Rafael Sánchez: Usted es fundadora y coordinadora de la cooperativa “Badelisa Maisha” en Korogocho, un slam de la ciudad de Nairobi en Kenia. Cuando hablamos de barriadas pensamos en nuestras ciudades occidentales, quizá no comprendemos lo que significa un slam. ¿Cómo se configura un slam, cuánta gente vive, cómo son las casas, cómo vive la gente dentro de un slam?
Anastasia Njambi: Estos suburbios en Nairobi reciben tierras del Gobierno. Cuando reciben estas tierras de los jefes locales, las gentes construyen casetas con los materiales que tienen a mano, y así son casetas de grandes extensiones.
R.S.: ¿Tienen algún tipo de infraestructura estos slams?
A.N.: El Gobierno, gracias a un programa de desarrollo, está procurando traer agua, electricidad, sanidad e higiene que van llegando y poco a poco en Korogocho estamos teniendo esas facilidades.
R.S.: Quizá el slam más famoso sea el de Kibera. ¿Qué diferencias podemos encontrar entre el slam de Kibera y el de Korogocho?
A.N.: La mayor diferencia es que en Kibera es el Gobierno quien realiza estas casetas o chozas, mientras que en Korogocho somos nosotros quienes las construimos. Existe algún conflicto porque el Gobierno ayuda en algunas zonas y en otros suburbios no lo hace.
R.S.: ¿Cuánta gente vive en Korogocho?
A.N.: 150.000 personas.
R.S.: ¿Qué porcentaje de la población de Korogocho está trabajando?
A.N.: La mayoría no tiene ningún trabajo y nadie se lo proporciona, por lo que nosotros nos empleamos en pequeños negocios como la venta de botellas de plástico para sacarnos algo de dinero.
R.S.: Creo que en Korogocho uno de los trabajos más comunes es recolector de basura.
A.N.: Sí, existe una barriada donde la ciudad de Nairobi vierte la mayoría de desechos de la ciudad. Mucha gente va allí (madres expulsadas por sus maridos, viudas, mujeres sin trabajo) que van allí a reciclar cartones, piezas de hierro, etc. y llevarlos a los centros de reciclaje, para de esa forma, buscarse la vida.
R.S.: ¿Cómo se relaciona esto con el medio ambiente y la calidad de vida?
A.N.: En cierto sentido ayudamos al reciclaje de material perdido, sin embargo esto tiene consecuencias negativas ya que acarrea ciertas enfermedades relacionadas con la contaminación del ambiente: gente con asma, mujeres embarazadas que pierden a sus bebés, epidemias por culpa del ambiente.
R.S.: Precisamente para salvar esta situación crítica en el barrio de Korogocho se creó la cooperativa “Badelisha Maisha”. (Cambio de vida) ¿Nos puede decir cómo se creó esta cooperativa?
A.N.: Esta cooperativa se fundó hace ocho años. Comenzó con el Padre Álex quien tenía algo de dinero pero el proyecto se vino abajo. Al marcharse él la ayuda no continuaba, entonces llegamos nosotras para comenzar de nuevo.
Este misionero atacaba bastante a las mujeres que destilaban una bebida alcohólica y lo encontraron muy difícil. Este trabajo lo prohibió la iglesia. Así, estas mujeres dejaron de ir a la iglesia y al poco tiempo vine yo y les dije que volvieran. Las empecé a reunir y convencí al cura para reconstruir la cooperativa.
R.S.: ¿Cuál es el objetivo de la cooperativa?
A.N.: El objetivo principal de la cooperativa es cambiar la actitud de la gente, es decir, influir para que las mujeres puedan hacer algo por su cuenta. Si la gente nos ve hacer algo puede que nos echen una mano.
R.S.: ¿Cómo preparan a las mujeres en la cooperativa?
A.N.: Actualmente, lo que podemos conseguir a través de nuestros negocios, la cooperativa nos lo dobla a los tres meses y sin interés. Si seguimos así podemos invertir en algo mayor.
R.S.: ¿Se realiza algún tipo de cursos de formación para la mujer?
A.N.: El principal medio son los cursos de negocio. Cómo ganar dinero y contabilizarlo. El Padre Juan nos trae especialistas en ese campo para hacer negocios de manera óptima.
R.S.: Siempre hablamos de que mejorar la vida de las mujeres es mejorar su formación y asegurar el futuro de sus hijos. ¿Se percibe esto en las familias de las mujeres a las que están ayudando?
A.N.: Encontramos bastante diferencia con aquellas familias donde las madres muchas veces han tenido que sacarse algo de dinero, incluso venderse a sí mismas. Eso, los hijos de las mujeres de la cooperativa no lo van a ver, no lo van a aprender porque ahora van teniendo pequeños negocios, están ocupadas todo el día, no tienen tiempo libre para ir por ahí. Entonces los hijos se crían de otra forma y esto va a tener una gran influencia.
R.S.: Usted es la imagen del éxito de su propia política porque pasó de tener una destilería a tener una pequeña tienda.
A.N.: Comencé como líder de la comunidad y viendo la confianza que me otorgaron pensé en actuar en algo que mereciera la pena y servir de ejemplo, y así comencé con otras mujeres como responsable de la cooperativa.
El Premio Fraternidad es otorgado por la Redacción de “Mundo Negro” y los Misioneros Combonianos
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