Paulina Chiziane nació en Manjacaze, provincia de Gaza, el 4 de junio de 1955. Comenzó la carrera literaria publicando cuentos en la prensa nacional y, en 1990, se convierte en una referencia ineludible al lanzar Balada de amor ao vento (Balada de amor al viento). Es también autora de Ventos do Apocalipse (Vientos del Apocalipsis); O Sétimo Juramento (El Séptimo Juramento); Niketche; As Andorinhas (Las Golondrinas); O Alegre Canto da Perdiz (El Canto Alegre de la Perdiz); Na Mão de Deus (En la Mano de Dios); Por Quem Vibram os Tambores do Além? (Para quien suenan los Tambores del Más Allá); y Ngoma Yethu.
Paulina Chiziane ganó el Premio José Craveirinha y fue condecorada por el gobierno portugués con el grado de Gran Oficial de la Orden del Infante D. Henrique. Y el año pasado, esta contadora de historias fue homenajeada por el grupo empresarial SOICO por sus 25 años de carrera literaria y 60 años de vida. Además de ser estudiada su producción literaria, sobre todo por autores mozambiqueños y brasileños, los escritos de Paulina Chiziane siguen siendo adaptados para bailes y piezas teatrales
Paulina Chiziane es la escritora más incisiva en el universo literario mozambiqueño. Su inmensa producción literaria la ha llevado a conquistar el mundo, con muchos disgustos de por medio, ya que la autora nunca se sintió comprendida en su propio país. Es también por eso que Chiziane decidió abandonar la profesión de escritora, porque está cansada de las luchas sostenidas durante sus 25 años de carrera literaria. En la presente entrevista con el periódico O País, además de despedirse de sus lectores, ofrece una lectura sobre sus textos que caracterizan a la sociedad mozambiqueña, pasando por la religión, la identidad y la libertad.
– Usted es una escritora que ha defendido el equilibrio social. ¿Es la literatura para Usted un medio para proyectar un mundo nuevo?
La literatura ha sido siempre eso. El que escribe un libro, quiere, de una cierta manera, exteriorizar el mundo que ve, el mundo que sueña, intentando presentar un punto de equilibrio para el mundo que nos rodea. Para mí, la literatura continua siendo un medio en el que negociamos nuestra dignidad.
– Sus escritos presentan el conflicto entre los detentores del poder y los súbditos, casi siempre implicando a parejas. ¿Representa eso su interés por defender la opinión de que es imposible una relación fértil entre la base y la cumbre de la pirámide social, si las personas no se despojan de la capa del poder?
Me he enfrentado con ciertas realidades y, de vez en cuando, veo lo que me espanta y eso me hace pensar que existe una manera de posicionarse diferente de la que la mayor parte de la gente conoce. En ese proceso, hay casos en los que encuentro confitos, y al describir la oposición entre las partes hago ver al lector que necesitamos una sociedad más equilibrada. Pero no siempre escribo con objetivos en mente. A veces escribo sencillamente porque me apetece, siempre en papel y con la pluma en la mano. El ordenador no me va tan bien.
– Casi siempre el escritor es un personaje revolucionario. Puede ser por eso que, en parte, las convulsiones sociales contribuyen grandemente para que un autor se decida a escribir un libro?
Esta pregunta tiene varias respuestas. Y puedo añadir que existen varios tipos de escritores, como los que escriben los sueños-color-rosa para recibir los aplausos de la sociedad. Es una opción personal. Pero también hay escritores que se envuelven en asuntos que interesan a las personas. Esto es lo que diferencia a los autores, y por eso no todos consiguen ser revolucionarios. Entre los escritores también hay de todo.
– ¿La Señora Paulina no escribe para ser aplaudida como sucede con los escritores color-de-rosa?
Mi historia es diferente, y de mucha lucha. Es una historia de guerras permanentes, desde el inicio de mi carrera. Cuando escribí Balada de amor al viento, surgieron voces diciendo que no debería escribir sobre mitos. Publiqué El 7º juramento, y el fuego fue todavía mayor. Incluso me llamaron romancista, y dije que no lo era; me llamaron feminista, y dije que tampoco lo era; me llamaron espiritista, dije que no; me llamaron curandera, y dije que no. Lo que significa que cada vez que publico un trabajo hay siempre una reacción. Cualquier día me gustaría publicar “El diario de un asesino”, y solo espero que me llamen asesina. Resumiendo, nuestra sociedad no es capaz de encajar a quien escribe de una manera diferente. Desgraciadamente, en los países recientemente independientes la literatura no es un espacio de libertad. En mi caso, por ejemplo, tenía que escribir de acuerdo con las mil autoridades que controlan el país. Son la iglesia, la política o las personas, que las tengo que describir bonitamente ¿Por qué? Pido la libertad de poder mostrar a la sociedad el lado positivo y negativo de las cosas, y no escribo para agradar a nadie.
