Entrevista a Hele Beji, Presidenta del Colegio Internacional de Túnez y autora del libro “Nosotros los colonizados”

7/09/2011 | Entrevistas

Helen Beji es feminista de cultura musulmana, rechaza el velo, pero defiende a las mujeres que lo llevan: “Creo en la igualdad, pero creo también en la tradición árabe de respeto exquisito entre generaciones.”

¿Años?

Me siento joven en la joven democracia tunecina. En Túnez tenemos que intentar pasar de la revolución a la responsabilidad, segundo paso a la conquista de la libertad.

En Túnez estamos intentando pasar de la revolución a la responsabilidad, el segundo paso en la conquista de la libertad…

Ojala lo consigan

Para mí, que viví la ocupación francesa y la descolonización, esta revolución es como una segunda independencia: más exigente, pero más intima y personal, porque depende de cada ciudadano. Primero nos liberamos de los franceses, pero después permitimos que otros tiranos tunecinos se apropiaran de esta libertad. Ahora, la responsabilidad de cada ciudadano es cumplir las nueves leyes y enterrar así en el pasado indeseable a nuestros propios tiranos.

¿Cómo lo conseguirán, si lo consiguen?

Los tunecinos tienen que asumir que la democracia da más libertad, pero también da más responsabilidad. De manera que el sentido del deber y la disciplina hagan que el país funcione.

Pero, ahora funciona, ¿no?

Sí, acabo de venir de Túnez, los aviones vuelan y las calles están limpias. Pero como España, durante la transición, Túnez tiene que acostumbrarse a esta nueva libertad que no consiste solo en reclamar derechos, que consiste también en cumplir obligaciones y, durante el proceso, se pueden perder seguridad y estabilidad.

¿Por qué esta segunda independencia de los países árabes ha empezado en Túnez?

Porque ha sido el país que ha gozado de mejor educación, las costumbres han avanzado más rápidamente: emancipación de la mujer, conciencia de los derechos humanos.

¿Puede ser más concreta?

Los niños tunecinos han sido educados por una Escuela laica en los valores de la libertad, la igualdad y la dignidad. Estos valores salían en el alma de la juventud, aunque estuvieran asfixiados bajo la capa del autoritarismo, la corrupción y el abuso del Estado-partido cuando se rompió esta capa, en Enero todos los tunecinos volvieron a querer vivir estos valores.

¿Cómo?

La capa autoritaria y corrupta era finísima pero suficiente para mantenernos sometidos. Hasta que un frutero ambulante vio cómo la policía le confiscaba su fruta y luego le exigía un soborno para devolvérsela.

La mayoría pagaban sin quejarse.

Pero aquella vez Mohamed Buazizi dijo basta y se negó a pagar el soborno. Fue a protestar al ayuntamiento y una funcionaria le humilló, y le abofeteo delante de todo el mundo. Buazizi salió del ayuntamiento compro un bidón de gasolina, se roció con ella y se quemó delante de dos policías.

¿Un suicidio al estilo bonzo?

Fue un acto de rebelión pura a la manera de Camus y no una simple salida desesperada de negación de la vida. Era proclamar que sin dignidad no vale la pena vivir.

Un sacrificio como la auto inmolación del joven Jan Palach que también se quemo para protestar contra la ocupación soviética de Praga. El funeral de Palach se convirtió en un acto de desobediencia civil de la sociedad checa contra la barbarie militar.

¿Mohamed, no fue un revolucionario?

Actuó de forma personal sin cómplices ni planificación. No aspiraba al poder, ni quería hacer caer ningún régimen: únicamente defendía la dignidad de todos. Por eso apelaba a la conciencia de millones de árabes y cambió la Historia.

¿Cómo?

La imagen del frutero quemándose difundida por las redes hizo que los árabes se preguntaran: ¿Cómo hemos consentido llegar hasta aquí? ¿Cómo hemos podido permitirlo? Y cada árabe se culpabilizó por no haber actuado antes contra la tiranía. Entonces salieron a la calle y perdieron el miedo. Y cuando los ciudadanos pierden el miedo, son los dictadores los que tienen que tener miedo.

Aquí muchos pensábamos que los árabes en el fondo se acomodaban bien con la tiranía.

Esta rebelión no ha sido una rebelión islámica…

Nos decían que era la única posible.

No fue tampoco un movimiento nacionalista, ni anti occidental. Al contrario, está inspirada por valores, que compartíamos con Occidente. Ha sido un levantamiento pacífico y democrático que ha enarbolado la bandera de los derechos humanos. Esto no es simple retórica: en Túnez ahora mismo los activistas de los derechos humanos ocupan cargos clave en el proceso de transición.

¿Ganaran los islamistas las elecciones en Túnez?

Nadie sabe exactamente cuántos escaños obtendrán. Puede que el 15% de los votos. No lo sé. En Túnez ahora pasa un poco como en la España de la transición: los partidos proliferan, tenemos más de 70.

Espero que todos sean pacíficos

La democracia necesita tiempo, sedimentación, interiorización, del respeto a los otros y a las normas. Es más fácil legislar que cumplir las leyes. El retraso de las elecciones de julio a octubre próximo puede debilitar el entusiasmo democratizador. Mientras las organizamos tenemos que evitar derivas autoritarias. Pero el miedo ya no está justificado. Túnez es hoy tan seguro como cualquier ciudad europea.

Entrevista realizada por Lluis Amiquet

Publicada en La Vanguardia, el 30 de julio de 2011.

Traducida del catalán por Inmaculada Estremera H.m.n.s.d.a.

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