Entrevista a Lázaro Bustince, director de Fundación Sur: “Las karimojon son muy determinadas y los hombres las temen”

25/05/2012 | Entrevistas

Rafael Sánchez: ¿Quiénes son los karimojon?

Lázaro Bustince: Los karimojon son parte de esto pueblos nómadas, de origen pastoril como los masái en Tanzania o los turkana en Kenia. Son parte de estos pueblos que emigraron del sur de Etiopía hace quinientos años buscando aguas y pastos para el ganado. Entonces, una rama se fue a Uganda que son los karimojon al igual que otros pueblos descendientes como los Teso, los tepes, los pokora… Otra rama se fue a Turkana, en el norte de Kenia, y otra se fue a Tanzania, los masái. Para ellos no hay límites, no hay fronteras. Todas las vacas son suyas, sólo hay que traerlas a casa, así que los pastos y las aguas les pertenecen. Es un pueblo muy tradicional, muy directo, muy diferente a los pueblos agrícolas con los que yo había estado.

R.S.: Digamos que son el pueblo elegido por la divinidad.

L.B.: Sí, ellos se consideran así. De hecho, es curioso, ellos tienen una entidad femenina llamada Acuch, tiene atributos masculinos pero es femenina.

R.S.: ¿Esa entidad es unitaria o está compuesta por una fuerza vital?

L.B.: Tienen una visión muy unitaria, tienen una relación vital continua con los de arriba, con el ser superior, con Acuch, con los antepasados que están en ere polon, un pueblo muy grande, arriba, como ellos lo denominan en su lengua. Toda su visión está en relación con la naturaleza: ríos, montañas, árboles, rocas, etc. No te dejan hacer una carretera en la montaña, es un lugar sagrado para ellos. Es una relación vital que incluye todo, entonces siempre son conscientes de su interrelación con la naturaleza, para ellos todo está unido. Es una concepción muy interesante de la vida, la cultura y las relaciones.

R.S.: Sitúanos a los karimojon en un contexto geográfico y socio-político.

L.B.: Los karimojon son un grupo nilótico que se estableció en la región noreste de Uganda, en la frontera de Kenia y Sudán, al norte, hace unos quinientos años y ocupan toda una extensión enorme pero casi desértica, (parecido al Sahel) eso sí, hay pastos y aguas. No es para cultivar pero sí para los animales.

R.S.: De forma nómada.

L.B.: Eso es. No tienen pueblos, ni casas, ni cementerios porque son nómadas. Conviven con los hermanos teso del sur y con los hermanos turkana que están en Kenia, aunque las fronteras de Kenia, Sudán, Uganda, Tanzania, no importan para ellos, no se refieren a ellas.

R.S.: Se desplazan de un lugar a otro sin pensar en ninguna cuestión administrativa ni problemática que pueda crear cualquier Estado, etc.

L.B.: Totalmente, ellos se mueven libremente, toda la tierra es suya, se van a Kenia, a Sudán, incluso, si les preguntas te dicen que todas las vacas son suyas y que ellos son los pastores y los encargados de cuidarlas y traerlas a casa.

R.S.: Estuviste trabajando con los karimojon entre 2000 y 2004 en resolución de conflictos y la posesión del ganado era precisamente una de las cuestiones principales de disputa. ¿Qué hacía un Padre Blanco como tú, arbitrando en conflictos interétnicos en Uganda?

L.B.: Cuando llegamos allí ellos no tenían ni idea de lo que era un cura, misionero, obispo o Iglesia. Eso era totalmente nuevo para ellos. Sí que había colonos ingleses pero venían y se iban, nadie se había quedado a vivir con ellos, y cuando nosotros llegamos nos preguntaron:
“- ¿A qué habéis venido aquí?,
– Pues he venido a aprender la lengua…Y ¿supongo que queréis más agua porque esto es muy seco?
-Sí, agua necesitamos.
-Y veo que necesitáis cuidar un poco la salud, veo mucha gente enferma con malaria y los animales también.
-Sí, sí, eso también necesitamos.
-Y veo que os liáis a tiros con los vecinos. ¿No queréis mejorar las relaciones?
-Bueno, eso también queremos traer más vacas a casa.”

R.S.: Eso no era precisamente mejorar las relaciones…

L.B.: ¡De que manera!, eso es. Seguimos hablando, y al ver que nos quedamos nos dieron su confianza, nos abrieron las puertas. Nos invitaban a todas sus celebraciones tradicionales y nos dieron libertad para todo. Lo que a ellos les inquietaba era mejorar las relaciones porque unos mil jóvenes morían al año en su región de hábitat, antes robaban con lanzas pero es que ahora van con fusiles.

R.S.: ¿Roban a los miembros de su grupo étnico o a familias de grupos colindantes?
Bueno… no roban exactamente porque consideran que todo es suyo.