– ¿Y no le parece que todo lo que le acontece vale la pena?
Vale la pena, pero estoy cansada. Mi país nunca me ha querido reconocer. Tal vez soy ingrata para con algunas personas. Hay un grupo que se cree dueño del conocimiento, y quiere imponer su autoridad sobre mi libertad. Pero también existe el lector común, que no tiene nada que ver con esa autoridad, y que acoge con cariño el trabajo que hago. Al fin y al cabo, mi reconocimiento viene de fuera.
– ¿Quiere decir que la crítica mozambiqueña no la comprende?
La raza y el sexo determinan el estatuto del que hace cualquier cosa. Soy mujer y soy negra, en consecuencia en todo lo que hago hay errores. Y si no los hay, los inventan. Y yo, temosa como soy, les digo que en mis escritos no hay rastro ninguno de error. Y mi opción ha dado resultados porque he conseguido suscitar una reflexión sobre determinados aspectos culturales, que antes nunca habían sido tocados. Mis temas exigen coraje, trabajo e investigación, sin que nadie me apoye económicamente.
– ¿Le agrada la idea de que sus escritos contribuyen para denunciar las patrañas del Mozambique independiente a través de las metáforas que en ellos se utilizan?
Mi objetivo principal no es denunciar las patrañas. No me gusta la política; pocas veces me pronuncio sobre asuntos políticos, pero el mero hecho de escribir ya es un acto político. A partir del momento en que describimos una cierta realidad, puede ser que el que gobierna también esté de acuerdo. Es más o menos en esos términos que hago mi trabajo. Por ejemplo, mi reciente libro, “Ngoma Yethu”, molesta a todo el mundo, pero no digo nada de especial en esa obra. Quiere decir que digo. Muchas veces hablamos de religión, pero no sabemos lo que es. En términos generales la religión es el culto de la preservación de la vida humana, en cuanto dualidad indivisible. Entonces, cuando hablamos de religión, nos referimos a los dos aspectos: cuerpo y alma. Pero ¿qué es lo que constatamos en nuestro país? Un tipo cualquiera abriendo una iglesia en un garaje, cobrando el diezmo y desapareciendo, dejando a la gente más pobre que lo que es. Ese es uno de los gritos de alerta que lanzo a través de la literatura.
– ¿Es de la opinión que las religiones o las iglesias colonizan a las personas?
No digo ni que sí, ni que no. Pero contra los hechos no hay argumentos. La invasión colonial fue hecha con una espada y con una biblia. Ayer fue así, ¿por qué iba a ser hoy diferente? Jesucristo dice: conoce la verdad y la verdad te hará libre. Pero las religiones, sobre todo las que van surgiendo en los últimos tiempos dicen: ignore su propia verdad y sígame, que te daré la llave del paraíso. Por consiguiente, hay una contradicción evidente entre lo que Cristo dice y lo que dicen algunos que se llaman cristianos.
– ¿Por qué investir en personas problemáticas, casi siempre en situación de desventaja en relación con los hechos?
La escritura es el lugar de la negociación de la identidad. Creo que es necesario dar la palabra a las personas aplastadas para que el lector se despierte ante la realidad de su existencia y reflexione sobre su condición.
– ¿Recurre al pasado para reconstruir los fragmentos despedazados, por ejemplo, con el colonialismo y con algunas decisiones radicales, que Mozambique vivió en los primeros años de su independencia?
Este es otro nivel de diálogo. Soy lo que soy porque nací de quien me trajo al mundo. Para ser el mañana tengo que saber de dónde vengo. Entonces, cuando hablo del pasado, de hecho es el futuro lo que me interesa, porque quiero una sociedad que esté orgullosa de sí misma, y a partir de sí misma. Si fuese blanca o hombre, dirían que Paulina es una gran antropóloga. Gente que hace lo que yo hago se ganan honoris causa en el mundo.
– ¿Hay racismo en las letras?
No voy a hablar de la palabra “racismo”. Sólo me interesa hacer un llamamiento para la descolonización del propio negro, para ver si espabilan un poco.
