tuareg así como muchos de los grandes eruditos y mediadores. La democracia reinaba sobre todas nuestras tierras, cada región tenía su autonomía. Es por esto que a mí no me sorprendería ver una descentralización en Malí, porque nosotros lo hicimos ya mucho antes de la colonización y del trazado colonial de las fronteras en los años 60.

Como investigadora y escritora, Ud. comenzó a escribir artículos y libros sobre los grandes hombres que han marcado la historia de África. ¿Quiénes son y por qué le llamaron la atención?

Lo que me llamó la atención en todos estos grandes hombres fue su dignidad para defender su tierra y a su gente, el amor por sus tierras que hizo que se sacrificaran por ellas, su amor por la libertad, porque un hombre sin libertad, sin dignidad, vive una vida muy miserable. Es como un ratón que vive en cuevas. Es por esto por lo que han marcado la historia, son los héroes, en el verdadero sentido del término, de África. Cuando nos fijamos, por ejemplo, en Marruecos, Sudáfrica y Senegal veremos a Yusuf Ibn Tachifine, Sanhaja, Mohamed V, Nelson Mandela y El Haj Oumar Tall. Ellos dejaron atrás generaciones dignas que son ejemplares hoy en día en África, en términos de desarrollo, a todos los niveles. Cuando un visitante o un turista va a uno de estos países se sentirá seguro y protegido.

¿Cómo ve el proceso de paz, en general, en Malí? ¿Qué opina de la polémica en torno al Foro de Kidal la semana pasada?

No soy político, pero me gustaría hacer hincapié en que, los estados responsables del seguimiento del acuerdo de paz en Malí no hacen ningún esfuerzo para reconciliar a los pro-malienses y los pro-azawadiens. Esto es lo que he visto y lo que puedo decir: evitaron completamente sus responsabilidades.
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Exactamente lo mismo en relación con el foro de Kidal. Existe un comité de seguimiento del acuerdo desde finales de enero. ¿Por qué no organizaron el Foro de Kidal ellos mismos? Miles de desplazados dentro del país y cientos de miles más en los países vecinos esperan y asisten perplejos a una especie de “juego de niños”. Hoy les digo a todas las comunidades de mi país que es a ellas mismas a las que les corresponde encontrar soluciones a su destino. Concluiré diciendo lo siguiente: «la verdad necesita dos interlocutores: el que habla y el que entiende». Dios bendiga a todos los que trabajan por la paz. Viva la paz.

¿Nos puede hablar sobre los manuscritos de Tombuctú? ¿Cómo los reunió? ¿Qué representan para usted y para las comunidades étnicas de Tombuctú?

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Empecé a trabajar en el Centro de Estudios de Investigación Histórica y Documentación Ahmed Baba (CEDHRAB) el 1 de octubre de 1974. En ese momento, no había director, sólo una secretaria ejecutiva. Me hice cargo de la recogida y catalogación de los manuscritos. Seguí con ese trabajo hasta el nombramiento del director del centro en noviembre de 1976, dos años después de mi incorporación. Inmediatamente el director me pidió que escribiera una carta en su nombre, dirigida a todos los jefes de tribus y marabouts tuaregs, árabes y songhaïs de la región de Tombuctú. Me alquiló dos camellos y no me dejé ni una aldea, en todos los municipios rurales, para recoger de las manos de los jefes los manuscritos. Recuperé ese año 182 manuscritos. Algunos me los dieron de forma gratuita, otros me los prestaron los jefes locales. En 1982, pasé un año de formación en Francia y a mi regreso descubrí que 143 de estos manuscritos habían sido robados. Sólo quedaban 39. Todavía existen en la actualidad. Puedo demostrar que reuní los 182 manuscritos y espero el día en que se haga justicia contra el centro por los 143 manuscritos que desaparecieron.

Durante la crisis que vivimos en 2012, el resto de manuscrito fue llevado a Bamako. Hasta el presente se guardan ahí.

Los originales contienen el genio y el conocimiento de los grandes eruditos y científicos marabouts que vivieron en nuestra región. Son, por lo tanto, muy importantes. Abordan la historia, la astronomía, la física, la teología, la química, las matemáticas, el estudio del Corán, del profeta Muhammad la medicina tradicional, etc. El conocimiento y la ciencia humanizan al hombre.

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