L.B.: Exacto. Lo hacen a todos, a los vecinos más cercanos y a los de más lejos, es decir, cuando necesitan animales para bodas o simplemente para aumentar el número van por la noche y se traen las que pueden de los vecinos. Los otros saben que van a volver pero eso no les impide hacerlo, -de hecho piensan que su vida es aburrida sin robar vacas, aunque eso es a veces trágico. Quieren mejorar las relaciones, no tanto para tener más vacas, sino para unirse con ellos y robar más vacas a otros grupos. Es todo muy táctico. De lo que se trata es de mejorar las relaciones con otros grupos para el beneficio de los animales apacentados y para su tranquilidad (si los animales están bien, ellos también).
Comenzamos a hablar con los mayores y nos comentaban las pérdidas de jóvenes, y poco a poco comenzamos a mantener reuniones con ellos, con los líderes de cada edad, hombres y mujeres, que también éstas tienen un papel importante, no en el foro social abierto, pero si detrás. Poco a poco se fueron reduciendo las emboscadas y robos de vacas, se redujeron a la mitad en dos años, y si había algún saqueo los líderes obligaban a devolver a los jóvenes las vacas robadas. Los vecinos no se lo llegaban a creer, y en cuanto vieron que era verdad mataron un toro, enseguida, como señal de paz entre ambos bandos. Se dieron tres casos aquel año de devoluciones pacíficas de animales robados. Es decir, veían que iba mejorando la relación, incluso líderes que habían estado enfrentados mantenían contactos pacíficos para llegar a arreglos. Veían la ventaja de mantener unas relaciones pacíficas, amistosas no del todo, eran unas relaciones pacíficas para unirse contra enemigos mayores pero por lo menos a los vecinos les tenían en paz.

R.S.: Cuando un grupo robaba vacas a otro ¿el vecino que ha sido robado cómo contesta?, ¿vía judicial o simplemente toman la justicia por su mano?

L.B.: El sistema judicial existe en la Constitución pero ellos son un pueblo muy libre y la constitución no les dice nada, no la tienen en cuenta. Un día llegó el presidente de Gobierno, Museveni, y nadie fue a escucharle porque no sabían quién era. Quiero decir que la ley está en sus manos, viven a su manera y los vecinos que se anden con cuidado. Son guerreros desde siempre, aparte son muy nobles, muy directos pero la ley la toman por su mano.

R.S.: De hecho el ejército no se atreve a desarmarlos.

L.B.: Es curioso porque en los últimos siete años el presidente Museveni ha intentado desarmarles pero los que conocemos a los karimojon sabemos que el ejército no se atreve a acorralarles porque los ganados los guardan fuera de los caminos y allí tiene sus armas y el ejército no se va a meter allí porque sabe lo que les espera. Ese desarme no funcionó ni funcionará nunca, porque con los karimojon te puedes entender mediante el diálogo pero por la fuerza es imposible.

R.S.: Igual que pasa con otros pueblos nómadas -como ocurre con los pigmeos-, la solución de los conflictos está en la formación. Precisamente este carácter nómada es lo que más dificulta la formación de la juventud. En este aspecto ¿cómo ves el futuro de los karimojon?

L.B.: No creen demasiado en la educación porque no la han experimentado todavía y no ven los beneficios de la educación. Entonces, comenzamos escuelas pero algunos se reían porque no entendían la vida de los chicos fuera de sus labores de cuidar del ganado. Pero esto empieza a cambiar porque cuando ven que un chaval habla inglés en público y sabe leer y escribir, van viendo la ventaja poco a poco. Yo creo que si el gobierno tuviera un plan global de actuación con ellos, es decir, darles la infraestructura necesaria, la educación irá entrando poco a poco y verán el beneficio. Y la salud también. A nivel de relaciones desconfían totalmente del resto de los pueblos de Kenia, Uganda o Sudán. Entonces, ahí tiene que haber un trabajo comprensivo para ganarse su confianza, y si se gana su confianza yo creo que se puede incluir la energía y la aportación de este pueblo al resto de Uganda, incluso en Kenia. Son muy directos pero me gustó trabajar con ellos porque son muy diferentes a los pueblos agrícolas.

R.S.: Directos incluso en el aspecto lingüístico.

L.B.: Te están dando órdenes, no hay tiempo para saludos.

R.S.: Eso que en áfrica es tan común el dedicar un buen tiempo en saludar a todo el mundo.

L.B.: Exacto, estos pastores no tiene tiempo para saludar. Allí dan órdenes todo el rato, no hay tiempo para saludar. Tú les contestas y atiendes, allí somos todos iguales.
Ellos toman la ley por su mano pero también tienen su justicia, su aspecto de reconciliación.

R.S.: Hablabas del papel de la mujer ¿Cuál es la situación de la mujer? ¿Cómo evoluciona?

L.B.: La situación de la mujer es todavía, a nivel social, un poco marginal -públicamente no habla-, pero a nivel de la sociedad suya la mujer tiene una influencia importante. Las mujeres se unen entre sí, se hacen fuertes y de hecho los hombres las temen. Son muy determinadas y tienen energía para todo y son capaces de usarla para bien o para defenderse. La mujer va ocupando más lugar, de tal modo, que cada vez van teniendo más presencia en las reuniones, así como más participación.

Lázaro Bustince ha trabajado en Uganda desde los años 70. De 2000 a 2004 convive con los karimojon aportando su experiencia a la resolución de conflictos. Desde septiembre de 2011 es director de la Fundación Sur (anteriormente Centro de Información y Documentación Africana)

Entrevista realizada para Africanía

(transcripción, por Miguel Obregón)

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