– Después de Noémia de Suza, es la escritora más famosa de la literatura mozambiqueña. ¿Eso le gusta?
No se lo que siento. Lo que si se es que mi trabajo significa una contribución para la construcción de una identidad porque es necesario descolonizar la mente del mozambiqueño. Parece que volvemos a quedarnos presos. Hay paradigmas que nada tienen que ver con nuestra cultura. Tenemos derecho a la diversidad.
– La guerra no escapa de su horizonte como escritora. Vientos de apocalipsis e Golondrinas son ejemplos de eso. Escribió para inmortalizar la barbarie o, quién sabe, para librarse de sus efectos?
He querido mostrar que hay muchas maneras de contar la historia. En Golondrinas, ah, me encanta el Emperador Gordo, personaje del “¿Quién manda aquí? Fue mi propio padre el que me contó aquella historia, lo que muestra que el pueblo tiene su manera de escribir su historia. En fin, todos mis libros tienen un poco de mí y de nosotros porque Mozambique todavía no se ha escrito.
– En 2010 dijo que no quería ser más que lo que era. ¿Quién es Paulina Chiziane?
No sé quién soy ni hacia dónde voy
– Para Usted la nación mozambiqueña es un sueño que todavía no se ha realizado. ¿Por qué piensa eso?
La destrucción de nuestra identidad se ha realizado durante siglos. No es porque conseguimos una “independencita” que vamos a pensar que el país existe. No. Esta nación es un proceso, una construcción permanente. Como pueblo no nos reconocemos, no nos estudiamos y no describimos nuestro país. Y para muchos, todo ha parado. Tenemos que trabajar, todos, para la consolidación de nuestra independencia.
– Si la nación mozambiqueña es todavía un sueño que tiene que ser realizado, ¿qué decir de la literatura, como parte de ese sueño?
La literatura aún no ha llegado, y nosotros, los escritores actuales, somos una piedra en ese recorrido. Y no hay razón para decir que mi piedra es mejor o mayor. Como soy optimista, sigo diciendo que mi país será realidad mañana. Hoy estoy contribuyendo para la concretización de esa realización.
– Hace un año lanzó la iniciativa África, Libérate, una especie de surge et ambula (levántate y anda) de Rui de Noronha, en el sentido práctico. ¿A dónde quiere llegar?
Sólo quiero caminar, porque sé que no llegaré allí. Este grito mío es para decir a los jóvenes que no se vayan a beber cerveza porque piensan que ya somos independientes. El proceso de la independencia va a durar muchos años.
– Con los tres últimos libros, En la mano de Dios, Para el que suenan los tambores del más allá, y Ngoma yethu, abre una nueva página de su vida literaria, que la distancia de la Paulina de El 7º juramento o de Balada de amor al viento. ¿No le parece que en estos tres libros realiza un cambio demasiado radical?
¿Qué es radicalismo?
– Esas transformaciones, digamos.
Las transformaciones son siempre violentas, hijo mío. No existen transformaciones tranquilas. En esos libros escribí solamente lo que la gente acostumbra hacer. Tal radicalismo puede encontrarse y tuve que denunciarlo. Aún más, las historias que conozco de religiosos y curanderos, si escribiese ese libro el mundo se desmoronaría. Aquellos personajes bonitos, en el altar, en la misa del domingo, el viernes van a tragar el humo del curandero (hechicero). Entonces, ¿por qué esta relación de amor y odio? Quiere decir que detestamos al curandero de día pero nos gusta de noche. En fin, estoy aquí, cansada de escribir. Han sido muchas las luchas a lo largo de los 26 años de carrera literaria. Es normal que alguien se canse de una determinada profesión, y de escritora como carrera, basta. Ha llegado la hora de sentarme.
– ¿No estará traicionando a sus lectores?
No. No tengo ningún contrato… escribo porque quiero y porque puedo. Llega un momento en que hay que decir, basta. Así pues, estoy intentando hacer este ejercicio de retirada, dejar espacio para otros.
– ¿Algunas sugerencias artísticas para los lectores del periódico O País?
Me gusta decir que el mejor libro para el hombre es el mismo hombre; el mejor libro del mundo es el mismo mundo; el mejor de la sabiduría es la sabiduría misma. Con eso quiero decir que hay que ampliar nuestra visión para leer el mayor libro de la naturaleza: la vida
O Pais OnLine
[Traducción, Jesús Zubiria]
[Fundación Sur]
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